Saludos amigas y amigos.
En demasiadas ocasiones, estamos acostumbrados a las cosas cotidianas de
la vida, que ni siquiera nos fijamos en su nombre y menos aún en su
origen.
Un buen ejemplo de ello, lo tenemos en nuestro día a día, en nuestra
semana, que ignorándolo completamente nos acerca al universo y a nuestra
galaxia sin darnos cuenta.
¿No sabéis de qué hablo?
El Lunes, para muchos el peor día de la semana, tiene un nombre muy parecido a nuestra Luna.
El Martes, es casi idéntico al planeta Marte.
La mitad de la semana, el Miércoles cinéfilo, se parece a Mercurio.
Cuando llega el Jueves, nos podemos acordar del gigante Júpiter.
Al llegar el fin de semana, podemos pensar en el planeta infernal Venus para hablar del Viernes.
El día de descanso (para algunos) Sábado, nos lleva a Saturno...
¿Y el Domingo?
Pues bien, una vez más, fueron los Romanos con Julio César a la cabeza,
los que comenzaron a identificar los días con los astros celestes
conocidos, cambiando a su vez el calendario, que comenzó a ser llamado
el calendario juliano (en otra ocasión hablaremos de las diferencias de
este con el actual calendario gregoriano) y los que iniciaron la semana
tal y como la conocemos hoy, dos milenios después, dándole al día más
importante de la semana, el Domingo, el nombre del Sol.
Obviamente, hablamos de nuestra cultura, pues en la cultura germana,
anglosajona o judía, tanto los nombres de los días como la importancia
de los mismos varía.
Pero eso ya es harina de otro costal...
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