domingo, 13 de julio de 2014

Moclin, la Ruta del Gollizno, paisajes interminables.

En este verano, que parece que por fin llega para quedarse, vamos a conocer de nuevo lugares y entornos que gustan visitar con el calor del verano.


Hoy vamos a salir de Jaén, eso si, sin alejarnos apenas de nuestra provincia, para visitar de nuevo la localidad de Moclín, en Granada.

Nos vamos, para descubrir una hermosa ruta en donde recorreremos apenas 10 km en una ruta circular, en la que se sucederán numerosos paisajes.

Comenzamos nuestra Ruta del Gollizno  ( nombre que nos cuentan, significa cañón o garganta estrecha ) desde Moclín, en dirección a la pedanía de Olivares.


Paseando bajo la poderosa figura del imponente castillo de Moclín y junto a la famosa iglesia del Cristo del Paño ( Declarados Bien de Interés Cultural ), comenzamos a descender por el pueblo.


Al poco saldremos a los olivares que rodean la población y nos iremos encontrando con numerosos carteles, que nos van guiando y orientando en esta marcha senderista, al tiempo que nos cuentan curiosidades sobre la misma.


El paisaje olivarero cambiara pronto al matorral y en un periquete, estaremos ante unas impresionantes vistas del Valle excavado por el Río Velillos, por donde circula la ruta que podremos admirar desde un mirador habilitado.




Podremos maravillarnos con las vistas que ofrece nuestra ubicación, tanto de Olivares como de una buena porción de la provincia de Granada. Sobretodo, podremos admirar Granada Capital, protegida por las poderosas cumbres de Sierra Nevada.




La ruta en este punto desciende rápidamente. Cambiaremos de nuevo de paisaje y nos adentraremos en un bosque de pinos, siguiendo el sinuoso sendero, que depara hermosas sorpresas, como la Capilla dedicada a la Virgen de las Angustias que nos espera y protege en mitad del camino.




Pero resulta, que cuando apenas hemos caminado un par de kilómetros, cuando apenas el cansancio ha hecho mella en nuestro caminar, de nuevo cambiamos de paisaje casi sin darnos cuenta.

El bosque y los pinos nos abandonan y empezamos a caminar por un entorno árido, perdido y siniestro que invita a apretar el paso y alejarse de el, por el fantasmagórico silencio que lo llena todo.



Pasamos junto al pueblo de Olivares y...de nuevo, cambio de paisaje.

Nos adentramos en el bosque de ribera junto al cauce del río Velillos, nos refrescamos bajo las generosas sombras de los arboles que habitan junto al río.




Tras dejar atrás, algunas construcciones hidráulicas para el riego de las huertas que pululan por la zona, cruzamos el río y nos encontramos frente a una antigua Fabrica de Luz. Una pequeña central hidroeléctrica, que en el pasado utilizaba la fuerza del agua para proveer de electricidad a las poblaciones cercanas, de una forma barata y limpia. ¡ Que sabios eran los "antiguos" !




Continuamos caminando junto a pequeñas acequias excavadas en el terreno que refrescan aun mas el ambiente y si tenemos calor, podemos hacer un alto en el camino en la Fuente de la Buena Ventura, pequeño manantial que nos cuenta historias de bandoleros y fugados en su continuo murmullo acuático.



Recuperadas las fuerzas, nos adentramos quizás en los paisajes mas hermosos de toda la ruta.

Y digo paisajes, pues de nuevo cambiaremos por enésima vez. Dejaremos el bosque de ribera, para ir alcanzando una impresionante garganta rodeada de tajos, que bien parecen estar cortados por la mano del hombre.




El río queda muy abajo, convertido en un salvaje que salta entre las rocas y crea multitud de pozas.

De nuevo cruzaremos el río para volver a la orilla inicial, aunque tal empresa parece imposible, ya que las paredes verticales de esta Cerrada, amenazan con obligarnos a desandar el camino recorrido.


El paso del río finalmente, se puede realizar gracias al ingenio del hombre. Primero debemos recorrer un
puente colgante, constantemente mecido por el aire que se cuela por la estrecha cerrada.


Una vez cruzado, recorreremos un pequeño trecho colgados literalmente sobre el lecho del río, en una plataforma pegada a la pared



Después de atravesar este tramo de vértigo en alguna ocasión, debido a la gran altura donde se sitúa la plataforma con respecto al río, regresamos al bosque.




Un bosque enfrentado entre si, a veces de ribera y a veces de montaña, dispuesto a cerrar el paso a todos aquellos osados que hayan cruzado la impresionante puerta que forma la cerrada anteriormente descrita.



Adentrándonos en este bosque cuasi encantado es muy probable que nos salga al paso, alguno de los guardianes de estos riscos perdidos, avisándonos de que este es el territorio de la Madre Naturaleza y no del hombre.



Cualquiera diría, que la ruta se acerca peligrosamente a su fin y que Moclín se encuentra ya a la vuelta de la esquina.


Toca ya, enfrentarse al tramo mas difícil de la ruta. Debemos recuperar toda la altitud que perdimos al inicio de nuestro camino para alcanzar nuestro punto de partida.

Aupados por el entorno, donde ya se deja ver el castillo de Moclín y rodeados de unos pinares donde abundan las cuevas con pinturas rupestres llegamos al ultimo alto en el camino.


En una pequeña zona de ocio acondicionada y decorada por una misteriosa acequia laberíntica, de donde surgen unos cuantos manantiales, podremos recuperarnos para dar los últimos pasos.


Llegando al final del camino, podremos disfrutar de las vistas de un nuevo mirador, que nos muestra que el Río Velillos prosigue con su incansable trabajo de excavar su cauce, al tiempo que adorna todo ese hermoso entorno granadino, siempre defendido y vigilado por el señor del reino:



El Castillo de Moclín.