martes, 29 de noviembre de 2016

Porcuna y Cerrillo Blanco, Una Potencia Arqueológica

En estas fechas que se aproximan, algunos privilegiados tendrán vacaciones, y digo algunos puesto que en nuestra provincia, todo está preparado para el inicio de la campaña de la aceituna que este año por las inclemencias del tiempo viene con retraso. Aún así, las vacaciones de navidad también son elegidas para hacer turismo por muchas personas y tanto a los que en estas fechas puedan escapar de la aceituna como a los que nos visitan desde fuera, hoy quiero invitaros de nuevo al Viaje al Tiempo de los Íberos.

Hoy hacemos parada en Porcuna, para descubrir el rico patrimonio arqueológico que esconde esta Villa calatrava y de frontera.

La primera parada obligada es sin duda su Torre de Boadil, donde según la leyenda estuvo preso el último rey de Granada, Boadil el Chico, que fue capturado en la Batalla de Lucena. Esta torre octogonal, que formó parte del antiguo recinto fortificado de Porcuna, hoy se encuentra convertida en Museo Arqueológico Municipal, donde uno puede sumergirse mínimamente en la historia de Porcuna, al tiempo que puede disfrutar de las increíbles vistas de la localidad que ofrece esta atalaya medieval.


Y digo mínimamente porque el importante patrimonio arqueológico de esta población se encuentra disperso, a lo largo de todo el conjunto urbano, de su término municipal e incluso expuesto en el Museo Arqueológico Provincial y por tanto, disfrutar de tanta historia acumulada merece al menos, una jornada completa.



Como decía al inicio, la Torre de Boadil es una visita obligada, no solo para introducirnos en la historia de Porcuna, sino también para poder acceder al Conjunto Arqueológico de Cerrillo Blanco. La visita a dicho yacimiento se realiza como complemento a la visita al Museo Local que una vez cierra sus puertas, ofrece una visita guiada al complejo histórico.


Una combinación que ni ayuda, ni anima en absoluto a visitar Cerrillo Blanco. El hecho de que dicho yacimiento arqueológico se encuentre a dos kilómetros del núcleo urbano y que tanto este como el centro de interpretación que recibe a los visitantes se encuentren cerrados y las personas que llegan a él, (animadas por la señalización en la carretera) se topen con que tienen que dar media vuelta, acercarse al Museo Local y esperar hasta la una de la tarde, cuando se ofrecen las visitas, echa a mucha gente atrás y lo digo con total conocimiento, puesto que en las dos ocasiones en que he visitado Cerrillo Blanco desde fuera, siempre me he encontrado con visitantes casi siempre extranjeros, que no entienden tal despropósito. Quede esta crítica, como una crítica constructiva para que algún día Cerrillo Blanco pueda visitarse de un modo más abierto y sobre todo, más práctico.

 

Yo por mi parte, os dejo algunas imágenes realizadas por mí desde los exteriores del yacimiento y os adjunto otras actuales, cedidas por un amigo al que agradezco su ofrecimiento por cedérmelas.


El Yacimiento Arqueológico de Cerrillo Blanco fue descubierto en 1975 y constituye uno de los lugares más importantes de la cultura íbera del mundo. Aquí fueron halladas entre 40 y 60 esculturas que forman uno de los más ricos conjuntos escultóricos íberos. 


Dichas esculturas encontradas de modo fortuito entre los olivares, fueron rápidamente adquiridas por el Museo Arqueológico de Jaén y toda la zona fue comprada por dicha institución, donde se realizaron excavaciones arqueológicas en las que fueron descubiertas varias zanjas tapadas por losas de donde surgieron más de 1200 fragmentos que una vez estudiados, limpiados y consolidados se reconstruyeron, causando toda una revolución, ya que hasta entonces se creía que la cultura íbera no tenía la capacidad tecnológica para realizar este tipo de manufacturas, propias de grandes artistas con una técnica muy sofisticada.


Dicho conjunto escultórico se encuentra actualmente en Jaén Capital, en el Museo Provincial, al que seguidamente acudiremos.



En la actualidad, en Cerrillo Blanco podemos encontrar un túmulo funerario, donde se hallaron 24 tumbas individuales y una cámara con una tumba con dos enterramientos. Este tipo de enterramientos muestra que las tumbas individuales estaban respetuosamente separadas de la tumba donde fue enterrada una pareja de un rango superior, como así atestigua el pequeño ajuar encontrado en la zona, donde aparecieron varios broches, hebillas, etc.



Dicho túmulo funerario está datado en el siglo VII a.C y fue reutilizado en el siglo V a.C para enterrar el conjunto escultórico que representaba la historia de un linaje que posiblemente estuvo relacionado con la pareja enterrada. 


Es posible que el conjunto escultórico fuera construido en el mismo lugar de enterramiento, por orden de un príncipe gobernante de Ipolca (la actual Porcuna) en memoria de su linaje y en recuerdo a sus antepasados. La posterior destrucción con saña de todas las esculturas, que fue particularmente dañina con las cabezas de todas las figuras, nos habla quizás de una caída en desgracia del príncipe o de un derrocamiento violento.


Las esculturas, que como digo se encuentran expuestas en el Museo Arqueológico Provincial, se cree que pudieron formar parte de un monumento mayor, con forma de torre, donde estaría representada la vida y las edades del príncipe ordenante, a modo de cosmos heroico.


En el primer peldaño, aparecerían escenas de lucha entre niños o de niños acompañados de animales representando la niñez.



En un segundo peldaño, estarían las escenas de lucha entre adultos, como la magnífica escena del príncipe a caballo con el enemigo caído al que clava la espada.



Y un tercer peldaño con escenas de lucha entre humanos y seres mágicos, como grifos o esfinges.

 

En la cima, estarían las esculturas en posición solemne que serían los antepasados acompañados por figuras de animales, y en los extremos del monumento, animales reales y fantásticos como esfinges protectoras, lobos y corderos, leones, grifos, sirenas y águilas, posicionados todos de modo que estuvieran preparados para acompañar a los difuntos al inframundo.



Las rocas en las que se realizaron las esculturas fueron trasladadas desde un lugar indeterminado aún a día de hoy, puesto que no coinciden ni con el tipo de roca que existe en Porcuna, ni tampoco con las canteras de la cercana Santiago de Calatrava, desde donde se creía que habían sido transportadas, lo que representa toda una ingente labor de ingeniería; el hecho de acarrear grandes cantidades de enormes bloques de piedra a grandes distancias, que incluiría el conocimiento de caminos y veredas favorables para el transporte, la participación de un importante número de animales de tiro y de vehículos y también, la existencia de un importante número de artistas que trabajasen de modo simultáneo en las esculturas.



Constituyen por tanto, uno de los tesoros de la cultura íbera más importante, interesante y rico de toda España y este lugar, probablemente aún tiene algunos misterios por desvelar, pues años después, surgieron gran cantidad de exvotos en el lugar.



Pero nuestro viaje por la historia de Porcuna, no ha hecho más que empezar. A poco más de un kilómetro de Cerrillo Blanco, siguiendo la carretera que nos lleva hacia Córdoba y a la sombra del puente moderno que salva el cauce del Arroyo Salado, podemos encontrar un Puente Romano, eso sí, en unas condiciones de conservación mínimas, que en estos momentos aún conserva las pilastras que sujetaban la estructura y que, a pesar de los siglos, aún sigue resistiendo el envite de riadas e inundaciones.


La visita a dicho puente es más interesante si cabe, si se conoce la existencia de varios vestigios de la Guerra civil española que surgen muy cerca del mismo, en forma de búnkers, casamatas, nidos de ametralladoras y posiciones antiaéreas. Estos enclaves se encuentran igualmente en un estado de conservación pésimo, pero aún así, nos cuentan una curiosa historia de aquellos años convulsos en los que España se enfrentó a sí misma. No voy a detenerme especialmente en esta entrada sobre estos vestigios, puesto que tengo reservada una entrada aparte para los mismos.




Regresando al núcleo urbano de Porcuna, nos esperan las ruinas de la antigua Obulco que surgieron hace algunas décadas a las afueras de esta villa muy cercanas a la Iglesia de San Benito, patrón de la localidad.


A escasos metros de las actuales calles, nos topamos con parte de la ciudad romana de Obulco. Una ciudad que surgió como expansión de un oppidum situado en otro yacimiento arqueológico de la localidad, denominado el Yacimiento de los Alcores.


Una ciudad aliada de Roma, cuya riqueza y poderío quedaron marcadas en su propia ceca o moneda y cuya estratégica situación fue aprovechada en la guerra civil que Roma mantuvo contra Pompeyo y utilizada como base de operaciones, siendo visitada incluso por el mismísimo César que la nombró Municipium Pontificiensis Obulco,como Ciudad Vencedora y Noble, en agradecimiento a sus ciudadanos por su ayuda en la contienda.


La importancia de la ciudad ayudó al crecimiento y transformación de la misma, construyéndose en ella un Anfiteatro Romano recientemente descubierto y a la espera de ser excavado, cuya importancia se cree que puede ser enorme puesto que se estima que podía dar cabida a más de 10.000 espectadores, al tiempo que surgieron cantidad de viviendas o Domus.


Pasear hoy por las calzadas de la antigua Obulco, donde aún perviven los bancos de piedra que hace miles de años dieron acomodo a los habitantes del lugar o donde siguen en pie las columnas de las antiguas Domus, es embarcarse en un viaje por los tiempos, descubriendo sus antiguas estructuras como una gran cisterna que abastecía de agua al lugar. Aún así, es triste comprobar cómo este histórico lugar se encuentra totalmente expuesto a las inclemencias del tiempo que están volviendo a enterrar los restos arqueológicos y expuestos a la acción de expoliadores que constantemente aparecen buscando las abundantes monedas que en este lugar se acuñaron hace siglos.



No es de extrañar por tanto que Porcuna en su conjunto esté declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica con otros muchos yacimientos más localizados.

 

 Por hoy, ponemos punto y final a este viaje en el tiempo, a la espera de que tantos tesoros como surgen del rico subsuelo de Porcuna reciban la atención y el valor que merecen, al tiempo que quedamos expectantes ante tanto como aún queda por descubrir.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Santiago de Calatrava, Centinela de fronteras y olivares.

En un tiempo marcado por las prisas, el estrés, las preocupaciones, la desconfianza y el temor por el futuro, uno no puede dejar de plantearse si quizás el mundo esté perdiendo el rumbo. Hemos progresado muy deprisa en cuestión de muy poco tiempo...Nuestros abuelos vieron unos campos, unos horizontes, una forma de vida en definitiva que no había cambiado prácticamente en cientos o quizás miles de años y de repente... todo cambia, todo se acelera, el mundo progresa ciertamente, pero por el camino se dejan muchas cosas.

Muchos niños a día de hoy van a granjas escuela a ver las ovejas y las cabras que ya solo habitan allí y que hace solo unas décadas alimentaron a su familia. Nuestros cielos cada día están más oscuros y contaminados haciendo que las noches estrelladas, poco a poco, se puedan disfrutar en menos lugares. Nuestros campos, que antaño eran una algarabía de cantos de pájaros, de correteos de conejos, zorros y demás seres vivos,  hoy aparecen esquilmados...y nuestras casas, que hace unos años permanecían abiertas a todo hijo de vecino, día y noche, se han convertido en pequeñas cárceles o en pequeños fortines recelosos del vecino más cercano.

Sin embargo, por fortuna todavía quedan muchos lugares de nuestra tierra, de nuestro Jaén, donde prima la cordura, donde reina la tranquilidad y el silencio de la naturaleza, donde la hospitalidad abunda y el forastero es recibido como el amigo que se acerca a disfrutar de tantos dones, olvidados por muchos.

Toda esta reflexión, amigo, amiga, me asaltó no hace mucho, cuando pude disfrutar de un paseo por un hermoso rincón de nuestro Paraíso Interior llamado Santiago de Calatrava. Un lugar tan cercano a mi ciudad, tan cercano a mí mismo, que solamente puedo comenzar pidiendo perdón por no haber dedicado tiempo antes para contar algunas de las maravillas que este remanso de paz entre olivares ofrece.


Este pueblo que se alza en la misma línea que separa Jaén y Córdoba, guarda buenas muestras del pasado histórico de nuestra tierra. En su término municipal aparecen no pocos vestigios arqueológicos de tiempos pasados, ya sean íberos, romanos o árabes. La mayoría de estos yacimientos nos cuentan historias de pequeños asentamientos humanos que fueron desapareciendo, mientras que Santiago de Calatrava sobrevivió a todos ellos.


Este enclave olivarero, cobró importancia durante el medievo cuando siendo una alquería dependiente del Iqlim o distrito de Martus (Martos), fue conquistada por Fernando III el Santo, el cual la entregó a la Orden de Calatrava junto a toda la Comarca de Martos en el 1228.

 

Aquí construirían los calatravos su castillo, del que hoy no quedan restos y del que apenas existen reseñas históricas, pero que con toda probabilidad debió estar formado por una Torre del Homenaje (como buena costumbre calatrava que era el construirla cuando tomaban el control de cualquier territorio) y de un pequeño pero fuerte cerco amurallado que se encontraría muy cercano a la Iglesia y en torno al cual, iría creciendo la población, según las pocas crónicas que existen. Dicho fortín fue golpeado en no pocas ocasiones. Algunas, aprovechando los numerosos cercos que se produjeron en las defensas de la Villa de Martos y uno de los principales fue el ataque que esta población sufrió en 1471 de manos de los Nazaríes que afectó a otras poblaciones cercanas como Higuera de Calatrava y que ocasionó numerosas muertes y destrozos.

 

Tras la Reconquista, formando parte de la Encomienda Calatrava de Martos, la población comenzó a crecer aprovechando las fértiles tierras de la zona en las que el cultivo de cereal creció enormemente, hasta que a mediados del siglo XIX, comenzase a llegar el olivar.


Pero con la modernidad, no llegó la calma a este bello rincón de Jaén. La Guerra Civil Española golpeó duramente esta población. Al inicio de la guerra, toda la provincia quedó del lado del Gobierno de la República Española, pero esta situación comenzó a cambiar cuando en Diciembre de 1936, las tropas alzadas a las órdenes del lunático Queipo de Llano, irrumpieron en las cercanas poblaciones de Baena y Valenzuela.


Desde la Gobernación de Jaén y desde el C.O.I o Cuartel Oficial de Información e Intendencia establecido en Martos, se dieron órdenes de evacuación de Santiago e Higuera de Calatrava, cuando las tropas sublevadas comenzaron a acercarse peligrosamente hacia esta población y más aún, cuando el 24 de Diciembre entraron los sublevados en Lopera y el 1 de Enero en Porcuna.


Las gentes de la zona fueron reubicadas en Torredonjimeno y Martos y la frontera administrativa que dividía Córdoba y Jaén se convirtió en una frontera de hierro y fuego. Cuando finalmente acabó la guerra, los pueblos vacíos de Santiago e Higuera, se convirtieron en cárceles improvisadas, en campos de concentración donde llegaron a vivir (en el caso de Santiago) más de 6000 personas presas, que utilizaban las propias casas como celdas. Entre todos los presos, llegó a estar un famoso pintor conocido en toda la provincia como es Rafael Zabaleta.


Tras los primeros y tumultuosos tiempos de posguerra, la calma y la normalidad poco a poco volvió a instalarse en Santiago de Calatrava y los evacuados comenzaron a regresar. Multitud de edificios y viviendas fueron reconstruidos y los campos arrasados, surcados por trincheras, comenzaron a volver a recuperarse, consiguiendo que esta población creciera enormemente, superando los dos mil habitantes.

Lamentablemente tras algunos años, muchos habitantes volvieron a marcharse y la ola de emigración de los años cincuenta y el llamado éxodo rural dejó a Santiago de Calatrava con unos ochocientos habitantes en la actualidad, aunque el envejecimiento de la población es un gran problema tristemente y parece que dicha cifra pueda seguir disminuyendo.


Y digo tristemente porque esta hermosa villa no se merece caer en el olvido y en la despoblación, cuando sus olivares y sus tierras calmas siguen ofreciendo un cuantioso tesoro en forma de oleoturismo y de turismo ecológico, ya que por sus tierras deambula la avutarda, ave desconocida por muchos, que se encuentra en peligro de extinción y que en los últimos años viene atrayendo a muchas personas para intentar contemplarla en esta zona.


Estas calles están habitadas por gente amable y hospitalaria que con gusto y orgullo se deleitan contando las maravillas de su Iglesia de la Virgen de la Estrella construida en 1723, cuya espadaña emula lo que hace siglos fuera la fachada de su castillo,


o que muestran los avatares sufridos por su Ayuntamiento, que antaño ocupaba el edificio hoy Hogar del Jubilado-Biblioteca, y que actualmente se encuentra en un nuevo edificio que preside la Plaza de la Constitución.



Estas gentes que casi sin conocernos ya nos invitan a venir a su romería de San Isidro y a disfrutar del entorno donde se alza su humilde ermita, merecen que uno de sus grandes sueños, el que su pueblo siga perviviendo a lo largo de los siglos como hasta ahora, llegue a buen puerto.


Buenas oportunidades ofrece esta tierra amable para ello, pues al olivar se le suma su pródiga historia donde resalta su pasado calatravo y medieval (tan de moda hoy en día), su cielo despejado que ofrece unas increíbles oportunidades para el turismo astronómico (hoy más en alza que nunca, con las recientes declaraciones de Reserva Starlight en Jaén), su gastronomía influenciada por la cercana Córdoba (Gastronomía de Jaén y Córdoba fusionadas, quién se resiste a eso) y su modo de vida, tan similar al de los llamados pueblos slow donde la amabilidad, lo auténtico y lo autóctono, son una marca que atrae a miles de personas, demuestran que Santiago de Calatrava tiene cuerda para rato.


Yo por hoy, me despido de este pueblo hermano y amigo, donde tengo el honor de contar con algunos amigos y amigas a los que saludo y dedico esta entrada, con la firme promesa de que no será la última vez que pueda describir estos bellos lugares.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Las Trincheras de las Piedras de Cuca, un Patrimonio Ignorado.

El artículo que os presento hoy, apareció este verano en la edición número 38 de Aldaba firmado por mí y aquí os lo dejo adaptado a este blog, como algunos me habéis pedido para que su consulta sea más directa y fácil:

El paraje sobre el que se centra este artículo se encuentra en el término municipal de Torredonjimeno casi en la linea divisoría con Martos y aunque los 500 metros escasos que separan estas trincheras de la línea de demarcación marteña no son nada, este paraje estuvo muy asociado a Martos hace 80 años. Descubrirlo ayudará a conocer nuestra historia reciente, de la que es bastante sorprendente el profundo desconocimiento que todavía la envuelve.

Linea de Trincheras de resistencia
Pese a que la Guerra Civil es un episodio, históricamente muy próximo a nuestro tiempo, e incluso aún perduran gentes que vivieron y sufrieron esa tragedia, el miedo engendrado en la posguerra hace que las trincheras de las piedras de Cuca, como otras muchas cosas de ese episodio bélico, permanezcan olvidadas en un anonimato que es más difícil de entender cuando resulta que este conjunto arqueológico es uno de los vestigios de la Guerra Civil que mejor se conserva de todos los existentes en la provincia de Jaén, y de parte de Andalucía probablemente. El hecho de que las trincheras se encuentren junto a yacimientos arqueológicos iberos y romanos hace más interesante si cabe el lugar y sería muy aconsejable que alguna institución, sea local o provincial, se plantease en serio su excavación, recuperación y revalorización, siguiendo el ejemplo de otros muchos enclaves, tanto a nivel andaluz como nacional, que se han recuperado y se han constituido como unas auténticas aulas de historia al aire libre.


 Estas trincheras fueron construidas en 1937 tras la bautizada “Campaña de la Aceituna”, cuando las tropas nacionales bajo las órdenes del maníaco Gonzalo Queipo de Llano avanzaron sobre la Subbética Cordobesa, frenando su progresión en Lopera y Porcuna donde se detuvieron y se estabilizó el frente, ante la fuerte oposición encontrada en la ocupación de estas localidades a finales de 1936, en la que participarón numerosos efectivos de las Brigadas Internacionales recién incorporadas a la contienda. Tras la conquista, el frente se consolidó en las inmediaciones de Higuera y Santiago de Calatrava, lo que provocó que dichas poblaciones fuesen evacuadas y los desplazados se refugiasen mayoritariamente en las cercanas poblaciones de Martos y Torredonjimeno.

Trincheras invadidas por la vegetación
Ante el grave riesgo de un avance de las Tropas Nacionales sobre las del Ejército Popular Republicano asentadas en Martos como enclave principal de la retaguardia republicana en el sur de la provincia de Jaén, los mandos del E.P.R ordenaron la construcción de una segunda línea de resistencia que se extendería desde Monte Lope Álvarez (en concreto desde la cortijada del Coracho), pasaría por las estribaciones del Cerro de las Piedras de Cucas (cercano a Lendínez) y proseguiría en dirección a Escañuela. Esta segunda línea tendría como punto de resistencia al estratégico cerro que nos ocupa, en el que los soldados tendrían una visión completa y abierta del todo el territorio comprendido entre Santiago, Higuera, Porcuna y Martos.

Vistas desde el frente, a izquierda Higuera de Calatrava y a derecha, Porcuna
Simultáneamente, la existencia de dos carreteras, que comunicaban con Martos y con Torredonjimeno, les proporcionaba un enlace directo para recibir refuerzos y otros suministros, lo que aumentaba todavía más el interés por construir estas fortificaciones. Por ello, dichas carreteras fueron militarizadas y catalogadas como de uso restringido, por lo que su acceso estaba vigilado por unidades militares (en concreto, la de Martos se hacía desde la orujera de Motril).

 

Inicialmente, la construcción de las trincheras fue lenta, ya que en aquel momento no pasaba de ser un objetivo secundario, puesto que el principal foco de atención estaba fijado en propiciar un golpe de mano que devolviera Porcuna al lado republicano.

Soldados en combate, comunicados por telefono
Con este fin se reunió a la XVI Brigada Mixta con milicianos procedentes de Ciudad Real, al mando del diputado comunista Pedro Martínez Cartón, quedaron emplazados en este frente desde el 27 de diciembre de 1936. Entre el 20 de enero y el 2 de febrero de 1937 la zona soportó un fuerte trasiego de tropas, camiones y carros de combate republicanos que procedentes de Martos, iban en dirección a Porcuna; no obstante, el fracaso de esta ofensiva republicana y el posterior avance franquista de junio de 1937 en el que conquistaron el enclave llamado “Pilar de Moya” (junto al cerro de la torre llamada popularmente Juancubierta), propiciaron una situación casi desesperada para los republicanos en esta zona, por lo que se encargó la construcción de las defensas a los ingenieros de la citada Brigada XVI, con el apoyo de los de la XX Brigada Mixta y de un batallón de fortificación, con el objeto de acelerar la construcción de las defensas.

Trinchera y parapetos de yeso
 Aún así, las condiciones orográficas del lugar dificultaron la excavación de las trincheras, que se vio ralentizada al llegar a la cima del lugar y toparse allí con grandes bloques de roca de yeso, lo que obligó a utilizar explosivos para poder continuar el avance de la obra. Los restos de esos grandes bloques de piedra desgajados fueron utilizados como idóneos parapetos que facilitaban, aún más la defensa.

 

 La construcción de abrigos soterrados, de trincheras subterráneas, de polvorines alargó bastante la realización de las obras, ocupando todo el verano de 1937. Viendo las dificultades que se planteaban, y para ayudar a la pronta terminación del baluarte defensivo, desde el C.O.I. (Cuartel Oficial de Información e Intendencia) sito en el Castillo Bajo de Martos, se enviaron refuerzos procedentes de los efectivos del Batallón de Ingenieros Zapadores que se constituyó en la ciudad.


A partir de enero de 1938, la zona se convirtió en frente bélico principal, cuando la XXXI División franquista decidió avanzar sobre Higuera de Calatrava, pese al escaso interés estratégico de esta localidad que estaba evacuada desde finales de 1936. Las escaramuzas duraron hasta el 29 de marzo cuando finalmente las tropas franquistas tomaron la localidad, después de varios intentos fracasados los días 14 de febrero y 2 y 6 de marzo. El 4 de abril, la guarnición republicana de la zona (la XX División) con la “139 Brigada” al frente contraatacó hasta llegar a recuperarla, pero finalmente, la evacuaron en su totalidad al día siguiente por falta de refuerzos, ya que simultáneamente se estaba realizando un ataque nacional de rectificación del frente en Castillo de Locubín.

Cerro rocoso, donde se instalo el mando
La caída de Higuera de Calatrava, y el lento pero constante avance nacional hacia las posiciones de Martos, primero, y Jaén, a continuación, hicieron que la posición del Cerro de las Piedras de Cuca se convirtiese cada vez más necesaria e importante para el ejército republicano. Pero a pesar de esta necesidad, la dotación militar apostada en la zona era escasa. Tal vez explique esta pobre dotación el que estamos hablando de un frente que, a excepción de la ofensiva republicana sobre la ciudad de Córdoba, a la citada batalla de Lopera y a la tardía batalla de Peñarroya, se mantuvo en relativa calma, alejado de los escenarios principales de la contienda, por lo que solamente 600 soldados (un batallón aproximadamente) del Ejército Popular Republicano se repartían por tan extenso campo de trincheras.


 Es sorprendente, al consultar los mapas de operaciones, comprobar como mientras en el frente de Madrid se apelotonan las brigadas de uno y otro bando, en otros frentes como el de Jaén los 3.000 hombres que en teoría componían una brigada mixta, tenían que cubrir un enorme frente que recorría casi todo el territorio nacional de este a oeste, y que era más largo que el llamado Frente Occidental de la I Guerra Mundial, y que debía ser cubierto por dos ejércitos procedentes de uno de los países más despoblados del oeste europeo en los años 30.

La tardía ocupación del Cerro, posiblemente, propició que en la zona no se llevasen a cabo acciones militares de especial relevancia hasta el fin de la guerra. Sin embargo, la situación pudo ser distinta de haberse prolongado más la contienda civil. Los mandos del E. P. R. tuvieron planeada una resistencia a ultranza de la República, resistencia que tenía como principal objetivo el esperar la intervención de las potencias democráticas que, tarde o temprano, acabarían enfrentándose a las fuerzas del Eje (de hecho, así ocurrió tan solo 5 meses después de terminar la Guerra Civil) y que el apoyo explícito que la España de Franco recibió de las potencias fascistas provocaría una intervención armada en la península Ibérica, dentro del marco de la Segunda Guerra Mundial.

 
Por esta razón planeaban un repliegue paulatino de sus tropas hacia el sureste español que hiciese posible la prolongación del conflicto. El general Vicente Rojo, comandante del Ejército Republicano, apoyaba fervientemente esta idea: “ Yo no creo en la invulnerabilidad de Madrid. El Madrid de la República, tras tres años de asedio, hambre y miserias caerá pronto. Madrid resiste porque no le han atacado directamente como en Cataluña.

Recortabe "infantil" de epoca
 El día que monten una ofensiva así no podremos defendernos. Pero aún abandonando Madrid podemos replegarnos lentamente hacia las Sierras de Jaén y Cazorla y junto a las provincias de Alicante y Murcia, concentraremos todos nuestros recursos bélicos para resistir. Murcia es rica y producirá lo suficiente para abastecer a un ejército de cien mil hombres. Por otra parte, Jaén es un enorme terreno semidespoblado con mucha tierra sin labrar y factible de ocupar por una gran cantidad de población. En ese reducto se unirían todos los dirigentes y responsables que tuviésemos, teniendo como salida Cartagena. Sería un trozo de tierra que podríamos defender indefinidamente. Yo confío en que una guerra prolongada definirá el éxito a nuestro favor”.


 DESCRIPCIÓN TEÓRICA DE LA ZONA Remarcando lo de teórico ya que, tras el abandono de las Trincheras del Cerro de las Piedras de Cuca tras la Guerra Civil, la zona ha estado abandonada hasta hoy, con el consecuente desgaste, derrumbe y colmatación parcial de las trincheras. Por tanto, dicha descripción se fundamenta en posicionamientos teóricos basados en los restos superficiales hallados en las distintas zonas y, si en algún momento se afrontase una necesaria excavación y reconstrucción de estas trincheras, muy probablemente cambiarían estos planteamientos al aportar nuevos datos.

 El grupo de defensas puede dividirse en dos zonas: La principal, en el oeste del yacimiento, estaría formada por un triángulo defensivo de trincheras de resistencia, en cuyo interior se encontraría un observatorio con visión directa del frente de Porcuna, Higuera y Martos, que estaría comunicado telefónicamente con Martos y Torredonjimeno. En este lugar, con toda seguridad, se asentaría un  puesto de mando y posiciones artilleras de gran calibre, a juzgar por los orificios de anclaje de gran tamaño que aún existen en la roca. En el exterior del triángulo quedarían polvorines excavados en la roca. Por otro lado y muy cerca del triángulo, por la profundidad de las trincheras y restos materiales, pudo existir un refugio antiaéreo junto a un pozo de tirador.

"El refugio en la batalla"
 La segunda zona estaría formada por el resto de la trinchera, que en la actualidad tiene más de un kilómetro de recorrido, lo que convierte a este conjunto de trincheras en uno de los vestigios de la Guerra Civil más extensos y mejor conservados de la provincia, lo que nos daría un motivo más para solicitar su urgente excavación y revalorización. A lo largo de la trinchera se pueden encontrar 5 pozos de tirador, un puesto de fusil ametrallador, un abrigo para tropa, un asentamiento para una ametralladora y un camino de evacuación aún existente.

Supuestos cupones de racionamiento de la Guerra Civil de Martos

 CONCLUSIÓN Han pasado prácticamente 77 años desde el final de la Guerra Civil. En España, por desgracia, apenas se han conservado vestigios de la Guerra, al contrario de lo ocurrido en otros países europeos, donde los lugares ocupados durante la I y II Guerra Mundial, como los campos de concentración o de batalla, han sido asumidos como pasado e historia que actualmente se aprovechan como elemento de atracción turística. En España el fin del régimen franquista trajo consigo un intento de olvidar todo lo sucedido en la contienda y en años posteriores. Nadie quería hablar, ni recordar qué pasó en aquellos años.

 Como consecuencia de este pensamiento, paisajes como las Trincheras de las Piedras de Cuca fueron olvidados. Pero lugares como este pueden convertirse en enclaves de atracción turística, enclaves en los que bastaría con una pequeña excavación de los restos bélicos y una reconstrucción de los paisajes, lo que se conseguiría con una escasa inversión económica. Todo ello acompañado con visitas guiadas, paneles interpretativos que expliquen los acontecimientos de la Guerra Civil de una manera objetiva, podían significar la salvación de un patrimonio que urge proteger antes de su definitiva desaparición. 77 años después, es el momento de reconstruir todo lo ocurrido, afrontándolo como la historia que fue y que no debería repetirse, y no pasar página como se hizo en el pasado.

 

 Si enterramos estos lugares, habremos perdido la oportunidad de aprovecharlos, como hitos que mantengan la memoria de lo que no debería volver a ocurrir y como lugares que lo muestren a los posibles visitantes, ya que la recuperación de los vestigios arquitectónicos de la Guerra Civil con fines turísticos está creando unos flujos de visitas de turistas nacionales y extranjeros muy importantes, porque y hay que tenerlo muy en cuenta, debemos tener presente que ha nacido un turismo de indudable interés cultural, histórico y geográfico que ofrece un abanico de nuevas posibilidades que afecta a nuestro patrimonio y que nos da múltiples opciones si queremos aprovecharlo… Solo tenemos que quererlo.

PD: Para terminar y como anécdota para los aficionados a estos temas, os diré que este lugar está hoy habitado por fantasmas y nunca mejor dicho, puesto que son muchos los testimonios de hechos paranormales que se han producido en este lugar...pero eso, es algo de lo que ya hablaremos en otro momento.