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lunes, 15 de octubre de 2018

El Nacimiento de Arbuniel, paraíso del agua entre sierras

Saludos, amigas y amigos.

En esta tierra que constantemente se ve azorada por el fantasma de la sequía, cuya amenaza va creciendo por culpa del cambio climático, es siempre un auténtico placer disfrutar de los generosos manantiales, fuentes, y demás paraísos acuáticos que podemos encontrar a lo largo de la provincia.

Hoy quisiera acompañaros a descubrir uno de ellos.


Dirigimos nuestros pasos hacia la pequeña pedanía de Arbuniel, perteneciente a Cambil, vigías ambas poblaciones de una parte de la Sierra Mágina, que durante siglos fue frontera entre reinos y lugar de escaramuzas constantes durante la Reconquista.


Pues bien, uno de los grandes reclamos de Arbuniel, que no el único, está a las afueras del pueblo donde se encuentra el llamado Nacimiento del Río Arbuniel.


En este lugar, podemos descubrir un hermoso estanque o charca de aguas frescas y cristalinas a los pies del Monte de Torre Gallerín.


Este enorme embalse de aguas turquesas recoge las aguas abundantes que nacen en el lugar y las reparte por todo el pueblo en una serie de canalizaciones que lo llenan de vida.


Además, junto a este enorme lago de agua dulce, se encuentra una antigua central hidroeléctrica (de cuatro que existían) que utilizaba la corriente del agua para generar electricidad, siendo una importante fuente de energía limpia y hoy lamentablemente perdida. También antaño movieron molinos harineros y de aceite.


Este caudaloso manantial, orgullo de los habitantes de la zona que surge con fuerza entre las rocas del entorno, forma además del gran estanque varias pequeñas cascadas que refrescan el ya de por sí fresco lugar, al tiempo que aquí podemos disfrutar de la tranquilidad y el sosiego que se respira al estar la zona habilitada para zona de recreo.


Además, aquí viven multitud de especies animales y vegetales subacuáticas, representadas sobre todo por una hermosa bandada de patos que hacen las delicias de los visitantes y forman una estampa única que enamora a cuantos se acercan hasta aquí.



Si no lo habéis hecho ya, tenéis que venir a Arbuniel.

lunes, 20 de agosto de 2018

La Playa de Mogón, paraíso veraniego entre sierras.

Saludos, amigas y amigos.

Aunque ya lo hemos repetido varias veces en este blog, hoy toca de nuevo decirlo: ¿Quién dice que en Jaén no tenemos playa?


El calor que golpea nuestro mar de olivos se vuelve mucho más llevadero, si aprovechamos la gran cantidad de espacios acuáticos que nuestra provincia atesora, unos más salvajes y otros habilitados para el baño. 


Sea como fuere, aquí muy cerca de casa podemos disfrutar de auténticos paraísos sin salir de nuestra provincia.


Hoy os traigo un nuevo ejemplo, vamos a descubrir la Playa de Mogón.

 

En la localidad de Villacarrillo, se encuentra esta pequeña pedanía a los pies de la Sierra de Cazorla, bañada por varios ríos que bajan recién nacidos de sus cunas montañosas.

 
El gran río andaluz, el Guadalquivir, se encuentra en esta pequeña población con el río Aguascebas, que aunque de pequeño recorrido, suele ser muy caudaloso. 


Pocos metros antes de fundir sus aguas para siempre en un abrazo, el Aguascebas se remansa y forma una hermosa piscina natural, que es el orgullo de los lugareños y todo un reclamo que en verano atrae visitantes de media provincia.


Esta piscina natural está formada por un gran remanso rodeado por un frondoso bosque de ribera, que sustituye los bosques de la Sierra de las Villas por donde han ido corriendo estas aguas.


Tras pasar por el ojo del puente que comunica con la sierra, llegamos a esta joya de grandes dimensiones que domestica la orilla del río y ofrece un lugar idílico para disfrutar de sus fresquísimas aguas, y es que se nota y mucho, cómo las aguas bajadas desde las alturas no tienen tiempo de subir un par de grados; haciendo que el baño sea de los refrescantes de verdad.


Este río, además, da más de una alegría a la zona independientemente de la época; pues sierra arriba y sobre todo en invierno, forma la espectacular cascada de la Osera.


En esta playa serrana, no solo encontramos toda clase de comodidades para disfrutar de un día a remojo olvidándonos de los rigores veraniegos, sino que tenemos muy cerca cantidad de bares y establecimientos para disfrutar de las buenas viandas de la sierra.

Además, el lugar ofrece muy buenas zonas para la fotografía, no solo en la zona de baño sino también en la pequeña cascada que forma la presa que contiene el agua del lugar.


En definitiva, un lugar cautivador para disfrutar este verano, para descubrir en persona y disfrutar sin tener que salir de Jaén, sin tener que recorrer grandes distancias, sin colas, sin atascos, de tanto como ofrece nuestra tierra.


Este verano, ¡quédate en Jaén!

martes, 24 de julio de 2018

La Central Hidroeléctrica de Casas Nuevas en Marmolejo. Puerta del tiempo en el Guadalquivir.

Saludos, amigas y amigos.

Está claro que a veces los planes más imprevistos e improvisados son los más divertidos e incluso sorprendentes.


No hace mucho, os mostraba el Castillo de la Aragonesa en Marmolejo; pero lo que no os conté, es que en esa escapada por la historia de Jaén me encontré con una auténtica joya, que como siempre, se encuentra relegada al más absoluto de los olvidos.



Poco o nada, se encuentra por internet de este lugar, digno de estudio y más aún, digno de ser rescatado y puesto en valor, pues su singularidad es única en la provincia.


Os pongo en situación: a escasos kilómetros de la pedanía de San Julián, en el camino que se dirige hacia el castillo de la Aragonesa, nos acercamos peligrosamente al cauce del río Guadalquivir que baña estas tierras.



Aunque no existe ninguna señal que lo indique, un extraño muro de hormigón crece entre el bosque de ribera adentrándose en el río.
 


 

Si lo seguimos, atravesaremos el bosque, comprobando que este muro artificial cruza el río en toda su extensión y que se encuentra plagado de grafitis escritos en el hormigón durante la construcción que nos hablan de las antiguas gentes que aquí trabajaron hace más de cien años.
 


Los engranajes que movían las compuertas de esta presa que producía un desnivel de 6,5 metros, yacen hoy oxidados e inmóviles y la presa se encuentra colmatada por sedimentos y vegetación.


El agua cae en un impresionante torrente por las compuertas y justo en el centro del cauce del río, se encuentran los edificios de la central hidroeléctrica. Una ubicación muy curiosa, que nos cuenta cómo el río durante una gran riada, modificó su cauce y la presa debió ampliarse.



El edificio donde se encontraban las turbinas comenzó a funcionar a principios del siglo XX y estuvo en funcionamiento hasta los inicios de la década de los 60.



A pesar de los años de abandono y de estar expuesto a la furia del Guadalquivir, este edificio se encuentra en bastante buen estado, y los enormes huecos donde antaño se encontraban las turbinas que el agua movía, dan cuenta de la importancia del lugar y de la producción eléctrica que de aquí surgiría.


El edificio se encuentra decorado con el estilo de la época y uno no puede dejar de pensar en las múltiples oportunidades para el turismo que aquí podrían surgir... como se suele decir, de estar en otro país, hace décadas que este sitio estaría atrayendo a miles de turistas.



Pero lo curioso del lugar aún está por visitar.


Este edificio decimonónico se encuentra construido sobre la antigua estructura de un molino del siglo XV.


Las antiguas compuertas de madera de estos molinos sobreviven junto a las modernas de hierro de los aliviaderos de la presa y bajo la pasarela que cruza el río, encontramos una serie de accesos que en muchas ocasiones pasan desapercibidos.



Si bajamos por ellos, llegamos a las antiguas aceñas del molino. Un molino harinero con 6 ruedas, que proporcionaba harina a toda la comarca.


La estructura, pese a quedar sumergida durante los periodos de gran caudal, se conserva muy bien; aunque parcialmente enterrada por sedimentos.


En su interior se pueden observar gran cantidad de inscripciones antiguas, como fechas (1877), estrellas de David y todo tipo de marcas de cantero que deberían ser objeto de estudio.


En otro edificio del molino, contiguo al anterior, las sorpresas se suceden. Acceder al mismo es todo un reto, pero al llegar a la estancia que da ascenso a esta nueva aceña, nos encontramos con una pared totalmente decorada con sillares labrados con inscripciones de los trabajadores del lugar.


Inscripciones que nos hablan de canteros de Marmolejo o Andújar que trabajaron aquí entre 1890 y 1900 y que dejaron su legado que pervive hoy día. Todo esto se encuentra rodeado de una frondosa vegetación, en la que el agua y los sedimentos han ido formando varias isletas que dan cobijo a una gran variedad de fauna y flora que forman un conjunto natural e histórico que merece muchísimo más y que estoy seguro de que en el futuro, más pronto que tarde, despertará y pondrá este lugar en el sitio que le corresponde.

lunes, 23 de julio de 2018

El Río Cuadros en Bedmar: un entorno para disfrutar

Con la llegada del calor veraniego a nuestra provincia, la gran mayoría de los jaeneros buscamos refugio en lugares frescos y a ser posible debido a los tiempos que corren, asequibles.

Piscinas, los pocos torrentes de agua que sobreviven a este calor, zonas de recreo y bares están a rebosar en estos días y las playas de Andalucía se van llenando de vecinos que inician su particular éxodo vacacional hacia la costa.



Puesto que son muchos los amigos que me piden que escriba sobre lugares donde pasar un fin de semana manteniendo a raya al calor, he decidido crear una especie de sección veraniega en este blog para hablar de los muchos lugares de esta provincia que merece la pena conocer y que más de uno se alegrará de disfrutar este verano. ¡Y es que Jaén también es para el verano!

Hoy, vamos a viajar al corazón de Sierra Mágina, a un lugar con mucho encanto en este Parque Natural que tiene mucho que ofrecer; vamos a conocer el Río Cuadros y el entorno privilegiado que le rodea:

El Río Cuadros se encuentra en el pueblo de Bedmar a cuarenta minutos de Jaén Capital. Se trata de un acogedor pueblo serrano coronado por dos castillos, como muestra de que hace unos siglos era frontera y muralla entre reinos cristianos y árabes.

Para llegar al río, deberemos atravesar el pueblo en dirección Jódar hasta encontrar un desvío señalizado que tras 4 kilómetros nos sumergirá en el bosque, dejando atrás el imperio del olivar.

Antes de llegar, tendremos que elegir entre girar hacia la izquierda, hacia el río o dirigirnos a la derecha.


Tomando el segundo camino, llegaremos a un aparcamiento entre el bosque, que nos llevará hasta las puertas del Santuario de la Virgen de Cuadros, muy querida y conocida por toda la provincia. La pequeña subida hasta la ermita nos sorprende con estampas de agua por todos lados hasta llegar a la recoleta plaza adornada por todo un festival de flores, en el que sobresale el pilar, que llena de frescor y sonoridad el lugar; además de regalarnos la vista con los peces multicolores que habitan en sus aguas.
 

Cuentan de esta ermita y de la Virgen que los fieles que visitan este lugar, se cuentan por cientos diariamente buscando el amparo de los constantes milagros que se producen a los pies de la Virgen y se cuenta que incluso los mudos recuperaban el habla en tan sagrado lugar.




Acabada la visita, podemos dirigirnos hacia el torreón de Cuadros. Se encuentra a unos centenares de metros bosque arriba, donde vuelve a mostrarnos la histórica parte que jugó este lugar durante la Reconquista. Desde esta histórica atalaya, podemos otear un vasto horizonte que va desde las cumbres serranas a la campiña olivarera que compite en territorio con la sierra.

 

Regresando sobre nuestros pasos, encontramos junto al aparcamiento una señal que indica “Cuevas” y curiosos la seguimos descendiendo rápidamente, al tiempo que lo hace la temperatura tornándose mucho más fresca, mientras nos topamos con el Hórreo de Cuadros; una singular maravilla de este lugar que nos transporta a lugares lejanos del norte.



Para conocer las cuevas, debemos internarnos en las heladas aguas del Río Cuadros, provenientes de las cumbres de la sierra.



Caminando en dirección contraria a la corriente, nos vamos internando en oquedades esculpidas por el agua durante siglos, que toman curiosas formas y están rodeadas por una vegetación exuberante que incluso se adentra en ellas.


En este mundo subterráneo, llegaremos al final del camino al encontrarnos con una cascada que inunda con sus aguas una estancia plagada de estalagmitas que recorren toda la estancia natural.






El calor aquí no existe. Maravillados de tanto como hemos visto, podemos recuperarnos de la impresión de tanta belleza, volviendo al coche y dirigiéndonos ahora al cruce que dejamos a nuestras espaldas.


Desde allí, girando esta vez a la izquierda, llegaremos al río nuevamente; cuyas frescas y cristalinas aguas discurren bajo un enorme bosque de adelfas, que es el más grande de nuestro país. Desde aquí, surgen cantidad de senderos que cruzan la sierra; todo un lujo para los amantes del senderismo, que además está habilitado como merendero.

 

Aquí, podemos poner fin a nuestra visita por hoy, sabiendo que en este lugar, tanta belleza natural es un placer para los sentidos que llena de vida y energía a cualquiera que ponga un pie en este lugar.