miércoles, 27 de junio de 2018

El Origen de la Calle Lepe de Martos

Saludos amigas y amigos.


Muchas veces sin darnos cuenta, ignoramos nuestro callejero y la denominación que muchas veces reciben las calles de nuestra histórica ciudad, sin reparar ni un segundo, en que los nombres de las mismas guardan una historia tremenda escondida en un puñado de letras.


Un ejemplo de ello, lo encontramos en el corazón de Martos, con el nombre de Calle Lepe.


Cuando uno pasea por esta calle, que baja desde el Albollón y nos dirige hacia la Plaza de la Fuente Nueva, lo primero que se encuentra es que en sus primeros metros guarda un Refugio antiaéreo de la guerra civil con dos aberturas.


A escasos metros, encontramos varios típicos ejemplos de arquitectura popular marteña, topándonos primero con un callejón sin salida que aprovecha al máximo la difícil orografía de nuestra ciudad, al tiempo que permite crecer una higuera en plena calle, que proporciona sombra, refugio para animales y sus dulces frutos.

 


A pocos metros, otro callejón que ofrece un rincón de paz, adornado de asientos (poyetes en Martos) se encuentra salpicado por varios “trasteros” subterráneos, alojados debajo de la calle, que vuelve a mostrarnos dos ejemplos de refugio antiaéreo construido por la Defensa Especial Contra Aeronaves DECA durante el último conflicto civil, reutilizados o semi abandonados hoy día.


Continuando, por las intrincadas calles, que no permiten el paso de vehículos a motor y que además, son todo un gimnasio al aire libre por su pendiente, llegamos al final de la calle, donde yace sin vida, lo que fue el Cinema Olimpia, consumido por las llamas en los años 90.


Una calle llena de historia y curiosidades, no cabe duda. Pero, ¿de dónde viene su nombre? ¿Qué la relaciona con el pueblo onubense de Lepe?

 

La respuesta la encontramos en la historia:


En esta calle vivió Antón de Lepe, prestigioso maestro albañil en el Martos del siglo XVI, que fue elegido por Francisco del Castillo el Mozo, para participar en importantes obras en nuestra ciudad como el Ayuntamiento, la desaparecida Fuente de Neptuno, la Fuente Nueva, la remodelación de la Real Parroquia de Santa Marta y del Santuario de Santa María de la Villa.

La calle fue bautizada con el nombre de tan ilustre marteño, hasta que finalmente el vocablo popular, redujo el nombre de la calle, hasta el que hoy día conocemos.


Historias de la historia de nuestra ciudad, que cambian junto a ella.

El Por qué de las cosas: El origen de la tapa

Saludos, amigas y amigos.

Digámoslo ya. Es tiempo de terracita y caña, disfrutando de este tiempo, ahora que además los días son más largos y el calor está aquí. 

Los bares se llenan (nunca se vaciaron) y en muchas zonas de España, esas largas conversaciones a la mesa de cualquier bar, irán acompañadas de su correspondiente Tapa

Es más, una cerveza o cualquier consumición sin su tapa, no merece la pena para nada y el éxito o fracaso de muchos establecimientos, se debe a estas pequeñas cantidades de comida que se sirven en los bares para acompañar a la bebida y que se conocen popularmente como tapas. 


El uso de este vocablo como sinónimo de aperitivo tiene un origen dudoso.

Existen dos explicaciones del mismo:

La explicación histórica dice que el abyecto rey Alfonso XIII en una visita a Cádiz de regreso a palacio se detuvo en la llamada Venta o Ventorrillo del Chato, (establecimiento que aún existe en la playa homónima) y que pidió una copa de vino de Jerez.

El viento de aquella jornada, amenazaba con estropear la cata real, por lo que el dueño del establecimiento cubrió la copa con una loncha de jamón (lujos por aquellos años de escasez, solo al alcance de las altas élites, en un país donde mucha gente no sabía ni qué era la carne de cerdo).

Cuando el juerguista soberano, fue a catar el caldo preguntó qué era aquello, respondiéndole el mesonero, que “una tapa, para que no le entre arena en el vino” lo cual el rey aceptó de buen grado, repitiendo tanto él como su séquito la comanda, con otra tapa igual.


Existe otra versión, que además de sencilla, muy probablemente sea la más realista. (La versión más sencilla y fácil de las cosas suele ser la más acertada). Y es que antaño, en épocas de estío, donde además no existían los insecticidas químicos y los alimentos se conservaban en despensas donde en ocasiones se estropeaban y pudrían, abundaban los insectos, sobre todo las moscas y mosquitos, que en ocasiones solían acabar ahogados en los vasos de los parroquianos de tabernas y bares. 

Para evitar estas molestias, los avispados camareros, comenzaron a servir las copas tapadas con pequeñas tapas, en las que solían añadir algún aperitivo, tipo aceituna o fruto seco, que no solo impedía la entrada del insecto, sino que además, llenaba mínimamente el buche lo justo, para que el posible beodo, bebiera un par de vasos más y así, aumentara la cuantía de su cuenta. 


Tan sencillo...y tan nuestro hoy día, cuando el hecho de que no te pongan tapa con una consumición, es casi casi una ofensa...eso sí, en estas tierras del buen beber y el mejor yantar en tierras más turísticas...es otra historia!