domingo, 24 de enero de 2021

La Guerra Civil en Martos Primera Parte. Cuando la FAI planeo asesinar a Franco en Martos

 


Saludos amigas y amigos!

Despues de un tiempo de parón volvemos a la batalla. En este tiempo, compaginare mi canal de Youtube, con este blog. 

Espero que os guste!

martes, 9 de junio de 2020

Paseando por tus calles, Martos: El Origen de la Calle Roa

Saludos, amigas y amigos.

De nuevo, en este singular paseo descubriendo el callejero de la Bimilenaria Ciudad de la Peña, nos encaminamos a descubrir el origen de otra de las calles singulares de Martos y de su nombre.
Hoy, nos quedamos muy cerca de la Plaza de la Constitución y ponemos rumbo a la Calle Roa, cuyo nombre completo es Calle de la Roa. Esta calle, que nos dirige desde la plaza hacia el centro histórico de la ciudad, guarda multitud de secretos que esperan ser descubiertos.


Es una calle que nos remonta al Martos Medieval y Calatravo, cuando la ciudad estaba encerrada tras sus murallas como así lo demuestran los paños de muralla que a duras penas resisten en las traseras de las casas de la calle y que nos hablan de ese trazado amurallado que con toda probabilidad se encuentra integrado en las casas.


Pero nos cuentan mucho más. Hace unos años, tras una excavación arqueológica surgieron en esta calle restos romanos, que nos hablan de antiguas estructuras vinculadas al muy cercano foro romano de la ciudad, que podían ser desde una cisterna a un conjunto termal, entre otras hipótesis. Aunque los restos no se conservaron, sí que nos hablan de la gran riqueza que esconde el subsuelo en este lugar que nos cuenta, que el trazado de estas calles no ha variado desde epoca romana, nada menos.



En la actualidad, esta calle vecinal ofrece unas singulares vistas de la fortaleza baja. Se ubica en una zona humilde, pero en el pasado, en ella vivieron destacados personajes de la Villa de Martos, como el que le da nombre a esta calle.


Martos, desde la Reconquista Cristiana en 1219, fue repoblado en varias ocasiones debido a los movimientos de población musulmana y cristiana que generó la toma de la ciudad y motivado igualmente por los constantes ataques musulmanes. Tras el final de la guerra de Granada, mucha población del norte de la península, puso sus ojos en el sur para vivir y prosperar aquí.
 


Muchos colonos castellanos llegaron a esta zona y uno de ellos se llamaba Simón de Roa, oriundo de la Villa de Roa en Burgos. Este infante castellano llegó a la Ciudad de Martos a principios del siglo XVI, posiblemente atraído por el floreciente esplendor renacentista que se respiraba en nuestra ciudad, que tantas muestras nos ha dejado a día de hoy.

Roa, (Burgos) en la actualidad

Simón de Roa se instaló en esta calle con toda su familia, convirtiéndose en un destacado ciudadano hasta el punto que el 15 de agosto de 1568, fue elegido Síndico Personero de la Villa de Martos, es decir, una especie de Defensor del Pueblo frente a los abusos de las instituciones y los problemas vecinales, un cargo que era dedicado a las personas de confianza entre el pueblo, y que supieran ejercer la defensa de los mismos.


Un puesto por tanto, que le llevó a tener su propia calle con su nombre gracias a sus servicios y que con el tiempo ha visto reducido el nombre de la calle a “de la Roa” olvidando en parte, el pasado de este insigne ciudadano.

jueves, 7 de mayo de 2020

El Campanario de Santa Marta. El Faro del tiempo marteño

Saludos, amigas y amigos.

El pasado 2019, la ciudad de Martos celebró el 800 aniversario de la Reconquista de la Ciudad por Fernando III el Santo y el patronazgo de la misma por Santa Marta.



Esta importante efeméride me da pie a mostraros uno de los grandes tesoros que guarda la Real Parroquia de Santa Marta, como es su Torre Campanario, un elemento del patrimonio marteño muy singular y que lamentablemente a día de hoy, pese a estar presidiendo desde hace siglos el corazón de la Ciudad de la Peña como es la Plaza, sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de los vecinos de esta ciudad.


Y es que el acceso a él no es fácil en absoluto, por la incomprensible actitud de algunos elementos de la Iglesia en cerrar sus templos y el patrimonio que esconden al pueblo en general. Ya hablé en otra ocasión del Refugio Antiaéreo que esconde la iglesia de Santa Marta al que un servidor, después de muchos intentos, tardó 30 años en poder visitar. Pues bien, el campanario que hoy os muestro es idéntico, en el sentido de que el que os escribe ha tardado 31 años en poder visitarlo.



Está claro que lo que no se conoce no se puede valorar y mucho patrimonio de nuestra ciudad, debido al oscurantismo de algunos, es un absoluto desconocido. Y este campanario es un ejemplo.



Y hoy, aprovechando el pasado 800 aniversario de la cristianización de Martos, el patronazgo de Santa Marta, unido a la anunciada intención del Ayuntamiento de Martos de recuperar esta Torre Campanario y hacerla visitable, os invito a descubrir la Torre del reloj-Campanario de Santa Marta.



En el centro histórico de Martos, presidiendo toda la Plaza de la Constitución, encontramos la Real Parroquia de Santa Marta cuyo título de Real, indica que en dicha iglesia se pueden realizar desde pompas fúnebres de reyes a bodas y ceremonias de la realeza.


Esta iglesia, que anteriormente fue la Mezquita Aljama o Mezquita Mayor donde se concentraba el poder civil y religioso, fue anteriormente Catedral Visigoda, donde se asentaba la Sede Episcopal Tuccitana y antes de eso, Templo Romano, y quién sabe si ancestralmente no estuviera ya dedicado a ritos ancestrales.


La construcción de esta iglesia nos habla de tiempos tormentosos en los que la Villa de Martos quedó despoblada tras la Reconquista y del resurgimiento de la misma conforme la lucha se fue alejando y fueron llegando colonos. La vieja mezquita comenzó su transformación, que irá cambiando con los siglos hasta llegar al siglo XV cuando se remodelan el altar mayor y el baptisterio, junto a la portada de la iglesia de estilo gótico isabelino. No tardaría en entrar en escena el maestro cantero Francisco de Castillo el Mozo, modificando el cuerpo central de la iglesia, creando el estilo de muchas de las iglesias de la Orden de Calatrava, en que se dividen las mismas en tres naves con enormes columnas y cubierta de madera.



Junto a estas reformas, se llevan a cabo las obras de la Torre del reloj-Campanario, que en aquel siglo XVI era fundamental para el control del ritmo de la vida y del tiempo, al ser el único reloj de la ciudad.


Así durante 4 siglos, este reloj marcó las horas, los trabajos y la vida en Martos al tiempo que las campanas llaman a la oración o la misa o la celebración religiosa, con una sofisticada maquinaria para la época, a la que se destinaban constantemente recursos desde el ayuntamiento para su conservación y funcionamiento.


Las obras de la Torre, culminaron en 1562 como reza en la inscripción “soli deo honor et gloria. Acabose en 24 de octubre 1562 siendo rector desta iglesia frei Alonso Lara De Santiago y obrero Luis de Salazar alguacil maior de Martos” que se encuentra en la última planta, pero empecemos por el principio a describir la torre:



El acceso, se encuentra por la Calle Córdoba independiente de la iglesia. Al llegar a una primera estancia de gran altura, donde dan las cristaleras de la iglesia, podemos ver sobre nuestras cabezas, las pesas que hacen funcionar el reloj.



Tras ascender por unas escaleras de piedra, llegamos a la habitación de la maquinaria del reloj, junto a la esfera del mismo, que es una joya de la ingeniería del Renacimiento.



Desde aquí, comenzamos a ascender unas escaleras de caracol de piedra iluminadas con saeteras que dejan entrar la luz natural.



Las escaleras cambian a la madera, que tras tantos siglos se encuentran muy desgastadas y que generan mucha congoja el circular por ellas y sin duda deben reformarse.


 

Al seguir ascendiendo llegamos al cuerpo principal de campanas de planta cuadrada, que ya comienza a ofrecer unas increíbles vistas junto a las campanas, cada una de ellas bautizada y con parte de su historia escrita en las campanas mismas.


Si seguimos ascendiendo nos encontramos en el cuerpo superior de forma circular donde se encuentra una enorme campana que debió colocarse en este lugar antes de que terminase la construcción del campanario, debido a su enorme tamaño.


Los Arcos que guardan dicha campana se encuentran plagados de “grafitis” en la piedra cuyo origen es un misterio.
 

Podrían ser muy antiguos, de los años en los que en la plaza se realizaban corridas de toros y la gente subía al campanario y al tejado de la iglesia produciendo no pocos destrozos en los mismos por las fiestas.


O tal vez podrían ser las firmas de los soldados que durante la Guerra civil española estuvieron en el campanario, el cual se utilizaba como altavoz de defensa contra aeronaves. O de campaneros que vivían y conservaban el campanario.


Paseando por esta última planta, podemos encontrar la inscripción fundacional del campanario ya citada anteriormente, al tiempo que podemos disfrutar de la rica decoración que guarda este último cuerpo de campanas donde abundan las gárgolas, las hojas de acanto, las cornisas decoradas y molduras, junto a sus bellas columnas.


Y desde aquí, podremos disfrutar también de las hermosas vistas que nos ofrece, tanto de toda la Plaza de la Constitución, como de buena parte de la Ciudad de la Peña, junto a la Peña misma, dominados dichos paisajes por las abundantes cruces de la Orden de Calatrava que llenan el campanario y que nos cuentan una vez más, que estamos en una de las grandes capitales calatravas de España.


 ¡Esperemos que muy pronto, todos podamos disfrutar de este bellísimo lugar!

viernes, 27 de marzo de 2020

La Ruta de los Castillos y las Batallas: el viaje legendario

Saludos, amigas y amigos.

Después de mucho tiempo dándole vueltas a cómo meterle mano a esta entrada, por fin la tengo aquí. Ha sido mucho tiempo de preparación y no ha sido fácil enfrentarme al gran reto que es mostraros la Ruta de los Castillos y las Batallas al completo. Porque claro, lo fácil hubiera sido escribir aquí una entrada plagada de topicazos como hacen todos, puesto que solo hay que entrar en internet y buscar ejemplos de bloggers, algunos muy famosos y de afamados influencers y comprobar cómo para el 95% de los que escriben o han escrito sobre esta ruta, solo existen 4 o 5 castillos de los que se puede hablar.

La gran mayoría de gente que se interesa por la Ruta de los Castillos (y lo triste, es que encima más de uno lo hace subvencionado por alguna entidad o diputación) pasa de puntillas, resumiendo al máximo y quedándose con un puñado de lugares. En definitiva, la gran mayoría de gente que habla y “promociona” la ruta de los Castillos...no conoce la ruta.
Pues bien, ante esta lamentable situación, toca tirarse a la carretera y descubrir la Ruta de los Castillos y las Batallas al completo, desde las tierras de La Mancha Manchega a los pies de la Alhambra, cruzando todo Jaén.


¿O acaso este itinerario cultural e histórico merece menos?
¿Acaso uno hace el Camino De Santiago saltándose las tres partes del camino?

Vamos a viajar por nuestra tierra y su historia y vamos a promocionarla y darla a conocer como se merece. ¡Y sin cobrar ni un euro, oiga! 


En el Principio...la Batalla de Alarcos;

El comienzo de nuestra ruta, se encuentra muy cerca de Ciudad Real, donde el 19 de Julio de 1195 se produjo la batalla de Alarcos librada junto al castillo de Alarcos en la que se enfrentaron las huestes cristianas de Alfonso VIII contra los almohades de Yusuf II, que asestaron un duro golpe a los cristianos, tambaleando toda Castilla y frenando la Reconquista, que no solo fue frenada; numerosas poblaciones volvieron a manos musulmanas y el camino hacia Toledo quedó despejado.


 Sin embargo, esta victoria fue pasajera y solo 17 años después, comenzó una nueva ofensiva cristiana que cambiaría el mapa de toda la península para siempre.


El Castillo de Alarcos o Calatrava la Vieja: 

Cercano a la Villa de Poblete y a tiro de piedra de Ciudad Real, prácticamente a la orilla del Guadiana, se levanta la antigua ciudad de Calatrava.



Situada en un enclave potencialmente estratégico al estar en lo alto de un cerro que vigilaba los caminos desde Córdoba a Toledo, bordeada por un arroyo y por las lagunas que forma el Guadiana (que actualmente forman el muy próximo Parque Nacional de las Tablas de Daimiel) que dificultaban cualquier asalto, esta fortificación comenzó a levantarse poco tiempo después de la invasión musulmana. 


Convertida en una fundamental ciudadela islámica, azote de los reinos cristianos durante años, en 1147 fue conquistada por Alfonso VII que encomendó su defensa a los Caballeros de la Orden del Temple. Cuando estos decidieron abandonar su defensa, Raimundo de Fitero fundó aquí la Orden de Calatrava y convirtió el castillo en sede de la Orden. Tras la Batalla de Alarcos, el castillo volvió a manos musulmanas hasta 1212, cuando la ofensiva que desembocó en la Batalla de las Navas, lo reconquistó finalmente. 


El castillo actualmente es un inmenso yacimiento arqueológico, donde van surgiendo desde restos de época íbera a islámicos, de gran importancia. El castillo contaba con infinidad de torreones que se acercan al medio centenar, junto a un foso y un sistema revolucionario para la época, que abastecía de agua al recinto. Las torres proporcionaban una férrea defensa, que protegieron la medina, los arrabales y el alcázar hasta 1219 cuando los calatravos abandonaron el castillo, azotados por las enfermedades provocadas por los insectos de los cercanos humedales y pantanos, trasladando su sede al llamado Castillo de las Dueñas, rebautizado como Calatrava la Nueva y condenado a un progresivo abandono del lugar.


El Castillo-Convento de Calatrava la Nueva: 

Enclavado en la cima de un cerro rocoso que acaricia los mil metros de altura, situado sobre los restos de un antiguo campo de lava, se alza majestuoso este sagrado e imponente lugar en el término de Aldea del Rey.


Para acceder a él, debemos ascender un largo y tortuoso camino, construido para el Emperador Carlos I de España y V de Alemania, que recorre todo el cerro que se encuentra tupido de vegetación mediterránea. Enfrentado directamente con el cercano Castillo de Salvatierra que durante años estuvo en manos musulmanas, este importantísimo fortín se erigió como sede de la Orden de Calatrava a principios del siglo XIII y así continuó hasta el siglo XIX. 


En su interior, protegido por sólidas murallas, se encontraba una población amurallada, una iglesia, un convento, una fortaleza militar, una hospedería, caballerizas, tahonas, lagares y un extenso etcétera, puesto que solo quienes hemos visitado este castillo conocemos las colosales dimensiones del mismo. 


Junto a la fortaleza, donde se conservan las estancias de los freires y maestres calatravos, se pueden divisar las lejanas formas de Sierra Morena y Despeñaperros cuyos caminos vigilaban el castillo, y podemos encontrar el cementerio de los monjes.


A su lado, se levanta el convento presidido por el gran rosetón de roca volcánica, que corona esta gigantesca fortificación, tan tremenda, que es casi imposible de resumir aquí. 


El Castillo de Salvatierra:

A escasos kilómetros de Calatrava La Nueva, en un cerro cercano de dimensiones mucho más pequeñas, se levanta este castillo musulmán construido en buena parte con roca volcánica, sobre los cimientos de un poblado romano, en el término de Calzada de Calatrava.


Fue vigía durante los siglos de las fronteras entre los reinos cristianos y musulmanes, aunque en la actualidad, son muchos los interrogantes que esconde al no haberse podido realizar una excavación arqueológica en él y encontrarse en ruinas. 


Tras la Batalla de Alarcos y el repliegue de los cristianos en estos territorios, la conquista de este castillo fue sonada y se le atribuyen tintes legendarios. La Orden de Calatrava que tras la Batalla de Alarcos se encontraba al borde de la extinción, se lanzó a finales del siglo XII a la conquista de este castillo con menos de un millar de hombres entre calatravos y soldados. Tras la afortunada conquista, se hicieron fuertes, aún estando rodeados por territorio musulmán, convirtiendo la hazaña en un referente para el cristianismo, levantando un campanario en la Torre del Homenaje, frente a los ejércitos musulmanes que los asediaban. Un asedio que terminó con buena parte de los calatravos y soldados muertos, haciendo que el castillo volviera a manos musulmanas por muy poco tiempo, puesto que con la Batalla de las Navas, volvió definitivamente a manos cristianas.


En la actualidad, Salvatierra se encuentra en ruinas y parcialmente enterrado, aunque la majestuosidad de lugar puede apreciarse con solo acercarse al mismo. 

La Torre del Homenaje que aún se alza, se encuentra protegida por sólidas murallas de piedra rojiza volcánica. El castillo, que se adapta a la orografía del cerro, sigue conservando numerosas cámaras, recintos abovedados, aljibes y puertas de gran vía amaño; aunque la mayoría se encuentran parcialmente enterradas, lo que no quita que llamen poderosamente la atención puesto que son más los espacios que se encuentran bajo el suelo, que sobre el mismo. En los alrededores, también pueden intuirse los restos del antiguo poblado que rodeaba el lugar. Sin duda, nos encontramos con un lugar con unas posibilidades tremendas, que sin duda guarda multitud de secretos.



El Castillo de Castro Ferral:

Las ruinas de este castillo se encuentran enclavadas en pleno Despeñaperros, en los bosques cercanos al Puerto del Muradal que hasta la apertura del Paso de Despeñaperros conectaba la Mancha con Andalucía, en pleno término municipal de Santa Elena.


Cuando en 1212 el Papa Inocencio III llamó a la Cruzada contra el infiel, llamando a los reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra, junto a soldados franceses, portugueses y las Órdenes Militares de Santiago, Alcántara y Calatrava, esta coalición de ejércitos avanzó desde la Meseta Castellana conquistando múltiples fuertes del llamado Campo de Calatrava y llegando a este castillo vigía islámico que había sido abandonado ante el avance. 


Por aquí se prepararon los ejércitos cristianos para enfrentarse al ejército musulmán que les esperaba en las inmediaciones de la actual localidad de Santa Elena y aquí apareció Martín Alhaja, pastor mozárabe que conocía la zona y mostró a los ejércitos el paso hacia el Puerto del Rey, desde donde pudieron los cristianos enfrentarse en buena posición a los musulmanes. Tras el triunfo cristiano en las Navas, el castillo quedó abandonado y a finales del siglo XX, quedó en parte destruido al realizarse un cortafuegos, enterrando parte del castillo, aljibe y varias estructuras, dejando apenas los restos de la actual torre en pie.

 


Cuando todo cambió: La Batalla de las Navas de Tolosa:


En el verano de 1212, (que es cuando se realizaban las maniobras militares en el medievo, pues en otoño, invierno y primavera lo fundamental eran los cultivos y las cosechas, fueran cristianos o musulmanes) dos inmensos ejércitos se prepararon para una gran batalla. Buena seña de ello, podemos encontrar en el Museo de la Batalla de las Navas, en las afueras de Santa Elena. En él podremos acercarnos con todo lujo de detalles, a esta histórica gesta:


Por un lado, los ejércitos del califa almohade Muhammad an-Nasir, llamado Miramamolin con un ejército que se estimaba entre 120.000 y 150.000 hombres formado por soldados de Al-Ándalus, bereberes del norte de África y tropas de élite africanas que cerraban el paso a unos 75.000-90.000 soldados formados por la alianza de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra, las Órdenes Militares del Temple, Calatrava, Santiago, Alcántara junto a soldados franceses, portugueses, cuyo objetivo era resarcirse de la Batalla de Alarcos y desestabilizar a todo el territorio almohade de Al-Ándalus, (aunque las cifras de soldados después de 800 años, es normal que bailen de un estudio a otro).


Tras burlar el cerco que los árabes habían creado y llegar por el Puerto del Rey, los cristianos se abrieron en tres líneas con nuevas estrategias gestadas tras la toma de Alarcos meses antes. Los cristianos debieron de cargar cuesta arriba, enfrentándose a un enemigo que les superaba en número, sufriendo tremendas bajas que a punto estuvieron de hacerles sucumbir a los cristianos.


Pero la batalla acabó con un gran triunfo cuando Alfonso VIII, inició la que fue conocida como la Carga de los Tres Reyes, que destrozó las compactas líneas almohades y abrió el camino hacia la tienda de Miramamolin que aunque fuertemente defendida por suicidas encadenados entre ellos, acabó sucumbiendo provocando la desbandada de los moros.

 Esta victoria supuso un empuje definitivo para Castilla sobre todo y el declive de los musulmanes, que al poco entregaron villas claves como Andújar y Martos, abriéndose el camino para la conquista de Jaén y Córdoba, al tiempo que Baeza quedaba bajo protección y al servicio de Castilla. 


Castillo de las Navas de Tolosa:

Francamente, incluyo este castillo en este artículo por pura obligación al estar incluido en la ruta, pero es el único de todo el itinerario que no he podido visitar y no será por las más de diez ocasiones que lo he intentado. Sin embargo, este castillo, incluido en la Ruta de los Castillos y las Batallas, declarado Bien de Interés Cultural, se encuentra en una finca privada, abocado al olvido y el abandono; solo se abre al público para algún que otro ocasional autobús de turistas, y si un historiador o alguien interesado en darlo a conocer dice de visitarlo, pasan de una forma vergonzosa de él. Y lo digo, después de varias semanas constantes de llamar, mandar e-mails, y de visitar el negocio propietario en cuestión, en la que solo conseguí malas caras y largas. El hecho de que en internet y redes sociales, apenas si existan fotos del mismo, lo confirma.


Este castillo, en el término de La Carolina, se estima que es del siglo X y tuvo un papel principal en la Batalla de las Navas. En la actualidad, se conservan las ruinas de una Torre del Homenaje y restos de muralla. Lamentable que lugares con tanta historia se encuentren cerrados al público.


El Castillo de Vilches o del Cerro de la Virgen: 

Coronando el municipio de Vilches, en el llamado Cerro de la Virgen que domina todo el casco urbano de la localidad y que conecta visualmente con el Castillo de Giribaile, buena parte de Sierra Morena, los valles de los ríos Guarrizas y Guadalquivir junto a las estribaciones de Despeñaperros, se alzan los restos de un antiguo castillo.
 


El semidesaparecido castillo, se asienta sobre un antiguo oppidum íberorromano, que se alzó como un fuerte en época árabe para dar cobertura y protección a las numerosas alquerías rurales de la zona. Conquistado pocos días después de la Batalla de las Navas, fue fortificado para controlar los pasos de Sierra Morena y para hacer frente al vecino y enemigo Castillo de Giribaile.


Con el Pacto de las Navas y la entrega a los cristianos de Andújar y Martos, la frontera se desplazó muchos kilómetros hacia el sur, perdiendo parte de la importancia este castillo que con el tiempo fue arruinándose hasta que en el siglo XVIII fue en gran parte demolido y con sus materiales se levantó el Santuario de la Virgen del Castillo donde se guardan reliquias de la Batalla de las Navas


Del castillo, perviven algunos paños de muralla, torreones, alguna puerta y sigue siendo una atalaya magnífica para disfrutar de las vistas de todo el pueblo y muchos kilómetros a la redonda.


Castillo de Giribaile: 

En el término municipal de Vilches, a unos kilómetros de la localidad, controlando la vega del Guadalimar y el pantano del Giribaile, se alzan los restos de este castillo. 


Construido sobre un cerro rocoso en el que se encuentran los restos arqueológicos de un gran oppidum oretano, conectado después por la vía Heraclea con Cástulo en tiempos de los romanos, continuó existiendo con los visigodos que descubrieron en los farallones que defienden el lugar, un santuario ancestral del que quedan muchísimas cueva.

 

Con la invasión musulmana, se alzó un castillo refugio que fue reforzándose con los almohades y que sucumbió pocos años después de la Batalla de las Navas, convirtiéndose en guarda y custodia de Sierra Morena, hasta que las fronteras fueron retirándose hacia el sur y quedando progresivamente abandonado.


Actualmente en la zona se vienen realizando excavaciones arqueológicas que van descubriendo la gran ciudad íberorromana que se esconde bajo el suelo y que se unen al complejo de cuevas que aún conservan parte de su gran recorrido. El castillo se encuentra en ruinas y sobreviven algunas torres de tapial de época islámica, junto a algunas murallas, aljibes y fosos, en los que abundan los materiales de diversas épocas, al estar el castillo superpuesto por los diferentes pueblos que por él pasaron.


El desaparecido Castillo de Linares: 

En el corazón histórico de Linares, escondido entre edificios que tapan casi por completo su visión, se levantan los escasos restos del Castillo de Linares.



Un castillo que fue guarda de una encrucijada de caminos durante siglos y que acabó en manos cristianas de forma definitiva en 1227 vinculado a Baeza desde entonces. Tras participar de forma activa en las guerras civiles de Castilla en los años finales del siglo XV y ser hospedería de célebres personajes como los Reyes Católicos, el castillo fue arrasado por el “modernismo” que trajo la Revolución Industrial a esta ciudad, convirtiéndola en una potencia minera mundial. 


Del castillo apenas quedan unos antiguos dibujos que muestran un fuerte rectangular, con torreones circulares en las esquinas.

 


El Castillo de Santa Eufemia en Cástulo:

Linares es una de las dos ciudades de toda la ruta, que tiene tres castillos incluidos en la misma. El segundo castillo se encuentra en el parque arqueológico de Cástulo, rodeado de una rica ciudad íberorromana que va resurgiendo poco a poco de sus cenizas.


Se cree que tras la invasión árabe, Cástulo estaba prácticamente abandonada y su estratégica situación hizo que la ciudad volviera a poblarse en el medievo, construyéndose nuevas defensas como este castillo para frenar el avance cristiano.



Construido en uno de los extremos de la ciudad, defendido por las empinadas laderas que se encuentran muy cerca, este castillo hoy en ruinas contó con una Torre del Homenaje de varias plantas incluido un aljibe y varias torres amuralladas de las que hoy solo quedan parte, incluidas en el gran complejo arqueológico de Cástulo.



El Castillo de Tobaruela:

A unos kilómetros de Linares en dirección a Jabalquinto, se encuentra este castillo en manos privadas.

 

En manos siempre de la nobleza y el marquesado, el castillo actual, es un castillo señorial del siglo XV con una magnífica portada adornada con los escudos de Carvajal, Guzmán, Portugal y Cueva.


El castillo, construido al parecer sobre un antiguo fuerte musulmán, guarda algunos restos y lápidas en sus esquinas, aunque en la actualidad se encuentra muy transformado por el cortijo actual que existe en su interior.


El Castillo de Burgalimar:

Presidiendo Baños de la Encina, surge este inmenso castillo conformado por altas murallas y 14 torres, más la altanera Torre del Homenaje


Se dice que el autor de una de las mayores ampliaciones de la Mezquita de Córdoba, el califa Alhaken II, mandó construir este castillo junto a la orilla del Río Rumblar y de todo su valle, para construir a lo largo de toda Sierra Morena, acuartelamientos para tropas en los últimos años del siglo X. Tras múltiples intentos de conquista y reconquista por cristianos y musulmanes durante los siglos XII-XIII, tras la debacle musulmana en la Batalla de las Navas, el futuro del castillo quedó escrito pasando definitivamente a manos cristianas en 1225.


La historia y la leyenda de este castillo es extensísima. Se dice que por él pasaron muchísimos reyes, desde Alfonso VII, Alfonso VIII, Alfonso IX, Fernando el Católico, Pedro II, Sancho VII, e incluso que Fernando III llegó a nacer en él. También se asegura que durante la Guerra de la Independencia, los franceses quedaron prendados del lugar tratando de destruirlo en su retirada y cómo no, que es el segundo Castillo más Antiguo de Europa.


Adentrarse en él, es sorprenderse con un inmenso recinto amurallado, cuyas almenas ofrecen una privilegiada vista de todo Baños y de todos los hermosos alrededores, bañados por el actual Pantano del Rumblar.


Un entorno, una historia y un castillo, que merecidamente fueron declarados Monumento Nacional en la Segunda República Española. 


Batalla de Bailén: 

Llegando a la localidad de Bailén, encontramos en su centro histórico, el Museo de la Batalla de Bailén. Allí podemos adentrarnos en la histórica batalla que en el verano de 1808, enfrentó a los españoles y a los invasores franceses en las afueras de la ciudad.


Podremos conocer cómo el General Castaños durante días estuvo jugando al gato y el ratón con el General Reding, hasta presentar batalla con unos 22.000 franceses frente a 30.000 españoles. 


En el enfrentamiento que duró varias horas, los soldados franceses y españoles se batieron junto a la fusilería, caballeros y la artillería. Tras horas de lucha, muertes, repliegues y contraataques, los franceses empezaron a sufrir un severo desgaste, acrecentado por el apoyo de las gentes de Bailén a los soldados españoles y a los rigores veraniegos.


Finalmente los franceses totalmente agotados, con la esperanza frustrada de recibir refuerzos y con miles de muertos entre sus filas, decidieron rendirse en la primera derrota de los ejércitos napoleónicos en Europa. 


Junto al museo, todos los años la ciudad de Bailén recuerda esta gran gesta, en una vistosa exhibición de uniformes, recreaciones y ambiente festivo, que llena las calles. 


El desaparecido Castillo de Andújar:

A los pies de Sierra Morena, poblado desde hace milenios, surge la ciudad de Andújar a orillas del Guadalquivir. Sobre un antiguo poblado romano, desde el siglo VIII comenzó a levantarse la ciudad islámica de Anduyar.

 

Con una fortísima muralla de casi dos kilómetros de recorrido, con medio centenar de torres y varias puertas, fueron reforzadas con el alcázar, varios fosos y antemuros.

En tiempos de Abderramán III, la ciudad se convirtió en un potente acuartelamiento militar, haciendo que su riqueza y prosperidad aumentaran y haciendo que las huestes cristianas trataran de conquistarla ya en el siglo XII. No fue hasta 1219, cuando tras la Batalla de las Navas, se alcanzase el Pacto de las Navas, con el que se entregó la ciudad, avanzando posiciones los cristianos y controlando el paso del Guadalquivir, amenazando Córdoba


Terminada la Reconquista, la ciudad comenzó a expandirse y las murallas quedaron olvidadas, deteriorándose y poco a poco desapareciendo, derrumbadas por el empuje urbano, por la invasión francesa o por mandato real, como ocurrió con la visita de Isabel II cuando muchas murallas y puertas fueron derruidas. 


El castillo, tras la Desamortización de Mendizábal, quedó en manos privadas, reutilizándose en varios usos hasta quedar destruido en el siglo XX, quedando en la actualidad algunos paños de murallas, como muestra de aquel pasado glorioso. 



El Castillo de Macías el Enamorado en Arjonilla:

A medio camino entre Andújar y Arjona, controlando el camino hacia Porcuna, se encuentra Arjonilla. En él se cree que murió un famoso trovador, encerrado por los celos de un señor sobre su esposa. 


Levantado sobre el solar de un antiguo recinto islámico, cuyos restos resurgieron a finales del siglo XX en una excavación arqueológica, tras la Reconquista fue entregado a la Orden de Calatrava quien lo fortificó y pobló, dotándolo de una torre donde se supone que estuvo preso el Trovador Macías y de una capilla en donde reposaron los restos del mismo durante siglos. 



Actualmente, del castillo perviven los restos de varias murallas y de algunas torres y de todo el recinto amurallado integrado en el caserío, rodeado de hermosos monumentos de la localidad como la Iglesia de la Encarnación o el Refugio Antiaéreo que conecta la ciudad por el subsuelo.



El Castillo de Arjona:

En mitad de la campiña olivarera, coronando un cerro que hoy ocupa toda la población, encontramos los restos del que fuera uno de los castillos más fuertemente defendidos de la provincia.



Levantado sobre una antigua ciudad fortificada íberorromana, Arjona alcanzó su máximo esplendor cuando a finales del siglo XII nace en el pueblo un personaje llamado Muhammad ibn Nasr, conocido como el rey Alhamar. Este gran señor famoso por sus hazañas militares en un tiempo en que Al-Ándalus se tambaleaba y fragmentaba en Taifas, tras la Batalla de las Navas, se proclamó Sultán de Arjona, poniendo la primera piedra del reino Nazarí de Granada, cuyo poder fue fraguándose a expensas del avance cristiano, que le permitió apropiarse de Málaga, Almería y Granada.


Tal hecho hizo crecer la ciudad querida de Alhamar, construyéndose en ella fuertes murallas y todo un complejo defensivo que fue modificándose en el siglo XVI, tras el hallazgo de un antiguo cementerio, identificado en aquel tiempo como un camposanto de cristianos perseguidos por Diocleciano, de donde surgieron los restos de San Bonoso y Maximiano, santos patrones de la villa.



Actualmente, buena parte del castillo se encuentra derruido. Sobreviven varios paños de muralla junto al paseo de los mártires, junto a algunas torres escondidas en patios y viviendas particulares. Sobresale el aljibe, posiblemente almohade, musealizado, en el que se cuentan las particularidades del pueblo y su historia.


El Castillo de Lopera:

El Castillo de Lopera y su encomienda aseguraron la Marca Calatrava de Martos en su salida hacia el Guadalquivir durante siglos y hoy siguen guardando la frontera entre Córdoba y Jaén


Levantado sobre un antiguo oppidum íberorromano, este castillo llegó a convertirse en un castillo-oratorio que aseguraba la vida y el espíritu de cuantos vivían en torno a él. Este castillo, hace siglos estuvo fortificado por una fuerte muralla que protegía la población hoy prácticamente desaparecida, lo cual explica la estratégica situación del castillo en el centro del pueblo. Testigo de la conquista de Fernando III el Santo, de las intrigas y guerras civiles entre Castilla y de la más moderna Batalla de Lopera que causó daños en el castillo, hoy se encuentra reformado y abierto al público.


De forma pentagonal, las esquinas están reforzadas por torres circulares y las murallas almenadas tienen un adarve para circular sobre ellas. Actualmente, tras varias restauraciones y excavaciones arqueológicas, es lugar de todo tipo de celebraciones, eventos culturales e históricos y en su interior nos cuentan tanto las particularidades de su historia como su implicación en la Batalla de Lopera, que llegó a dañar este histórico castillo.



La Batalla de Lopera:

En las navidades de 1936, en plena Guerra civil española, el ejército rebelde capitaneado por el general faccioso Queipo de Llano ordenó la llamada “Campaña de la Aceituna” con el objetivo de asaltar el territorio leal a la República Española de la Subbética Cordobesa y desde allí llegar a Jaén para liberar a los asediados en el Santuario de la Virgen de la Cabeza y sobre todo, para hacerse con el control de la cosecha de aceituna de aquel año. 


En las Navidades sangrientas de aquel año, unos 3.000 soldados facciosos, junto a caballería, artillería y apoyo aéreo italoalemán avanzaron sobre Lopera siendo una de las primeras poblaciones atacadas en la provincia de Jaén durante la guerra. 



Para hacerles frente, llegaron a la localidad varias columnas republicanas de unos 2.700 soldados que tras varios días de intensos combates que generaron cientos de muertos, acabaron con la toma de la localidad y de la vecina Porcuna por parte de los sublevados y dando por finalizada la “Campaña” con el fracaso del asalto a la provincia.



Torre de Boabdil y Castillo de Porcuna:

En el corazón de la Villa histórica de Porcuna que se encuentra enclavada sobre un cerro que domina una amplia panorámica, se encuentra parte del antiguo castillo.

 

En el solar de la histórica ciudad íberorromana de Obulco, se levantó en época musulmana la ciudad de Bulkuna un Iqlim, cuya importancia llegó a ser tal, que se convirtió en centro administrativo de la zona. 
Como muestra de aquel poder, se levantaron un alcázar y se reforzó con un recinto amurallado. El gran rey Ibn al-Ahmar, fundador de la dinastía Nazarí, dueño y señor de Arjona, Córdoba y Granada, también tomó esta población, hasta que en 1240, Fernando III el Santo la conquistó finalmente entregándola a la Orden de Calatrava. Aunque los calatravos demoraron la repoblación y fortificación de la villa en favor de Martos y Víboras, que guardaban la frontera en aquellos años y eran castillos capitales para la Orden, finalmente el castillo de Porcuna se alzó como Encomienda, teniendo además los Prioritarios de San Benito y Santa María Coronada


En la actualidad, buena parte de las antiguas murallas del pueblo han desaparecido arrasadas con el paso de los siglos y los restos más importantes se encuentran junto a la Torre de Boabdil, donde se conservan paños de murallas y algunas torres macizas de época calatrava. Prevaleciendo sobre todo se levanta la torre, en la que según la leyenda estuvo cautivo el último rey de Granada al ser capturado en Lucena. La torre de tres plantas es actualmente el museo arqueológico municipal y desde su terraza, se otea la totalidad del municipio y tiene contacto visual con muchos pueblos cercanos.

 


Castillo del Berrueco, Torredelcampo:

En un nudo de caminos entre Martos, Arjona y Jaén, se levantan las ruinas del Castillo del Berrueco, uno de los muchos castillos rurales que se encuentran en el término de Torredelcampo, siendo también uno de los más impresionantes. 


Construido sobre un cerro rocoso, pudo construirse en el siglo XII, sobre el solar de una ciudad romana. Fue conquistado en 1465 por el poderoso maestre calatravo Pedro Girón, famoso por la leyenda que cuenta que el Maestre Girón, cabecilla rebelde en las guerras civiles de Castilla, ofreció al rey Enrique IV el fin de los enfrentamientos a condición de que el rey le permitiera casarse con su hermana, la futura Isabel la Católica. Aceptada la petición, partió el maestre hacia Segovia pasando por el Berrueco donde pernoctó, coincidiendo con una bandada de cigüeñas que sobrevoló en círculo el castillo. Aquello, que era una señal de mal agüero, terminó pocos días después con la muerte de Girón a mitad de camino de su destino. 


En la actualidad, este castillo se encuentra en ruinas tras el progresivo abandono que sufre desde el siglo XVI. Varias torres aún se alzan, junto a varias murallas almenadas que se adaptan al difícil terreno en el que se asientan. Como tantos castillos de la zona, merecería una especial atención y una más que necesaria restauración.

 


Castillo de Santa Catalina, Jaén: 

Uno de los símbolos de la capital jiennense, es este castillo y los restos de murallas que se derraman desde el cerro del mismo nombre a unos 840 metros de altura hacia la ciudad.


Este cerro, ocupado por el hombre desde la prehistoria, se levantó como un gran castillo progresivamente ampliado desde el siglo VIII hasta la toma de la ciudad por los cristianos. En aquel entonces, existía un Alcázar Viejo y otro nuevo y tras la conquista de Fernando III en 1246, se realizaron importantes reformas que terminaron unificando el recinto. Con la invasión napoleónica, el castillo sufrió grandes reformas que desdibujaron la fortificación histórica y el proceso se empeoró cuando los franceses huyeron destruyendo parte del mismo.


Actualmente, solo pervive el Alcázar Nuevo y ocupando el solar del viejo, se encuentra el Parador Nacional de Turismo. En el Alcázar Nuevo, podemos adentrarnos en las estancias de la Torre del Homenaje o recorrer las antiguas letrinas, mazmorras, torres y capillas, mientras disfrutamos de las grandiosas vistas panorámicas que ofrecen estas murallas de toda la ciudad, su entorno y las sierras que rodean Jaén.



Castillo de Villardompardo:

La última incorporación a esta ruta, se encuentra enclavada en la campiña, vigilante desde la distancia, con sus dos torres, la del castillo y la de la iglesia.


Villardompardo, conocido hace siglos y aún hoy familiarmente como el Villar, ya en época árabe era una pequeña alquería rural socorrida por un pequeño fortín. Tras la conquista de Fernando III en 1245, fue entregada la defensa a Pedro Pardo, de quien heredó el nombre del Villar de Don Pardo, quien comenzó su defensa y reorganización poblacional, amenazada por la vecina Arjona. La pequeña población civil, escasa entidad de sus defensas, llevó a que fuera constantemente hostigado y cambiado de manos durante décadas, hasta bien entrado el siglo XIV. Convertido en Villa señorial, su castillo y el prestigio mismo del pueblo crecieron tras la boda del Condestable Miguel Lucas de Iranzo con Teresa de Torres, señora del lugar, quedando ligado el castillo al Condestable en las Guerras Civiles de Castilla, resistiendo los ataques del Calatravo Pedro Girón. Por ello, Enrique IV, los Reyes Católicos y Carlos I, concedieron importantes privilegios al pueblo, que llegó a ser condado, convirtiendo en conde a Fernando de Torres y Portugal, quien transformó el castillo en palacio. 



Con el paso de los siglos, el castillo quedó abandonado, sufriendo varias restauraciones a finales del siglo XX y en los últimos años. La portada del antiguo palacio aún se conserva junto a las murallas perimetrales reforzadas por uno de los lados, por un gran barranco. La Torre del Homenaje de gran altura y cuatro pisos, se mantiene altanera mientras que del patio de armas han ido surgiendo estructuras de épocas anteriores, que prometen más de una sorpresa y van a poner al pueblo en el lugar histórico y turístico que le corresponde.



Castillo de Torredonjimeno:

En el casco antiguo de Torredonjimeno, cuyo nombre se duda si puede tener origen en un maestre calatravo o en don Jimeno de la Raya, conquistador del lugar, se levanta el Castillo de Torredonjimeno.


Levantado sobre restos de época islámica, este castillo tuvo desde el principio una vocación protectora de la población de la zona y de control del paso entre Jaén y Martos. Por ello estuvo reforzado por unas murallas y el castillo fue reforzado tras la conquista del pueblo y su entrega a la Orden de Calatrava, quedando dentro de la Encomienda Calatrava de Martos


Con el final de la Reconquista, las murallas acabaron desapareciendo con el permiso del emperador Carlos I de España y V de Alemania y sus materiales fueron reutilizados para la construcción de la Iglesia de la Inmaculada.


Con forma rectangular, dispone de dos recintos concéntricos que dificultaban el asalto y que se acompañaban con el desnivel que creaba el cercano Arroyo Salado, que al parecer comunicaba con el castillo mediante un pasadizo subterráneo. Con el tiempo, pasó a varias familias acaudaladas que fueron modificándolo hasta que en el siglo XX fue cedido al ayuntamiento para su restauración, la cual continúa. Actualmente guarda en su interior varias exposiciones permanentes y un cuidado jardín. 


Castillo de la Peña de Martos: 

Martos es la única ciudad junto a Linares que tiene tres castillos incluidos en esta ruta, y al igual que le ocurre a la ciudad minera, tiene mucho por hacer para recuperar y engrandecer un riquísimo pasado, que por olvido y/o dejadez, languidece haciendo que otros se apropien de su extensa historia.


El Castillo de la Peña se levanta sobre la montaña símbolo de la ciudad a 1003 metros de altura. En el mismo solar donde existió un oppidum íbero, fortificado por romanos y visigodos, los musulmanes levantaron el Hins de Tuss, como fuerte acuartelamiento de tropas, que fue protagonista en no pocas guerras internas como la rebelión de los encastillados, en la que el castillo y la ciudad llegaron a independizarse del Califato de Córdoba. Tras la Batalla de las Navas, la ciudad fue entregada en el Pacto de las Navas junto a Andújar, convirtiéndose esta en una auténtica puñalada en territorio islámico, el cual se adentraba en forma de cuña muchos kilómetros hacia el sur, haciendo que fuera atacada en numerosas ocasiones e intentando evitar lo que finalmente ocurrió; que desde la ciudad partieran ataques como los que acabaron conquistando Jaén, Córdoba y muchas otras poblaciones. Fue entregado a la Orden de Calatrava en 1228, levantando el actual castillo.

 

Con unas sólidas murallas que se adaptan a la forma de la Peña, fue dotado con caballerizas, tahonas, iglesia, almazara, lagar, aljibes y albercas, en torno a las que fue surgiendo una población amurallada cercana al millar de habitantes. Separados se encuentran el Alcázar y Torre del Homenaje por un foso, haciendo que sus fuertes defensas reforzadas por varias torres circulares y cuadradas, llevaran a este castillo a ser el más importante de todo el Alto Guadalquivir y de los principales de la Orden de Calatrava a la que perteneció durante 700 años, hasta finales del siglo XIX, siendo célebre la leyenda que lo envuelve en la muerte de los Carvajales y el emplazamiento de Fernando IV.


Desde la cima se pueden contemplar muchísimos kilómetros de distancia hasta el punto que la Peña es visible desde Vilches, a 100 kilómetros de distancia. 


Castillo de la Villa de Martos: 

El segundo Castillo de Martos, se encuentra integrado en el caserío, coronando el Cerro de la Villa, en pleno centro histórico.

 
 

Levantado sobre fortificaciones de época íbera y posteriormente romana, desde época islámica fue utilizado para la defensa más próxima a la ciudad. Tras la conquista cristiana y la entrega a la Orden de Calatrava en 1228, la ciudad extendió un amplio conjunto amurallado que aún hoy envuelve el casco antiguo, aunque sus murallas, la mayoría están integradas en el caserío. Con el progresivo abandono del Castillo de la Peña, los calatravos trasladaron la administración de la Encomienda Calatrava de Martos a la fortaleza baja que fue ampliada en varias ocasiones, levantándose la Torre del Homenaje, la Torre Almedina, la iglesia de Santa Catalina hoy desaparecida y una gran hospedería-convento Calatrava por la que pasaron desde los Reyes Católicos al Emperador Carlos I.


En torno a la ciudad, existían multitud de torres y torreones vigías que guardaban el territorio y avisaban de peligros, algunos hoy desaparecidos y otros ya en los términos municipales de los municipios vecinos que fueron independizándose de la Marca Calatrava Marteña con el paso de los siglos tras el fin de la Reconquista.


A finales del siglo XIX, la Orden de Calatrava cedió este castillo a la ciudad, manteniéndose intacto hasta la Guerra civil española, y sus estancias militares que eran utilizadas como cine, teatro o frontón, comenzaron a ser urbanizadas, quedando el castillo ocupado por el actual barrio de la villa. 


Castillo de Víboras, Martos: 

En la pedanía de Las Casillas, a unos 12 kilómetros de Martos y a un par de Las Casillas de Martos misma, se alza sobre un espolón rocoso de origen volcánico el Castillo de Víboras, muy cerca del cauce del río del mismo nombre.


Su nombre al parecer, proviene de la antigua ciudad íberorromana de Bora, cuyos restos arqueológicos se encuentran muy cerca del castillo, fortificado en época árabe para el control del territorio y como refugio para la población de la zona. Este castillo formó parte de la frontera calatrava de Martos, cuya oposición era la frontera nazarí formada por Alcaudete, Alcalá la Real y Castillo de Locubín. Protegido por el gran foso que forma el cauce del Río Víboras, que regaba y alimentaba las huertas cercanas, el castillo siguió en manos musulmanas tras la entrega de Martos, hasta la “Campaña de Quesada” en que fue entregado a la Orden de Calatrava en 1228 junto a Porcuna y Martos


Concedida la Encomienda Calatrava de Víboras, se levantó en la Calle Dolores Torres de Martos, el Palacio Hospedería de la Encomienda del Víboras, en el que vivieron tanto el comendador, como los freires calatravos, haciendo que la ciudad fuera sede de tresEncomiendas (de Martos, del Castillo de la Peña y de Víboras). El rey Carlos IV nombró al todopoderoso Conde Duque de Olivares comendador de Víboras, haciendo que la Orden Calatrava cobrara nuevos bríos en toda la Marca Calatrava Marteña a finales del siglo XVIII y principios del XIX.


En la actualidad, el castillo se encuentra en ruinas, levantándose aún airosa y bastante bien conservada la Torre del Homenaje, a la que se accedía por la segunda planta y que se dividía en tres pisos. Desde su terraza puede divisarse una soberbia vista de todo el entorno, de la cercana Sierra de la Caracolera y de varias poblaciones vecinas. En el exterior del castillo se conservan dos aljibes, junto a un gran silo para almacenar víveres. Al tiempo, las murallas que cerraban el castillo se conservan en parte, adaptándose perfectamente al terreno, conservando además los restos del antiguo poblado que existió a los pies de esta fortificación.



Castillo de Alcaudete:

El Castillo de Alcaudete, a día de hoy renombrado por instituciones y entidades turísticas desde Ayuntamiento, empresas y Diputación como el Castillo Calatravo de Alcaudete, realmente tiene escasa relación con la Orden Calatrava, siendo mayormente un castillo señorial y palaciego, pese a que sea esa la idea que se intenta potenciar constantemente.


El Hins Alqabdaq, o lugar de los manantiales, fue levantado sobre restos íberorromanos. Ubicado en el cerro que preside el pueblo a 713 metros de altura, está en el camino que controla el camino del Guadalquivir hacia Córdoba y Granada. Fue lugar de luchas intestinas entre los árabes durante décadas y tras la conquista de Martos y la posterior de Víboras, el castillo queda bajo la influencia de Baeza siendo desde 1240, moneda de cambio entre señores, reyes, la Orden de Calatrava y los musulmanes. Fernando III, el reyezuelo de Baeza Al-Bayyasi, Alfonso X, Muhammad II y Fernando IV, prometieron y perdieron el castillo, que quedó en manos granadinas hasta 1312 cuando Fernando IV lo asedió y rindió. Décadas más tarde, en 1352 es entregado a la Orden de Calatrava, dueña por entonces de todo el entorno, desde Lopera a Martos hasta Priego de Córdoba.


En 1408 volvió a ser atacado por los granadinos, siendo auxiliado por el Comendador Calatravo de Martos y por la familia Montemayor a cuyas manos pasó el castillo nada más finalizar la Reconquista, convirtiéndolo en un castillo palaciego.


El castillo contaba con un recinto amurallado del que quedan algunos restos, mientras que el castillo mismo fue ampliamente restaurado a comienzos del siglo XXI. La entrada al castillo, guardada por dos torres da paso a un edificio que fue aljibe y cuerpo de guardia y que conduce hacia la Torre del Homenaje, de tres plantas, a la que se accedía por la segunda planta, siendo la primera un aljibe. Para llegar a la torre, debe recorrerse un pasillo rodeado de murallas que dificultaba los ataques y los dirigía bajo la visión de 6 torres, cuadradas y circulares.


Volviendo a la Torre del Homenaje, desde ella puede contemplarse todo el recinto fortificado en el que se encuentran las caballerizas y las murallas con sus adarves, junto a una panorámica de todo el pueblo y su entorno.



Castillo de la Mota, Alcalá la Real:

Al sur de Jaén rozando la provincia de Granada, se alza la imponente fortaleza de la Mota, que oculta a todo el cerro que corona y preside la ciudad. Levantada en el siglo VII para defensa de Granada de incursiones y ataques cristianos, realmente tuvo que hacer frente en sus principios de los propios enfrentamientos entre musulmanes en la rebelión de los muladíes y posteriormente por bereberes norteafricanos. Durante décadas, cambió constantemente de manos hasta el año 1246, cuando se firmó en él Pacto de Jaén entre Fernando III y Alhamar que dividía y fijaba la frontera entre cristianos y musulmanes, situándola entre la Marca Calatrava de Martos, frente a los musulmanes Alcalá (y Alcaudete, vinculado a la propia Alcalá), entre la Sierra de la Pandera separando Pegalajar (cristiano) y Cambil (musulman), Sierra Mágina separando las cristianas Úbeda y Baeza de la árabe Huelma y así hasta llegar a Cazorla, surgiendo una frontera que con escasas variaciones como la conquista de Alcalá y Alcaudete se mantuvo hasta el final de la guerra.


En 1340, Alfonso XI la sitió, conquistándola y convirtiendo el castillo en una gran amenaza para Granada. Con el final de la Reconquista, la fortaleza comenzó a ser abandonada, quedando muy dañada con la invasión francesa y un siglo más tarde, esos daños se acrecentaron durante la Guerra civil española


Es muy difícil resumir en poco espacio tanto como esconde esta fortaleza. A las muchas puertas que guardaban el castillo y que aún hoy dan acceso al mismo, se sumó hace unos años el descubrimiento de la Ciudad Oculta, que es una red de pasadizos subterráneos que conducen hasta el castillo mismo bajo su suelo. Las continuas excavaciones arqueológicas han destapado toda la antigua ciudad que ocupaba gran parte del Cerro de la Mota, junto a varios y profundos neveros. 


El Alcázar, dominado por la Torre del Homenaje, guarda toda la esencia defensiva del lugar y ofrece unas impresionantes vistas de la ciudad y todo su entorno. Junto a él, la iglesia abacial transformada a lo largo de la historia y convertida por último, en un camposanto. Por el camino, podemos caminar entre los adarves, aljibes, lagares y bodegas, hoy musealizados mientras disfrutamos de las vistas de Alcalá, de la cercana Sierra Nevada y de toda la red de torres ópticas que abundan en torno a la ciudad y que la defendían de ataques.

 

Todo un extraordinario conjunto monumental que no para de crecer en riqueza, conforme se sigue trabajando en él y en importancia, puesto que el número de visitantes que recibe va constantemente en aumento.


Castillo de Moclín:

Entrando en la provincia de Granada, llegamos a Moclín, coronado por un castillo rodeado de una muralla exterior cuya panorámica, atrapa con su belleza a todo aquel que alcanza a disfrutarla. 


Fortificado en el siglo XIII para guardar la frontera entre Castilla y Granada, fue constantemente asediado hasta la conquista por los Reyes Católicos en 1486, cayendo con él parte del llamado Escudo de Granada


El castillo se divide en dos zonas. La primera, con sus murallas exteriores asentadas en una ya de por sí difícil orografía, que ofrecen una comunicación visual con varios castillos de la zona y dominan buena parte del territorio. Por otra, la Alcazaba que domina el cerro, en el que destaca la Torre del Homenaje, un aljibe y varias construcciones que en la actualidad se encuentran en restauración, ya que el tiempo y los bombardeos que sufrió el castillo durante la Guerra civil, lo han sumido durante mucho tiempo en un grave estado de abandono. Acompañando al castillo se encuentra toda una red de torres ópticas que vigilaban todos los contornos de este bello conjunto declarado Conjunto Histórico y Bien de Interés Cultural durante la Segunda República Española.

 


Castillo de Montefrío:

Coronando uno de los pueblos más bellos de Andalucía y guardando la última frontera de Granada, se alzan los restos de este castillo que fue inexpugnable.


Alzado en el siglo XIV por el que fuera arquitecto de la Alhambra, formaba parte del escudo de Granada y vigilaba los caminos entre la vega granadina y Alcalá la Real. A mediados del siglo XIV, con el avance cristiano cada vez más cerca, este castillo comenzó a sufrir ataques, tratando de someter a la población local al arruinar sus cosechas. Tras la caída de las poblaciones cercanas como Íllora o Moclín, sucumbió también Montefrío. Con su conquista, su fuerte castillo comenzó a ser modificado y al poco, ya se alzaba sobre el castillo la Iglesia de la Villa.


Actualmente, la Iglesia se encuentra transformada en un centro de interpretación y su campanario es un mirador impresionante del pueblo y todos sus contornos. Se conservan además varios paños de muralla, junto a unos aljibes y varios restos de estructuras de épocas anteriores hoy disimuladas entre el bloque que rodea el cerro.


Castillo de Íllora:

Camino de Granada, en pleno poniente granadino, encontramos Íllora presidida por su castillo, que hace varios años que se encuentra en restauración.


Construido en el siglo XI, fue fortificado en el XIV al acercarse los cristianos desde la frontera jiennense, viéndose asediado por los Reyes Cristianos como un medio para rendir el Reino de Granada. En su interior, fue formándose toda una villa fortificada que poco a poco va excavándose, surgiendo un aljibe, los arrabales, junto al triple conjunto de murallas que cerraba el conjunto, construidas con tapial y mampostería, donde se alzan varias torres comunicadas con torres ópticas que se encuentran en los alrededores del pueblo. Las murallas formaban además un paso amurallado que dificultaba la entrada y ataque a este fortín. 


Actualmente, toda esta fortificación se encuentra abierta, aunque queda mucho por excavar y recuperar, y la importancia de los restos que van surgiendo, depara un futuro muy prometedor turística, cultural e históricamente hablando a este castillo y su pueblo.



Alhambra de Granada: 

El final de esta aventura de kilómetros, siglos y provincias, llega en Granada.


El 2 de enero de 1492, finalizaba una guerra de casi ocho siglos. Ese día, el gran símbolo nazarí y uno de los monumentos más bellos de la historia de la península, cambiaba de manos y era entregado junto a la ciudad a los Reyes Católicos.


En un cerro elevado, elegido para ser seña del lugar, fue surgiendo durante siglos este tremendo palacio-fortaleza, plagado de puertas, murallas, palacios, jardines monumentales y muchísimo arte que convierten este lugar en uno de los monumentos más visitados de nuestro país año tras año.

 


Y aquí, finaliza este viaje. Tal vez largo...tal vez corto. Pero si has llegado hasta aquí amiga, amigo, espero que lo hayas disfrutado, tanto como yo.


Nos vemos en la historia.