sábado, 17 de diciembre de 2016

Los Refugios de la Guerra Civil en Martos. Esos Grandes Olvidados

Tras la reciente reaparición de un refugio de la Guerra Civil en Martos y el interés (y desconocimiento) mostrado por los marteños y marteñas, aquí os dejo un articulo aparecido en la Revista Aldaba Numero 36 para conocimiento de todas y todos de estos vestigios históricos tan curiosos y a la vez olvidados:

Llama poderosamente la atención que la industria del turismo, que a día de hoy está alimentando en gran medida a la economía española y está tirando de ella, apenas si tenga un hueco en nuestra ciudad de La Peña.


A pesar de que ya tenemos una base para que esta poderosa industria en nuestro pueblo dé a conocer el importantísimo capital histórico-patrimonial que podemos ofrecer y este se ponga en valor, gran parte de ese patrimonio a día de hoy sigue siendo un gran desconocido para propios y extraños. Son más de 3.500 años de historia los que atesora nuestra ciudad y poco a poco se va conociendo parte de sus periodos más gloriosos: la Tucci ibero-romana, la sede episcopal tuccitana visigótica, la Martus árabe, la estratégica capital calatrava de Martos… Entre ellos también destaca el trágico periodo que sacudió nuestra ciudad entre 1936 y 1939, pero dicha época de la Guerra Civil española es una auténtica desconocida para la gran mayoría de la población, pese a la importancia que también tuvo nuestra ciudad en aquellos años. Quizás sea porque aún siguen los sentimientos de aquel tiempo vivos en la memoria de la población, quizás se mire con recelo este periodo por los mismos motivos… o quizás ese patrimonio se encuentre enterrado bajo varias capas de olvido, ignorando así el importante potencial que el mismo tiene.

Olvidando apasionamientos, tratando a la historia como historia que es, teniendo este patrimonio como un aldabón más de nuestra historia, la de todos y todas, podremos encontrar en este patrimonio una magnífica oportunidad turística para nuestra ciudad. El interés que genera el periodo de la Guerra Civil, tanto para las generaciones jóvenes como a las mayores, es grande y viene de lejos. Y no son pocas las regiones y también países que lo están aprovechando para atraer visitantes. Las Trincheras de la I y II Guerra Mundial hace décadas que son un atractivo turístico y didáctico muy apreciado en toda Europa.


En España, hace apenas unos años que están comenzando a cobrar importancia los vestigios de la Guerra y recientemente se ha multiplicado el número de asociaciones, empresas turísticas, itinerarios culturales, excavaciones arqueológicas, restauraciones, museos y un sinfín de iniciativas que tienen como protagonistas los vestigios de la Guerra Civil española.

Tras la llegada del siglo XXI, son muchas las iniciativas turísticas que han rescatado este patrimonio de la oscuridad. El refugio antiaéreo de Almería es un ejemplo y la lista de espera de varios días e incluso semanas para acceder al mismo demuestra también hasta dónde está llegando el interés. Recientemente, en la provincia de Jaén, se han llevado a cabo algunas iniciativas con este mismo propósito y se han recuperado no pocos refugios antiaéreos como el refugio de Arjonilla, el de la Plaza de Santiago en Jaén o los vestigios de la Batalla de Lopera, que hace poco fueron incluidos en la Ruta de los Castillos y las Batallas. Y sin embargo, en nuestra ciudad ese patrimonio sigue durmiendo el sueño de los justos. Su presencia en visitas guiadas, en páginas web y en itinerarios turísticos es irrisoria, olvidando así el papel que nuestra ciudad tuvo durante la contienda civil y el abundante material que nos queda aunque ni siquiera seamos conscientes de ello.


Al igual que en antiguos periodos de nuestra historia, Martos, sin quererlo jugó un importante papel en el conflicto armado que tristemente enfrentó a los españoles durante 1936-1939. Ya en los planes de uno de los ideólogos del Golpe de Estado, Emilio Mola, tenía como objetivo el desembarco de tropas africanistas provenientes del Protectorado Español de Marruecos, en algún punto entre la costa granadina o malagueña para avanzar rápidamente hacia tierras jienenses y cordobesas y, pasando por Martos, llegar a Jaén capital, prosiguiendo hacia el Paso de Despeñaperros que les llevaría a Madrid, a modo de Pronunciamiento Militar decimonónico.


 La realidad fue que el Golpe fracasó en gran parte de España y, por ende, de Andalucía, donde solo Córdoba y Granada capital, junto a una pequeña porción de terreno entre Sevilla y Cádiz, quedaron en poder de los sublevados. La provincia de Jaén, con una fuerte implantación obrera y una escasa presencia militar basada en el Cuerpo de la Guardia Civil (que mantuvo una actitud dubitativa ante la situación de los días 17 a 19 de julio de 1936), se convirtió en la primera provincia en declararse afín al gobierno legítimo de la II República Española, al ser el gobernador de Jaén el primero en ponerse al servicio del gobierno central.


La ciudad de Martos era en aquellos días una importante población agrícola y ganadera, oleícola y también vinícola, con una pequeña industria cerámica y del hierro. Sufría una alta tasa de analfabetismo y pobreza y contaba con importante movimiento obrero, donde la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra-UGT tenía gran presencia e influencia, así como la Casa del Pueblo Socialista y el Casino Republicano eran lugares muy populares para los obreros de la época.


La sociedad marteña, como todo el país, fue sacudida por las noticias de la Sublevación Militar y los marteños y marteñas recibieron en las calles de la ciudad (tras declaración previa de Huelga General) el avance de cómo se iban sucediendo los acontecimientos. Los odios larvados durante siglos dieron paso a una revolución que trajo el asalto e incendio a iglesias, como la de la Virgen de la Villa o San Amador, la detención y asesinato de varias personalidades de nuestra ciudad y, posteriormente, la incautación de varias propiedades, como la del Convento de las Claras en la Plaza de la Constitución.


Pasados ya los primeros y tumultuosos meses, cuando el poder estatal que había saltado por los aires tras el golpe de estado del 18 de julio comenzó a restablecerse, al tiempo que se apagaba la llama de la revolución y comenzaba a organizarse el territorio para una guerra que se vislumbraba larga, la importancia estratégica de la ciudad de Martos comenzó a vislumbrarse. Ya en los primeros días del conflicto, centenares de marteños se enrolaron en la que fue llamada Columna Jaén o Columna Peris (llamada así por ser capitaneada por el diputado socialista Alejandro Peris Caurana) y fueron lanzados hacia la ofensiva de Córdoba, que trató de reconquistar la capital cordobesa.


Agrupados inicialmente en los Regimientos de Milicias de Voluntarios fueron integrándose en el naciente Ejército Popular de la República, que se creó a finales de 1936 y principios de 1937. La llegada a nuestra ciudad del llamado Batallón Español Antifascista y del Cuerpo de Carabineros llegados desde Murcia ayudó a la defensa del territorio.


En septiembre de 1936 caía Alcalá la Real en manos del ejército sublevado. En ese momento, Martos comienza a recibir y a cobijar refugiados que huían tanto de Granada como de Córdoba, las cuales iban siendo conquistadas por los sublevados e iban empeorando la situación en nuestro pueblo, al dificultar el abastecimiento de una población creciente y al traer estos refugiados historias de la guerra que fomentaban el terror y el pánico de la población local.


Conforme los frentes se fueron estableciendo con la conquista de los nacionales de parte de la Subbética cordobesa, nuestra ciudad se convirtió en uno de los puestos principales de la retaguardia republicana, donde se iban creando cuarteles del ejército. Una situación que creció exponencialmente en las Navidades de 1936, cuando el ejército franquista en Andalucía, a las órdenes del general Gonzalo Queipo de Llano, se lanzó a la conquista de Jaén con el objetivo de hacerse con la importante cosecha de aceituna de aquel año y poder abastecer con ella a la España Nacional.


En la Nochebuena de 1936, se inició la toma de Lopera, que siguió a una posterior batalla y que continuó con la toma de Porcuna, donde las tropas franquistas, que estimaron inicialmente un fácil asalto a la provincia, decidieron dar por terminada la llamada Campaña de la Aceituna, al encontrar gran oposición republicana. Tras la toma de estos territorios y al quedar el frente extremadamente cerca de Higuera y Santiago de Calatrava, Martos fue la principal ciudad de retaguardia en el sur del frente de Jaén, que acogió a la mayoría de los habitantes que huían de las poblaciones ocupadas (Santiago e Higuera de Calatrava, Baena, Albendín, Porcuna, Lopera, Villa del Río, Cañete de las Torres, Bujalance, etc.) y se convirtió en la principal defensa republicana en esta zona.


El creciente reclutamiento de hombres para el Ejército Popular de la República trajo la formación de las Brigadas Mixtas, compuestas por militares y civiles milicianos. Los marteños se enrolaron en el “Ejército de Jaén” o XXIV Brigada Mixta dividida en 4 Batallones:

-El Batallón Málaga 10
-El Batallón Almería
-El Batallón URSS, formado mayormente por tosirianos
-El Batallón Martos o Feijoo, formado en su mayoría por habitantes de nuestra ciudad o de refugiados reubicados en ella.


Pero, además, en nuestra ciudad estaban presentes tropas de la XXI Brigada Mixta dispuesta en el sector Monte Lope Álvarez-Albendín-Río Yeguas y también tropas de la XX B.M. dispuestas en el frente de Martos-Torredonjimeno, que defendía la zona de los posibles ataques provenientes de Porcuna en poder de los nacionales. Martos fue protagonista en los contraataques republicanos en el frente de Porcuna, que intentaron recuperar dicha población y que se produjeron entre el 8 de enero y el 2 de febrero de 1937.

Ejemplo de ellos fue la columna de soldados republicanos que partió de nuestra ciudad el 8 de enero de 1937 con 2 blindados y 10 camiones y atacó Porcuna y su sector del frente. Fundamental fue también la tropa marteña ante el ataque franquista que se produjo de manos de la XXXI División Franquista en enero de 1938 para conquistar Higuera de Calatrava.

 

Pese a que la importancia estratégica de esta pequeña población era mínima, las tropas republicanas no podían permitir que continuase el avance hacia Martos; por ello soportaron numerosos choques (14 de febrero, 2 y 6 de marzo de 1938) hasta que, tras dos meses de enfrentamientos, los nacionales lograron tomar este pueblo deshabitado y evacuado en aquellos días el 29 de marzo de 1938. Conquistada finalmente, prosiguieron los enfrentamientos en ese frente hasta que Higuera de Calatrava volvió a cambiar de manos el 4 de abril ante el avance de XX Brigada Mixta Republicana con el 139 Batallón, que volvieron a entrar en Higuera de Calatrava para replegarse al día siguiente de forma definitiva. Igualmente ocurrió en la cercana población de Castillo de Locubín, donde por orden de Queipo de Llano, el 12 de marzo de 1938 se inició un ataque de rectificación del frente que iba entre Fuente Tójar (Córdoba) y Alcalá la Real.


Ataque que tuvo que posponerse por parte de los nacionales gracias a los refuerzos enviados desde Martos hasta el 28 de marzo. Pero, además, nuestra ciudad fue fundamental en la instrucción de las primeras fuerzas especiales que existieron en la historia de los ejércitos contemporáneos. Aquí se reclutó y formó a la que fue constituida como VII Brigada de los niños de la noche, que posteriormente formó parte de la XIV Brigada Mixta. Se trataba de un cuerpo de voluntarios con una preparación física y mental superior al resto de los soldados del ejército que estaban mucho mejor pertrechados y tenía un objetivo firme:


1. Recopilar información
2. Infiltración
3. Sabotaje

Los miembros de la VII Brigada de niños de la noche marteña se infiltraron en no pocas ocasiones en territorio sublevado por la zona de Alcaudete y realizaron varias acciones entre Luque y Lucena.

También en Martos se formó un Batallón de Ingenieros Zapadores. Por último, nuestra ciudad fue dotada con un Hospital Militar de Sangre, que se situó en los edificios del Balneario de los Baños de Agua Hedionda.

Sabida ya la importancia de nuestra localidad en la Guerra, no es de extrañar que fuera un objetivo perseguido por las tropas franquistas. La ciudad de Martos se mantuvo en zona republicana hasta el 29 de marzo de 1939, dos días antes de finalizar el conflicto. Esto produjo que fuera un objetivo señalado y codiciado, además de un pueblo clave para la conquista de Jaén capital. La resistencia y la cercanía al frente de la misma población favorecieron la acción de la aviación nacional en los cielos marteños, que apenas si pudieron ser protegidos desde la lejanía de los aeródromos republicanos de Andújar.


Aunque se desconoce el número exacto de bombardeos que sacudieron nuestra ciudad, se estima que fueron un mínimo de 15 bombardeos “reales” y aclaro esto último: La aviación nacional sobrevolaba casi diariamente nuestra localidad. Lo hacían sabedores del caos que generaban dichos vuelos. En ocasiones lanzaban octavillas para intentar derribar la moral de la población, en alguna ocasión lanzaron pequeños paquetes con pan y la mayoría sobrevolaban mientras se dirigían a otros objetivos para activar las alarmas e interrumpir la vida cotidiana de las gentes de la ciudad. De ahí la dificultad para identificar con exactitud la totalidad de bombardeos realizados sobre Martos, unida también a la escasa información existente al respecto en la actualidad.

Se sabe con certeza de los bombardeos:
-11 de enero 1937
-25 de julio 1937
-3 de diciembre 1938
- 27-28-29 de noviembre 1938
-23 de diciembre 1938
-26-27-28 de marzo 1939

Que afectarón a las Calles: La Teja, San Bartolomé, Fuente de la Villa, Triana, Coloradas, Estación FFCC, Plaza de la Constitución, Córdoba, Juan Ramón Jimenez, Carrera, Los Cojos, Real, Cobatillas Bajas, El Horno, Agua, Adarves, Puerta Jaén, Alta Felipe, Puerta del Sol, Llanete, Apero, Clarín, Molino Medel, Cura y Porcuna.


En la mayoría de las ocasiones, los encargados de bombardear la ciudad eran aviones Fiat C.R.32 enviados a España por la Italia de Mussolini y, en al menos una ocasión, también participaron los aviones experimentales Junkers Ju 87 enviados por la Alemania de Hitler. La capacidad de destrucción de tales aparatos fue muy grande; muestra de ello fue el bombardeo del 23 de diciembre de 1938, donde se lanzaron 7 bombas de 80 kilogramos y 6 de 100 kilogramos, un total de más de 1000 kilogramos de trilita.

 Ante esta situación de bombardeo, las autoridades marteñas comenzaron la construcción de refugios antiaéreos mientras se conseguía material antiaéreo.

 La construcción de refugios pasó por tres momentos:
- El periodo que transcurre desde el 11 de enero de 1937 hasta junio de 1937. El 11 de enero de 1937 se produce el primer bombardeo que conciencia a las autoridades de la situación de desamparo en la que se encuentra la localidad frente a la violencia de los bombardeos. La gente apenas si podía cobijarse de los ataques en sótanos y plantas bajas o al amparo de los edificios que consideraran más sólidos. En esas fechas se llevan a cabo 5 grandes refugios antiaéreos en la localidad, son los refugios integrados en iglesias. Una auténtica particularidad que se puede encontrar en muy pocos lugares de nuestra provincia e incluso en Andalucía.


Fueron los refugios de:

La Real Parroquia de Santa Marta
El Convento de las Trinitarias
Parroquia de San Amador y Santa Ana
Santuario de la Virgen de la Villa
Ermita de Santa Lucía

Se construyen integrados en los templos por estrategia, debido a la creencia de que la aviación nacional no bombardearía los templos al alzarse el bando nacional como adalid y defensor de la fe cristiana. La realidad mostró que era una estrategia un tanto errada, puesto que entre los bombardeos de la aviación también acabaron afectados edificios religiosos de la localidad, como el Convento de las Claras (en el solar del actual Mercado de Abastos), que terminó prácticamente derruido por las bombas. Una práctica, la de integrar los refugios dentro de los templos, muy singular, ya que en otras poblaciones los refugios se solían construir debajo o cerca de las iglesias o templos, casi nunca dentro de los mismos.

- Segundo periodo, tras el Decreto de Creación del Comité de Defensa Especial Contra Aeronaves (DECA) en junio de 1937 hasta el final de la Guerra: se inicia un nuevo periodo en el que se organiza la construcción de más refugios, ya que los existentes en las iglesias no tenían la suficiente capacidad para la población de Martos. Tras la constitución de la DECA, se modifica la estrategia para la construcción de los mismos. Dejarían de ser refugios de gran capacidad y comenzarían a construirse multitud de ellos de menor tamaño y mucho más dispersos intentando alcanzar todos los barrios de la localidad.


Los refugios de Martos podrían calificarse como:

- Militares: Los militares estaban destinados mayormente a la defensa de la tropa destinada a la localidad; aún quedan ejemplos de ellos, en el Cerro de la Tiza, cercano al trazado de la Vía Verde del Aceite y a unos 3 kilómetros de Martos. Estos refugios fueron excavados en este lugar aprovechando que la roca en dicho cerro era muy fácil de trabajar. Fueron construidos varios refugios interconectados entre ellos y con diferentes fines, entre los que estaba el almacenamiento de armas y el refugio de la tropa que estaba allí destinada con un nido de ametralladoras antiaéreo dispuesto para la defensa antiaérea de la localidad. En la actualidad, subsisten estos refugios parcialmente derruidos.


- Civiles: De ellos se podrían diferenciar entre públicos o privados.
_Privados: construidos en viviendas privadas y costeados por las propias familias, estaban destinados al refugio de los propietarios y quizás de casas adyacentes.
_Públicos o colectivos: eran financiados en parte por la Administración y en parte por los vecinos con suscripciones voluntarias, aportaciones de los sindicatos y también de dinero proveniente de incautaciones de personas pudientes. Son la mayoría de los refugios que se encuentran dispersos por la localidad.


Se pueden describir como refugios de galería realizados a modo de mina en la roca madre. La durabilidad de la misma fue otro de los motivos que propiciaron la profusión de refugios dispersados por todo el casco histórico, puesto que resultó una empresa sumamente complicada poder seguir construyendo grandes refugios enfrentándose a una roca muy difícil de trabajar, de ahí que se construyeran en abundancia y de pequeño tamaño. La urgente construcción de estos, dada la necesidad de conseguir cobertura antiaérea para la población, provocó que la imagen de nuestra ciudad en aquellos años, azotada por la guerra y los bombardeos, empeorara, ya que, dada la gran cantidad de refugios que se construyeron en un pequeño espacio de tiempo y distribuidos por toda la ciudad, generaba una situación de imposibilidad de poder retirar la ingente cantidad de rocas y escombros que surgían de la excavación de refugios. Esto suponía que la mayoría de estos materiales quedasen acumulados a las entradas de dichos espacios, dando a la ciudad una imagen de destrucción aún mayor.


Estos espacios eran pequeñas galerías con dos aperturas que impedían, en caso de impacto directo en alguna de ellas, que el refugio quedase obstruido con personas en su interior. Pese a que esta situación era sabida y el peligro evidente, también existen refugios con una sola entrada-salida en nuestra localidad. La constitución de la DECA supuso la educación a la ciudadanía de cómo hacer frente a las situaciones de bombardeo, junto a la creación de numerosas medidas para la protección aérea de la ciudad.


Crearon un sistema de vigilancia, observación y alarma: los castillos de la Peña y de la Villa en la Guerra Civil volvieron a convertirse en atalayas de vigilancia donde había apostados soldados con ametralladoras antiaéreas que constantemente vigilaban el horizonte con la atención puesta, ante todo, en el frente de Porcuna, visible desde nuestra localidad. Dichas atalayas estaban conectadas vía telefónica con varias alarmas antiaéreas. En caso de aviso de bombardeo, se ponían en contacto con los soldados apostados en el campanario de la iglesia de Santa Marta, que accionaban la alarma antiaérea y ponían en preaviso a la población. Se llevaban a cabo labores de señalización e iluminación de los refugios, al tiempo que se realizaban instrucciones a la población. Dicha instrucción normalmente se hacía repartiendo octavillas por las casas y centros de reunión, pero en no pocas ocasiones se organizaban pequeñas instrucciones también en el interior de los refugios aprovechando las alarmas de bombardeo. Refugiados los vecinos en el interior de los mismos, aprovechaban las prácticas para hacer frente a posibles ataques con gases tóxicos, al tiempo que se intentaba entretener en los terroríficos momentos de bombardeo.


Se tomaron medidas para el oscurecimiento nocturno de la ciudad, que impidiese la identificación aérea por la aviación enemiga; no obstante, la mayoría de estas obligaciones fueron desoídas por la ciudadanía, ya que suponían en la práctica sumir a la ciudad en la oscuridad por las noches.


Refugios Antiaéreos en Martos:
-Militares:
-Carretera de Santiago de Calatrava
-Paraje de Motril. (Desaparecido)
-Carretera de Monte Lope Álvarez. (Desaparecido)
-Cerro de la Tiza. (Semiderruido)
-Antiguo Trazado de la Carretera de Alcaudete.(Semidestruido)


Civiles Públicos o Colectivos:
-Santuario de la Virgen de la Villa. En buen estado
-Ermita de Santa Lucía. Anteriormente convertido en fosa común, en la actualidad cerrado
-Iglesia de San Amador. Tapiado
-Iglesia de Santa Marta. Convertido en almacén
-Convento de las RRMM Trinitarias. Tapiado
-Calle Peñuelas. Tapiado
-Rincón calle Lepe. Convertido en trastero
-Estación de FFCC: Parcialmente derruido
-Calle Albollón: En la actualidad cerrado por propietario
-Calle Fuente del Baño: Convertido en trastero
-Vereda Ancha: Tapiado
-Travesía de los Cojos: Tapiado
-Calle Las Huertas: Tapiado


-Refugios Civiles Privados:
-Calle Real: Al menos cuatro refugios privados.
-Calle San Pedro: Refugio de grandes proporciones que alcanza varias viviendas. Tapiado
-Calle Albollón: Tapiado
-Calle Torredonjimeno: Tapiado
-Calle Triana: Cerrado
-Plaza de la Fuente Nueva: Al menos 5 refugios, 3 destruidos. El resto, integrados en viviendas.
-Calle Cura: En buen estado.



- Tercer periodo: Desde finales de la guerra civil hasta la década de los 50: Los refugios antiaéreos de Martos fueron espacios que sobrevivieron a la Guerra y continuaron siendo adecuados tras el inicio de la Dictadura Franquista.



El inicio de la II Guerra Mundial, cinco meses después de finalizar el conflicto español, y la actitud expectante del gobierno franquista que barajó inicialmente entrar en el conflicto del lado de las Fuerzas del Eje y después conforme estas fuerzas germano-italianas comenzaron a perder terreno en el campo de batalla europeo, temió una posible invasión aliada en España. Esta situación provocó que los refugios se mantuvieran operativos mínimo hasta el año 1945. Algunos incluso llegaron a ser ampliados en dicha época. Tras la Guerra Mundial y el afianzamiento del Régimen, los refugios de Martos comenzaron a perder su razón de ser. Poco a poco, fueron tapiados la mayoría y olvidados. En contadas ocasiones fueron reutilizados como criadero de champiñones, como fosa común o como basurero. Los refugios privados tuvieron mejor suerte, ya que muchos de ellos fueron reutilizados como bodegas o trasteros.

 

En la actualidad, este ingente patrimonio es un gran desconocido para gran parte de la población, obviando así la gran oportunidad para rescatar esta parte de nuestra historia. Un patrimonio que, además, podría ser fácil y barato de poner en valor, puesto que, dada la construcción de los refugios en la roca y los materiales utilizados, expresamente pensados para perdurar, se tratan de espacios que a día de hoy, con unas escasas obras de adecuación, podrían ser expuestos para conocimiento y disfrute de los ciudadanos. La importancia de recuperar estos espacios es enorme por su valor educativo en la cultura de la paz, en la defensa de los principios democráticos, del conocimiento de nuestra historia y de la resolución pacifica de los conflictos. Pero, además, con la irrupción del “turismo bélico” tan famoso en Europa, podría suponer la apuesta por diversificar nuestra oferta turística, en un tipo de turismo que en nuestra provincia tendría un grandísimo potencial y que, por el momento, aún no ha sido explotado.

martes, 29 de noviembre de 2016

Porcuna y Cerrillo Blanco, Una Potencia Arqueológica

En estas fechas que se aproximan, algunos privilegiados tendrán vacaciones, y digo algunos puesto que en nuestra provincia, todo está preparado para el inicio de la campaña de la aceituna que este año por las inclemencias del tiempo viene con retraso. Aún así, las vacaciones de navidad también son elegidas para hacer turismo por muchas personas y tanto a los que en estas fechas puedan escapar de la aceituna como a los que nos visitan desde fuera, hoy quiero invitaros de nuevo al Viaje al Tiempo de los Íberos.

Hoy hacemos parada en Porcuna, para descubrir el rico patrimonio arqueológico que esconde esta Villa calatrava y de frontera.

La primera parada obligada es sin duda su Torre de Boadil, donde según la leyenda estuvo preso el último rey de Granada, Boadil el Chico, que fue capturado en la Batalla de Lucena. Esta torre octogonal, que formó parte del antiguo recinto fortificado de Porcuna, hoy se encuentra convertida en Museo Arqueológico Municipal, donde uno puede sumergirse mínimamente en la historia de Porcuna, al tiempo que puede disfrutar de las increíbles vistas de la localidad que ofrece esta atalaya medieval.


Y digo mínimamente porque el importante patrimonio arqueológico de esta población se encuentra disperso, a lo largo de todo el conjunto urbano, de su término municipal e incluso expuesto en el Museo Arqueológico Provincial y por tanto, disfrutar de tanta historia acumulada merece al menos, una jornada completa.



Como decía al inicio, la Torre de Boadil es una visita obligada, no solo para introducirnos en la historia de Porcuna, sino también para poder acceder al Conjunto Arqueológico de Cerrillo Blanco. La visita a dicho yacimiento se realiza como complemento a la visita al Museo Local que una vez cierra sus puertas, ofrece una visita guiada al complejo histórico.


Una combinación que ni ayuda, ni anima en absoluto a visitar Cerrillo Blanco. El hecho de que dicho yacimiento arqueológico se encuentre a dos kilómetros del núcleo urbano y que tanto este como el centro de interpretación que recibe a los visitantes se encuentren cerrados y las personas que llegan a él, (animadas por la señalización en la carretera) se topen con que tienen que dar media vuelta, acercarse al Museo Local y esperar hasta la una de la tarde, cuando se ofrecen las visitas, echa a mucha gente atrás y lo digo con total conocimiento, puesto que en las dos ocasiones en que he visitado Cerrillo Blanco desde fuera, siempre me he encontrado con visitantes casi siempre extranjeros, que no entienden tal despropósito. Quede esta crítica, como una crítica constructiva para que algún día Cerrillo Blanco pueda visitarse de un modo más abierto y sobre todo, más práctico.

 

Yo por mi parte, os dejo algunas imágenes realizadas por mí desde los exteriores del yacimiento y os adjunto otras actuales, cedidas por un amigo al que agradezco su ofrecimiento por cedérmelas.


El Yacimiento Arqueológico de Cerrillo Blanco fue descubierto en 1975 y constituye uno de los lugares más importantes de la cultura íbera del mundo. Aquí fueron halladas entre 40 y 60 esculturas que forman uno de los más ricos conjuntos escultóricos íberos. 


Dichas esculturas encontradas de modo fortuito entre los olivares, fueron rápidamente adquiridas por el Museo Arqueológico de Jaén y toda la zona fue comprada por dicha institución, donde se realizaron excavaciones arqueológicas en las que fueron descubiertas varias zanjas tapadas por losas de donde surgieron más de 1200 fragmentos que una vez estudiados, limpiados y consolidados se reconstruyeron, causando toda una revolución, ya que hasta entonces se creía que la cultura íbera no tenía la capacidad tecnológica para realizar este tipo de manufacturas, propias de grandes artistas con una técnica muy sofisticada.


Dicho conjunto escultórico se encuentra actualmente en Jaén Capital, en el Museo Provincial, al que seguidamente acudiremos.



En la actualidad, en Cerrillo Blanco podemos encontrar un túmulo funerario, donde se hallaron 24 tumbas individuales y una cámara con una tumba con dos enterramientos. Este tipo de enterramientos muestra que las tumbas individuales estaban respetuosamente separadas de la tumba donde fue enterrada una pareja de un rango superior, como así atestigua el pequeño ajuar encontrado en la zona, donde aparecieron varios broches, hebillas, etc.



Dicho túmulo funerario está datado en el siglo VII a.C y fue reutilizado en el siglo V a.C para enterrar el conjunto escultórico que representaba la historia de un linaje que posiblemente estuvo relacionado con la pareja enterrada. 


Es posible que el conjunto escultórico fuera construido en el mismo lugar de enterramiento, por orden de un príncipe gobernante de Ipolca (la actual Porcuna) en memoria de su linaje y en recuerdo a sus antepasados. La posterior destrucción con saña de todas las esculturas, que fue particularmente dañina con las cabezas de todas las figuras, nos habla quizás de una caída en desgracia del príncipe o de un derrocamiento violento.


Las esculturas, que como digo se encuentran expuestas en el Museo Arqueológico Provincial, se cree que pudieron formar parte de un monumento mayor, con forma de torre, donde estaría representada la vida y las edades del príncipe ordenante, a modo de cosmos heroico.


En el primer peldaño, aparecerían escenas de lucha entre niños o de niños acompañados de animales representando la niñez.



En un segundo peldaño, estarían las escenas de lucha entre adultos, como la magnífica escena del príncipe a caballo con el enemigo caído al que clava la espada.



Y un tercer peldaño con escenas de lucha entre humanos y seres mágicos, como grifos o esfinges.

 

En la cima, estarían las esculturas en posición solemne que serían los antepasados acompañados por figuras de animales, y en los extremos del monumento, animales reales y fantásticos como esfinges protectoras, lobos y corderos, leones, grifos, sirenas y águilas, posicionados todos de modo que estuvieran preparados para acompañar a los difuntos al inframundo.



Las rocas en las que se realizaron las esculturas fueron trasladadas desde un lugar indeterminado aún a día de hoy, puesto que no coinciden ni con el tipo de roca que existe en Porcuna, ni tampoco con las canteras de la cercana Santiago de Calatrava, desde donde se creía que habían sido transportadas, lo que representa toda una ingente labor de ingeniería; el hecho de acarrear grandes cantidades de enormes bloques de piedra a grandes distancias, que incluiría el conocimiento de caminos y veredas favorables para el transporte, la participación de un importante número de animales de tiro y de vehículos y también, la existencia de un importante número de artistas que trabajasen de modo simultáneo en las esculturas.



Constituyen por tanto, uno de los tesoros de la cultura íbera más importante, interesante y rico de toda España y este lugar, probablemente aún tiene algunos misterios por desvelar, pues años después, surgieron gran cantidad de exvotos en el lugar.



Pero nuestro viaje por la historia de Porcuna, no ha hecho más que empezar. A poco más de un kilómetro de Cerrillo Blanco, siguiendo la carretera que nos lleva hacia Córdoba y a la sombra del puente moderno que salva el cauce del Arroyo Salado, podemos encontrar un Puente Romano, eso sí, en unas condiciones de conservación mínimas, que en estos momentos aún conserva las pilastras que sujetaban la estructura y que, a pesar de los siglos, aún sigue resistiendo el envite de riadas e inundaciones.


La visita a dicho puente es más interesante si cabe, si se conoce la existencia de varios vestigios de la Guerra civil española que surgen muy cerca del mismo, en forma de búnkers, casamatas, nidos de ametralladoras y posiciones antiaéreas. Estos enclaves se encuentran igualmente en un estado de conservación pésimo, pero aún así, nos cuentan una curiosa historia de aquellos años convulsos en los que España se enfrentó a sí misma. No voy a detenerme especialmente en esta entrada sobre estos vestigios, puesto que tengo reservada una entrada aparte para los mismos.




Regresando al núcleo urbano de Porcuna, nos esperan las ruinas de la antigua Obulco que surgieron hace algunas décadas a las afueras de esta villa muy cercanas a la Iglesia de San Benito, patrón de la localidad.


A escasos metros de las actuales calles, nos topamos con parte de la ciudad romana de Obulco. Una ciudad que surgió como expansión de un oppidum situado en otro yacimiento arqueológico de la localidad, denominado el Yacimiento de los Alcores.


Una ciudad aliada de Roma, cuya riqueza y poderío quedaron marcadas en su propia ceca o moneda y cuya estratégica situación fue aprovechada en la guerra civil que Roma mantuvo contra Pompeyo y utilizada como base de operaciones, siendo visitada incluso por el mismísimo César que la nombró Municipium Pontificiensis Obulco,como Ciudad Vencedora y Noble, en agradecimiento a sus ciudadanos por su ayuda en la contienda.


La importancia de la ciudad ayudó al crecimiento y transformación de la misma, construyéndose en ella un Anfiteatro Romano recientemente descubierto y a la espera de ser excavado, cuya importancia se cree que puede ser enorme puesto que se estima que podía dar cabida a más de 10.000 espectadores, al tiempo que surgieron cantidad de viviendas o Domus.


Pasear hoy por las calzadas de la antigua Obulco, donde aún perviven los bancos de piedra que hace miles de años dieron acomodo a los habitantes del lugar o donde siguen en pie las columnas de las antiguas Domus, es embarcarse en un viaje por los tiempos, descubriendo sus antiguas estructuras como una gran cisterna que abastecía de agua al lugar. Aún así, es triste comprobar cómo este histórico lugar se encuentra totalmente expuesto a las inclemencias del tiempo que están volviendo a enterrar los restos arqueológicos y expuestos a la acción de expoliadores que constantemente aparecen buscando las abundantes monedas que en este lugar se acuñaron hace siglos.



No es de extrañar por tanto que Porcuna en su conjunto esté declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica con otros muchos yacimientos más localizados.

 

 Por hoy, ponemos punto y final a este viaje en el tiempo, a la espera de que tantos tesoros como surgen del rico subsuelo de Porcuna reciban la atención y el valor que merecen, al tiempo que quedamos expectantes ante tanto como aún queda por descubrir.