viernes, 30 de enero de 2015

De Martos a Fuensanta de Martos por el Cerro del Viento. Cortas distancias, grandes paisajes.

Sí, lo sé.

Sé que a muchos de los/las que leéis mi blog lo hacéis desde Fuensanta y quizás esta entrada no os termine de gustar. Que quizás hablar en un mismo sitio y lugar de Martos y de Fuensanta de Martos sea arriesgado por esa rivalidad que desde siempre existió entre los dos lugares y que incluso a algunos/as os molestará que escriba Fuensanta de Martos.

No obstante, en esta entrada así lo voy a hacer. No por fastidiar a nadie. Sino que, han sido ya muchas las veces que a través de este blog, o de otras páginas web (Panoramio, Twitter, Wikiloc) cuando he escrito simplemente Fuensanta, me han escrito varios usuarios preguntando que, de qué Fuensanta hablaba: ¿ Fuensanta de Granada ? ¿ La zona de Fuensanta de Huelma ? por esto para evitar equívocos decido dejarlo tal cual, dejando al mismo tiempo esas tontas rivalidades atrás. Como dice el refrán: ¿ Quién es tu hermano ? Tu vecino más cercano.

Pues bien, aclarado el asunto me pongo manos a la obra a relatar una ruta que hace poco realicé y disfruté, y que llevaba ya mucho tiempo queriendo escribir.

Hoy me quedo a caballo entre estas dos localidades de la Sierra Sur de Jaén, como son Fuensanta de Martos y Martos.

Dos poblaciones, que durante siglos compartieron un espacio, cultura e historia propios hasta la llegada de 1835 y la división de ambos en dos municipios independientes.

Y sin embargo, poco o nada nos separa a estos dos pueblos y me atrevo a decir que los apenas 5 kilómetros que separan estos pueblos no son nada y al tiempo aguardan mucho por enseñar.

Ese será mi cometido hoy. Mostrar ese espacio entre Martos y Fuensanta de Martos, que guarda cantidad de historias y curiosidades.


Me dirijo así, hacia el Polígono Industrial de Martos y encamino mis primeros pasos en esta ruta que discurrirá en parte por carretera y en parte por antiguas cañadas y veredas, recorridas antaño por una importante cabaña ganadera.


No me aparto un kilómetro de Martos, y junto a una hermosa mansión histórica que se alza junto a la carretera, me dirijo hacia el primer alto en el camino tras coger una carretera hoy poco transitada, pero que en el pasado llegó a tener categoría de carretera nacional.


Llego a los  Baños de Agua Hedionda. Aunque francamente la visión de los mismos es bastante triste puesto que apenas si quedan ruinas de los mismos (lástima, que ese magnífico invento que se llama turismo, que impulsa la economía del país, no arraigue en la ciudad de Martos y esta no siga los pasos de otras localidades más pequeñas y rurales que están recuperando Balnearios no tan lejos como se pueda pensar) quedan aún abundantes señas del antiguo Balneario de aguas mineromedicinales que antiguamente fue muy concurrido por personas que querían restablecerse de enfermedades de la piel. 



El lugar, hoy abandonado, es frecuentemente visitado por los aficionados a la parapsicología, ya que son muchas las historias de aparecidos y hechos extraños que rodean la zona, se cree que relacionadas al periodo en el que este balneario se trasformó en un hospital durante la Guerra Civil.



A tiro de piedra de este Balneario Fantasma, una nueva parada. Junto a la carretera encontramos un cartel que nos guía hacia el Puente Medieval de Martos



Se trata de un Puente Medieval que se construyó en el siglo XIII y que aún hoy, sigue realizando su labor de siglos. (Os dejo unas fotos que realicé algunos años, cuando aún podía verse claramente todos los escudos del puente)


Esta obra maestra del medievo, restaurada hace unos años, se encuentra adornada por numerosos escudos nobiliarios llamando la atención sobre los demás, el escudo de Martos, aunque lamentablemente la vegetación que crece sin control a su alrededor oculta la visión de los mismos (otro fallo para la mal lograda industria turística marteña).

¿ El Escudo  de Navarra en Jaén ?


Tras esta parada, me dirijo ahora hacia el carril de Aramundos que surge a la izquierda de la carretera Jv2215 que hasta ahora había seguido, donde comienza mi ascenso al Cerro del Viento. Pero al poco debo detenerme de nuevo, ante la visión de la Encina de Manuela.


Un enorme ejemplar de encina centenaria incluida en el Inventario de Árboles Centenarios de Andalucía. Ya desde lejos llama la atención su enorme porte, que sobresale con diferencia de los olivares que la rodean.

Tras este punto, comenzamos un tramo de carril en donde sin prisa pero sin pausa vamos ganando altitud.
Los paisajes van cambiando al tiempo que abandonamos el Término de Martos y vamos entrando en Fuensanta de Martos.


El olivar omnipresente va dando paso en algunas zonas a pequeños bosquetes que conforme vamos ascendiendo le van robando cada vez más protagonismo al olivo.


Poco a poco, encinares que en algunos puntos se tornan en bosques cerrados van ocupando el terreno. Sorprende encontrar algunos lugares cuyos paisajes son más propios de la dehesa de Sierra Morena o de alguna serranía similar en estos lugares.




En mi ascenso, tengo de acompañantes algunos de los habitantes de esta montaña. Un águila y algunos cernícalos que andan al acecho de presas sobrevuelan sobre mí. Seguramente anidarán en los múltiples bosquetes de encinas y quejigos que van poblando cada vez con más profusión estas alturas, que se van acercando a los mil metros de altitud.



Llegado el momento me detengo para disfrutar de las vistas que la montaña va ofreciendo. Martos va quedando atrás, entre los cerros que intentan rivalizar con la Peña de Martos, faro y seña de la ciudad. La sombra de la Sierra de la Grana va surgiendo poderosa y a su lado, las lomas de Jabalcuz.



En años de abundancia de aguas y nieves, este lugar es un enorme manantial donde mana por doquier cantidad de veneros, que alimentan arroyos y pequeños torrentes llenando de vida toda la zona y formando hermosas alamedas a gran altura, sobre las que se suelen refugiar multitud de cortijos perdidos, junto a los restos de chozas y antiguas construcciones ganaderas.



Al proseguir mi camino y sin darme cuenta, la sombra protectora de la Peña de Martos desaparece y ante mí aparecen las grandes montañas de la Sierra Sur de Jaén, La Pandera y Ventisqueros, vestidas de blanco como todo buen invierno que se precie suele hacer con ellas.


A lo lejos empieza a aparecer la silueta de un pueblo. Se trata de Los Villares y desde aquí, se pueden ver también las lejanas cumbres de Sierra Mágina, con el pico Almadén nevado e incluso en días de cielos despejados, las lejanas poblaciones de Baeza y Úbeda.



Tras cruzar algunos prados, voy llegando a la zona más alta del Cerro del Viento, azotada por fuertes vientos que le dan nombre a esta montaña. No muy lejos de aquí, debe estar la zona llamada por los lugareños como "El petróleo" donde hace algunas décadas se estuvieron buscando hidrocarburos infructuosamente. No muy lejos queda también, el lugar donde hace algunos años se tanteó la posibilidad de instalar el segundo parque eólico de la provincia de Jaén, que quedó en nada con el desembarco de la crisis económica y el cambio de política energética del gobierno de España, que dejó de apoyar las energías renovables.




Momentáneamente, me adentro en el Término municipal de Los Villares. Aquí, donde la agricultura se convierte casi en un capricho, donde el olivar escala hasta los altos riscos áridos en lo que parece una obstinación del hombre por cultivar de olivar hasta el último rincón de Jaén, olivos y bosques combaten silenciosamente por el territorio.




Y de nuevo cambio de Término municipal para entrar en Fuensanta de Martos. El pueblo, ahora lejano se deja ver de tanto en cuanto, escondido entre el pequeño valle donde se asienta. Comienzo a despedirme de las montañas nevadas, de las grandiosas vistas hacia Los Villares y las sierras que rodean Jaén Capital y empiezo a descender, ahora con vistas a la Subbética Cordobesa, a la marteña Sierra de la Caracolera y a los roquedales que guardan la entrada a Fuensanta.




El descenso será rápido, al dejar los carriles por donde hasta ahora había discurrido y llegar a la Jv-2216 que une Fuensanta de Martos con Valdepeñas de Jaén. La sinuosa carretera desciende rápidamente hasta que sin darme cuenta, llego a las alturas cercanas a Fuensanta donde puedo descansar disfrutando de las vistas a la localidad, junto a su formidable Despeñadero.




Internándome ya en Fuensanta, camino por la carretera que discurre por la zona alta de la localidad, adornada con numerosos miradores que ofrecen buenas vistas de casi toda la población, de su parque, de su Cerro del Calvario famoso en Semana Santa y de su famosa Fuente de la Negra.




Pero no concluye aquí mi caminar...

Al salir de la localidad, comienzan a pasear por mi mente viejas historias mil veces escuchadas atentamente por el que os escribe, aficionado a la historia  (y de entre muchos de los pasajes de esta, del medievo) e interesado en las leyendas que pululan por estos territorios de ocultos tesoros, de cuevas y pasadizos dejados tras la Reconquista.

Me asaltan las dudas de que quizás habré cruzado por los pagos donde se cuenta, habitó "El Duende" o que tal vez me habré encontrado con la cueva donde cuentan que un moro escondió un tesoro maravilloso...ensimismado en estos pensamientos, llego hasta la última parada de esta ruta.

Llego al Castillo de la Torrevieja. Una torre vigía que protege el antiguo camino medieval, hoy carretera desde hace siglos. Conserva  este castillo restos de una muralla que pudo ser íbera o romana, aunque las huellas de los mismos quedaron borradas al estar este torreón durante unos años ocupado como cortijo y transformado para el mismo fin.


En la actualidad, una cerca rodea el lugar, así que os dejo algunas antiguas fotografías de este torreón que formó parte del sistema defensivo de la Encomienda Calatrava de la Peña de Martos junto a otras fortificaciones que hoy, prácticamente, están desaparecidas.


En este punto concluyo mi ruta, una ruta corta pero intensa tras tantos lugares y paisajes conocidos que espero amiga, amigo lector/a te haya gustado y que entiendas cuanto tiene por mostrar este territorio olivarero.



Pd: Dedico esta entrada a todos aquellos que os adentráis en este, mi mundo. A los y las que lo hacéis desde España y desde tantos países lejanos como EE.UU, México, Francia, Rusia, Ucrania, Irlanda, Indonesia, Eslovaquia y un largo etc

Y en especial, a mis amigos y amigas de Martos y de Fuensanta de Martos.

sábado, 24 de enero de 2015

En busca de la Lápida Templaria. Un paseo salomónico por Arjona

Andaba ya con ganas de regresar por tierras de Arjona.

Fue uno de los primeros pueblos sobre los que escribí en este mi blog, en un tiempo en el que todo eran incertidumbres y actuaba un poco a mi aire, sin tener una percepción clara sobre lo que escribía y cómo lo escribía sobre todo...

Con ganas de resarcirme, regreso a este pueblo que siempre me ha atraído. No sé muy bien por qué, quizás sea porque a pesar de la distancia con mi ciudad, la comunicación visual  entre las dos poblaciones es permanente, quizás sea porque me encanta relajarme mirando al horizonte olivarero de mi ciudad al atardecer y ver las luces de Arjona, saludando desde la distancia, o quizás sea por las muchas historias sobre tesoros y sociedades ocultas, que pululan en la red y en muchos libros sobre la provincia y que siempre mueven la curiosidad de los pobladores de este Santo Reino de Jaén, por los que corre la antigua sangre de aquellos belicosos pobladores que llegaron a estas tierras en el medievo.


Sea como fuere, visitar Arjona después de haber leído los "manuscritos" del escritor Juan Eslava Galán, oriundo de Arjona, hace que uno mire con distintos ojos esta población de la campiña olivarera. Después de tener en las manos un ejemplar de La Lápida Templaria o de Los Templarios y la Mesa de Salomón, uno llega a Arjona, un poco con el sentimiento de Indiana Jones, dispuesto a conocer y a escrutar los misterios ocultos del lugar.


Nada más poner pie en Arjona, me dirijo hacia la zona alta que antaño ocupó un castillo, dispuesto a indagar en los secretos de aquella fortaleza perdida. Mientras asciendo por una cuesta, hago un alto en el camino y me encuentro ante mí, con unas antiguas murallas, murallas ciclópeas que hablan de antiguas culturas que por aquí pasaron, de Íberos y Romanos, de "una obra antiquísima, que pudo ser templo comunicado con la fortaleza" y que se encuentra coronada por un mirador con vistas a Andújar y a Sierra Morena.


Dicho mirador, lo llaman de los Santos o de los Mártires, y cuentan que realmente no fue su origen el regalar las maravillosas vistas al valle del Guadalquivir, sino que su originario cometido fue el de camposanto. El Cementerio de los Santos Mártires, donde en el siglo XVI fueron hallados cientos de cuerpos tras una excavación arqueológica, que señaló además, que aquellos huesos pertenecían a cientos de personas que habían sido perseguidas y martirizadas en los tiempos de la dominación romana y de las persecuciones a los cristianos. Se cuenta, que tal excavación comenzó, porque en la zona se sucedían extraños sucesos de aparecidos, extraños cánticos y campanillas que sonaban sin explicación. En la excavación se encontraron las reliquias de los santos San Bonoso y San Maximiano, santos patrones de Arjona.

Contrafuertes o ¿ las columnas Jakin y Boaz ?
Allí mismo se construyó el Santuario de los Mártires y de las Santas Reliquias para dar cobijo a todos los mártires hallados en el citado camposanto. Aunque también se asegura, que con la construcción de dicho santuario, se quiso hacer algo más, como construir una réplica del desaparecido Templo de Salomón, con un templo en la parte alta del edificio y otro subterráneo secreto. Y aseguran además, que los dos contrafuertes que sujetan uno de los laterales del Santuario, recuerdan a las dos columnas que se encontraban en la entrada del Templo de Salomón, llamadas Jakin y Boaz.

Sea como fuere este, la visita al interior del Santuario para alguien que lo hace por primera vez es, cuanto menos curiosa. Para acceder a esta iglesia, debemos hacerlo por una pequeña y escondida puerta y tras pasar algunas estancias, llegamos primero a la zona alta del edificio hoy convertida en un pequeño museo, donde se acumulan, desde antiguos mapas del desaparecido Castillo de Arjona, a multitud de material litúrgico.



En el altar, encontramos un huesario donde descansan en varias alacenas los huesos de los mártires de Arjona.



En el piso inferior del Santuario encontramos otro recinto sagrado, adornado por un altar policromado donde está muy presente el arte colombino, que lo convierte en una obra de arte única en nuestra provincia. En esta planta, que hace las veces de sótano y antigua cripta, se encuentra a día de hoy un museo eucarístico, en el que se conservan entre muchas cosas, antiguos amuletos que guardan en su interior pequeños fragmentos de los huesos de los mártires, que se repartían antiguamente para proteger a la población.




Tras abandonar el Santuario, cercana a la entrada del mismo, llama nuestra atención una gran roca cuasicircular que parece adornar un apartado de la gran plaza que corona las alturas de Arjona. Interesado y sorprendido por la presencia de la misma, me acerco a dicha roca. Antes de que pueda siquiera tocarla, me avisan las gentes del lugar: Tenga usted cuidado, que la roca es mágica y sobretodo muy fértil...agradecido por la información, me cuentan que estoy ante la Piedra de los Deseos de Arjona. Un enorme betilo que cuentan, fue encontrado en una excavación en la antigua Catedral Gótica de Jaén. Se cree que los betilos se utilizaban en el Neolítico, en ceremonias y rituales asociados sobretodo a las diosas de la fertilidad, de la mujer y la tierra. Cuentan que dicha piedra realmente es mágica y lo demostró nada más llegar a esta población en 1995, cuando toda España sucumbía bajo una terrible sequía y que nada más quedar colocada la roca, se desató sobre Arjona una gran tormenta, que fue un alivio para todos los olivares y cultivos que morían de sed.


Al otro lado de la Plaza se alza la Iglesia de Santa María que en la actualidad da cobijo a las imágenes de los Santos Patrones de Arjona. Guarda la entrada de la misma, un curioso Bafomet, con la barba partida y con la vista fija hacia el visitante.


Sin movernos del lugar, sabiendo como sé que me encuentro en el solar del antiguo Castillo, me dirijo a conocer lo poco que queda del mismo. Se trata de un Aljibe del siglo XII, con la curiosidad de que las columnas que sujetan el techo fueron reutilizadas por los árabes, ya que estas son de origen romano. Puesto que la función de este edificio, era la de almacenar agua, carece de cualquier tipo de decoración, aunque en los últimos tiempos se encuentra adecuado a la visita de este edificio que es uno de los más antiguos de todo el pueblo.


No lejos de aquí, se encuentra el Museo Juan Eslava Galán donde se puede pasear por la milenaria historia de la localidad, empezando por los Íberos, de los que se halló hace algunos años un enorme mausoleo con una tumba principesca con numerosas cráteras griegas, al tiempo de los romanos llegando hasta "anteayer" pues también se exhiben viejos utensilios que se utilizaron hasta hace unos años en agricultura y ganadería.




La tumba del rey ibero de Arjona
Abandonando el lugar, me dirijo ahora hacia la antigua Judería desde donde se pueden apreciar, unas magníficas vistas en numerosos miradores. Y encerrado en una de sus callejuelas aguarda una sorpresa.


Bajo la Iglesia de San Juan Bautista, caminando por la Calle Prioratos, me encuentro con la Cripta del Barón de Velasco. Un personaje singular este antiguo habitante de Arjona, señalado por todos como ilustrado y erudito y por algunos, como masón y ocultista relacionado con una Logia llamada Los Doce Apóstoles, cuya misión era buscar reliquias sagradas, entre ellas la Mesa de Salomón.


Lo cierto de este personaje es que construyó en este rincón de Arjona una cripta cuanto menos singular.


Una Cripta Neobizantina en la que nada queda al azar, a la que se accede tras una escalinata de mármol, que alterna tramos en línea recta con curva con un número de escalones cada tramo predeterminado.


Al acceder a la Cripta, toda recubierta de teselas doradas, podemos admirar un Pantocrátor vigilante rodeado de 4 ángeles serafines. 


Y en la cripta misma, protegiendo el acceso a los nichos, esculturas de mármol que representan la Fe, la Esperanza y la Caridad, unidas todas ellas por un mecanismo de raíles. A pesar de que tan curiosa construcción quedó semidestruida tras la guerra civil, llegar hasta este lugar hace que los interrogantes se sucedan sin cesar...¿ No parece que los ángeles tienen forma de numero 8 o lo que es lo mismo, del símbolo OO infinito ? ¿ Por qué abundan los dibujos de ojos en toda la cúpula de la sala ? ¿ Por qué el Pantocrátor se encuentra en una disposición tan curiosa en el techo ?

Esta imagen se encuentra curiosamente invertida al acceder a la cripta
Puesto que los interrogantes se acumulan y la estancia en Arjona se está acabando, me dirijo hacia el Ayuntamiento, como última parada.


Francamente la vista del mismo no llama en absoluto la atención. Una construcción relativamente moderna y simple coronada por un reloj. Pero los lugareños me insisten en que acceda al edificio, pues aseguran, guarda varias sorpresas. Me recomiendan que me muestren la Sala Capitular del Ayuntamiento

Al entrar en dicha sala, la verdad es que aparte de algún mobiliario antiguo y algunos cuadros con imágenes de Arjoneros o Urganovenses ilustres,nada llama la atención. Hasta que alcanzo a ver uno de los extremos de la sala. 



Allí me topo con paredes que cualquiera diría que son más propias de la Alhambra que de un edificio del Jaén olivarero. Revistiendo todas las paredes hasta el techo, aparecen zócalos y azulejos geométricos policromados, que fueron traídos del antiguo Palacio del Barón de Velasco. De nuevo la sombra del enigmático urganovense se cruza en mi camino.


Ensimismado ante la hermosa visión de esta sala me viene a la mente algo que ya había olvidado...La Lápida Templaria, ese supuesto objeto de poder que atesora el secreto de la Mesa de Salomón, de la que tanto he leído.

A punto de abandonar Arjona, me doy de bruces con ella al bajar las escaleras del Ayuntamiento y llegar al patio del edificio. Casi escondida, pasando desapercibida para muchos, se encuentra esta losa llena de dibujos geométricos, que tanta gente atrae hacia este pueblo, con su enigmático mensaje aguardando ser descifrado por tantos.


Termina aquí mi búsqueda por esta vez, pero no cabe duda que son muchos los secretos que aún se esconden en esta milenaria población.