lunes, 26 de septiembre de 2016

El Molino Fortificado del Cubo. Patrimonio olvidado entre fantasmas

 Saludos amigas y amigos!

Estrenando ya el Otoño y llegando ya el Día Mundial del Turismo me gustaría invitaros a conocer uno de los lugares con más historia de toda la Comarca de Martos. Un lugar perdido lamentablemente y desconocido por propios y extraños.

Y sí...igual no soy el más capacitado para hablar de la pródiga historia de mi ciudad... al fin y al cabo tan solo soy un bloggero que vive en una ciudad de provincias, hijo de agricultores...o sea, más de uno dirá (y ya sé que lo dice) que soy prácticamente un ignorante (ya lo dice el dicho:  "gente del campo, gente ignorante") pero...aunque no tenga "papeles" que me acrediten como historiador (por ahora) y piense que soy historiador por leer unos cuantos libros o por gastar dinero en reliquias históricas...me veo en la obligación de escribir sobre mi ciudad, básicamente por que nadie lo hace y los que se atreven, apenas si se quedan en generalidades o nimios resúmenes y sobre todo, ya que tengo este blog que en tan solo en tres meses ha recibido más 120.000 visitas y por tanto lleva las humildes palabras de este ignorante a más de 60 países...pues por qué no atreverme.

En fin...no juzguéis si no queréis ser juzgados.


Donde los caminos que comunican Martos, Torredonjimeno y Jamilena se entrecruzan, descansa olvidado por casi todos un edificio, otrora imprescindible para la vida de dichos municipios.

Un lugar que durante siglos fue muy popular y atrajo a miles de personas hacia él, para que les fuera suministrado un material que aún hoy sigue siendo fundamental en nuestra dieta: la harina molida con la que producimos nuestro pan.

Hoy esos caminos que siglos atrás fueron frecuentados por miles de personas, acompañadas por sus carros y bestias de carga están en desuso, abandonados en el recuerdo y si acaso, transitados por algún excursionista o recolector de frutos silvestres.

Y el grandioso edificio llamado por todos El Molino del Cubo, duerme el sueño de los justos sorprendente y lamentablemente, puesto que ingenios hidráulicos como este en otros lugares de España están convertidos en museos o alojamientos rurales, más aún si tienen la historia que este enclave acarrea.


El Molino del Cubo se encuentra a un par de kilómetros escasos de Torredonjimeno, a otros dos kilómetros de Jamilena y a tres de Martos. A pesar de encontrarse dentro del término municipal de Torredonjimeno, se ubica muy cerca del punto donde los términos de Jamilena, Martos y Torredonjimeno coinciden, haciendo que este lugar se sienta casi como propio por los tres pueblos citados que en la antigüedad además, compartieron historia conjunta al formar parte de la Colonia Augusta Gemella Tuccitana y posteriormente, la Encomienda Calatrava de Martos.


Este edificio del siglo XV fue construido por la Orden de Calatrava a orillas del Arroyo del Cubo y aprovechó el caudal de agua de este arroyo para funcionar. En un tiempo en el que la única energía que conocía el hombre para funcionar era la del viento, la animal y la del agua, este ingenio fue una de las pocas maneras de moler grandes cantidades de grano que encontraron los antiguos habitantes de la comarca.


Obras como la de este molino eran fundamentales para la vida, en un tiempo en el que nuestra provincia, hoy olivarera, era eminentemente cerealista. Estas obras fueron muy costosas de ahí que siempre las realizaran grandes personalidades o figuras de la iglesia y así además, tenían el monopolio de la molienda, puesto que los agricultores pequeños tenían prohibido moler su propio grano. El oficio de molinero pasaba de familia en familia y no estaba exento de polémica, puesto que los amos del molino (la orden de Calatrava) se quedaban como pago con una parte de la molienda, y el molinero en más de una ocasión, engañaba con los pesos para quedarse con parte igualmente. Además, puesto que el molino funcionaba día y noche, era un lugar frecuentado por parejas para encuentros amatorios. No es de extrañar, que la actividad molinera fuera parte de la vida cotidiana de las gentes de la zona y de ella aún nos quedan muchos dichos: "corriente y moliente"...o "limpio de polvo y paja"





El Molino del Cubo, debió ser un lugar digno de ver en sus años de actividad. Inicialmente tendría construido un pequeño embalse para asegurar el flujo del agua durante todo el año y esta, sería dirigía por un canal que llevase el agua hasta EL CUBO y allí se precipitaba varios metros de altura.


La fuerza del agua movería toda la maquinaria de molienda que estaba formada por vigas de madera y rulos de piedra que se apoyaban en varios huecos que aún se pueden ver en el interior del edificio.


Al mismo tiempo, en la segunda planta se seleccionaría la harina mediante poleas y correas a las que se transmitía el movimiento y de las que lamentablemente, no queda hoy nada. Con vuestro permiso, solo os voy a mostrar el hueco por el que se accede a la segunda planta y no os voy a enseñar imágenes de la misma, puesto que aunque conozco esta estancia por haberla visitado de pequeño, en la actualidad no he podido volver a visitarla por la dificultad que existe para escalar la pared de dos metros para llegar hasta ella.


Finalmente el agua salía por un Socaz o canal de evacuación y volvía al arroyo. En la actualidad, este canal se encuentra plagado de basura y escombros.


Si uno está familiarizado con las fortalezas y atalayas calatravas de esta zona se habrá dado ya cuenta, de que el tipo de construcción y de material utilizado en este molino por los Caballeros Calatravos se parece enormemente a los mismos que se utilizaron en Castillos cercanos como el de Torredonjimeno o en las fortalezas alta y baja de Martos, coincidiendo sobretodo el mortero rojizo tan característico en esta zona.



Y es que no se trata de un molino al uso, el Molino del Cubo fue un molino fortificado donde además de realizarse con las mismas técnicas constructivas que los castillos de su entorno, también cuenta con saeteras desde las que poder realizar ataques con arcos y repelerlos, ya que fue construido en un tiempo en el que nuestra provincia aún estaba dividida entre árabes y cristianos.

El lugar se encuentra rodeado por una atmósfera de misterio y no son pocos los que afirman que en el lugar se producen hechos extraños, como la aparición de un cura o personaje con capa y sombrero ancho y también, de un niño o niña pequeño, que corretea la zona, llorando, riendo y dejando sus pisadas.


Junto al Molino, se encuentra el ya citado Arroyo del Cubo, semiescondido entre la frondosa vegetación del bosque de ribera que lo rodea  y que forma un paisaje singular al precipitarse sus frías aguas, por numerosas cascadas y saltos, entre roquedales.


Forma al mismo tiempo, varias pozas que en primavera y verano son todo un reclamo para excursionistas y bañistas que en más de una ocasión se agolpan en la ribera de este humilde arroyo, refrescándose y pasando un día de convivencia campestre sin alejarse apenas de los pueblos que durante siglos, dependieron de este lugar hoy solitario, que por tantísimos servicios prestados...no se merece el olvido al que en la actualidad se encuentra condenado.