sábado, 27 de octubre de 2018

El Castillo de Bélmez, vigías en el olvido.

Saludos, amigas y amigos.

Que Jaén es la provincia con mayor número de castillos por kilómetro es de sobra conocido ya. Por eso, hablar de todos y cada uno de los casi 200 castillos, atalayas, fortificaciones y recintos amurallados es un trabajo arduo que lleva muchísimo tiempo recorrer y conocer.
En esta ocasión, vamos a acercarnos a otro de estos vigías del tiempo, que vigiló lo que fue una frontera durante siglos.


Hoy, nos vamos al Castillo de Bélmez de la Moraleda.


Enclavado en el Valle del Jandulilla, a 876 metros de altura, junto a un manantial que recoge las aguas de esta porosa sierra y junto a la pequeña aldea de Bélmez, encontramos este castillo, cuya posición fue lugar de paso entre Granada y el alto Guadalquivir, donde se asentaron los íberos y construyeron varios oppidum.


Se trata de uno de los últimos castillos conquistados por los cristianos que perteneció a los nazaríes hasta el siglo XV.


Tan fuertemente vinculado a Granada estuvo, que hasta los Reyes Católicos lo adscribieron a la provincia de Jaén para desvincularlo del reino al que perteneció por siglos.
Bélmez, que en árabe significa lugar protegido, sufrió como muchos castillos la inestabilidad y luchas civiles horribles, y es que aquel reino musulmán no fue el remanso de paz y armonía entre las tres culturas que últimamente se intenta dibujar, de igual modo que no fue un reino pacífico ni para los propios musulmanes, que durante toda la dominación de la península, sufrieron más bajas luchando entre ellos, que en sus luchas contra los cristianos.


En el siglo IX, con el levantamiento de los muladíes y la rebelión de los encastillados, este castillo fue otro de tantos que se sumó a la rebelión y que dio lugar al levantamiento de refugios fortificados para la protección de las alquerías, hasta que Abderramán III, eliminó a todos los que se oponían al poder de Córdoba.


Tras el ascenso al poder de la dinastía Nazarí, la comunicación con Granada y los buenos pastizales de la zona, el Reino de Granada a partir del siglo XIII trabajó duramente para fortificar el lugar asegurando el control del territorio y amenazando a todos los pueblos de la zona.


En 1243, Fernando III prometió a Baeza la cesión del castillo cuando fuera conquistado, pero tras pactos posteriores se mantuvo en zona musulmana. En 1316, el infante don Pedro lo asedió y tomó para volver a ser conquistado en 1368 por los musulmanes.


Tras varios intentos, fue tomado definitivamente en 1448, por tropas baezanas de Enrique Fernando de Villafañe que según la leyenda, fueron guiados por un pastor llamado Eufrasio, que conocía el terreno y que estaba empeñado en recuperar un cuadro del Señor de la Villa que los musulmanes guardaban en el castillo.


Aún así, la cercanía con el reino Nazarí hizo de este lugar una zona muy peligrosa hasta el final de la Reconquista. El castillo se encuentra enclavado en una explanada elevada a 3 kilómetros de Bélmez de la Moraleda y, fue construido excavando la ladera del cerro en el que se encuentra, que está además protegido por varias montañas en las que se alzan atalayas como la Torre del Sol o la Torre del Lucero, que controlaban el paso y que formaban en sí mismas pequeños castillos amurallados.


El castillo en la actualidad, se conserva en un estado muy lamentable de ruina conservando en parte la Torre del Homenaje, el alcázar y la albacara. La torre rectangular y que llegó a tener cuatro pisos, apenas conserva el primero y parte del segundo. En la primera planta estaría la entrada y una estancia abovedada sostenida por arcos con ventanas saeteras, construido con yeso y ladrillo. El exterior es de mampostería irregular entremezclada con ripios, con sillares en los ángulos para protegerla de la artillería.


El alcázar exterior contaba con 4 torreones cuadrados y uno rectangular, de los que apenas se conservan hoy día, al haber sufrido un proceso de erosión natural a lo largo de los siglos que los han ido derrumbando, dejándolos desparramados en los campos cercanos.
 

La albacara era de mampostería rellena de piedra y barro aunque hoy día apenas se conserva. A pesar del abandono que sufre el lugar y que si no se le pone remedio, puede hacer desaparecer totalmente este importante e histórico castillo, visitar el lugar, es reconocer aún hoy un lugar donde se nota el peso de la historia a cada paso.


Una excavación arqueológica tanto en el castillo como en las cercanías del mismo, supondría conocer multitud de curiosidades históricas que hoy solo se atisban escondidas entre los olivares que rodean el lugar.


Las vistas que ofrece son impresionantes, con muchísimos kilómetros a la vista, teniendo varias poblaciones visibles.


En definitiva, un lugar que merece mucho más, un lugar que ofrece múltiples posibilidades para acercarse a la historia, para descubrir de primera mano los secretos y la historia de este lugar de frontera, al tiempo que ofrece todo un abanico para disfrutar de la naturaleza, pues es un punto de inicio ideal para multitud de actividades y rutas por la naturaleza.

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