lunes, 6 de noviembre de 2017

Vilches, la guardiana de los tesoros medievales

Saludos, amigas y amigos.

En estos días en los que el mundo parece que está empeñado en autodestruirse (y no pienso solo en España y en el circo Catalán), toca volver a salir de ruta y relajarse en este Paraíso Interior, que si no fuera por esta puñetera sequía y por el paro galopante que sufre, sería un lugar absolutamente idílico para perderse por días sin término.

Hoy os invito a conocer uno de los pueblos más hermosos de la provincia: hoy vamos a conocer Vilches.
 

Esta localidad del norte de la provincia, a caballo entre el olivar y la sierra, es un soberbio mirador desde donde contemplar cientos de kilómetros a la redonda.

Pero además, tiene la singularidad de ser el municipio con más costas interiores de España, gracias a los tres pantanos que se encuentran en su término municipal.


Sus plazas guardan aún curiosas callejuelas en las que apenas pasan dos personas juntas, auténticas reliquias de un pasado sin vehículos a motor.
 

Entre las tranquilas calles, aún existen casas-cueva muy cerca del antiguo castillo de la localidad.



Dirigir nuestros pasos a este castillo histórico es asomarse a un inmenso mirador desde donde puede verse todo Vilches, buena parte de sus singulares costas, las estribaciones de Despeñaperros e incluso lugares a casi 100 kilómetros de distancia como la Peña de Martos.

 


Aquí podemos acariciar la historia de la localidad y conocer que fue ocupada tempranamente desde la Edad de Bronce por pueblos prehistóricos a los que sucedieron íberos, romanos, visigodos, árabes y cristianos superponiéndose civilizaciones y culturas, siendo el origen de todos estos fructíferos asentamientos al estar enclavada entre los ríos Guarrizas, Guadalén y Guadalimar.



Además, se encuentra en una cuenca minera que permitía la producción metalúrgica, lo que supuso un importante intercambio comercial que se vio incrementado por ser zona de paso entre los pueblos del alto Guadalquivir y las tierras de la Mancha.



En el siglo VIII, los árabes levantaron este castillo que dio protección a múltiples alquerías rurales del entorno, hasta que en el siglo XII el avance cristiano propinó un refuerzo del mismo utilizando restos de fortificaciones íberas.



Aún así, dichos refuerzos no sirvieron de nada y tras la Batalla de las Navas, fue conquistado en 1227.



Aún quedan importantes torres, murallas, aljibes y lienzos, pero el castillo desapareció al ser sustituido por la Iglesia de Santiago y en el siglo XVIII,  por la ermita de la Virgen del Castillo, patrona del pueblo, en cuyo interior además se conservan tesoros obtenidos en la Batalla de las Navas de Tolosa.



Un lugar idílico para disfrutar de la tranquilidad de este pueblo que rebosa historia en cada rincón y que hoy...tan sólo hemos comenzado a conocer.



Volveremos.

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