Ahora
que por fin la climatología se ha adaptado al tiempo que realmente nos
pertenece y esperando que llueva tanto o más como necesitamos, ahora que
por fin tímidamente el campo de nuevo se viste de verde, nos vamos al
norte más norte de la provincia para zambullirnos una vez más en la
historia.
Nos vamos al Paso de Despeñaperros para descubrir la Cueva de los Muñecos, a las puertas del Parque Natural de Despeñaperros.
Para
llegar a este singular rincón perdido en la sierra, debemos ascender
por la empinada y sinuosa carretera que lleva a Aldeaquemada.
A
los pocos kilómetros, alcanzando un puerto de montaña donde se
encuentra el Centro de Visitantes del Parque; que por cierto, no sé si
en algún momento actualmente funciona, (tristemente, como tantas
infraestructuras turísticas como tenemos que están cerradas) ya que yo
siempre lo he encontrado cerrado.
Este lugar
del que surgen muchos senderos turísticos es ideal para dejar el coche y
disfrutar de la sierra, como lo hacen los oriundos del lugar; ya sea
buscando setas, frutos del bosque, observando la naturaleza o
descubriendo la historia. Y es que desde aquí, surgen dos pequeños senderos de corto recorrido.
Uno nos lleva a través del bosque mediterráneo hasta un mirador que corona el cerro, desde donde podemos ver tanto el norte de Jaén, sobre todo La Carolina y los cerros mineros de las Nuevas Poblaciones, como Castilla La Mancha y el paso de Despeñaperros, muy próximos adonde nos encontramos.
Después de disfrutar de las
increíbles vistas que nos ofrece este lugar salpicadas por el vuelo de
águilas y otras rapaces de la zona, ponemos rumbo hacia la historia; la
Cueva de los Muñecos nos espera.
Esta
cueva debe su nombre a la cantidad de exvotos hallados en la zona. Se
trata del Santuario Ibérico del Collado de los Jardines.
Este Santuario de época ïbera tiene una importante relación con Giribaile y
la Cueva de la Lobera en Castellar, formando un conjunto sagrado que
entre todos ha
proporcionado un número de exvotos enorme, facilitando una valiosa
información sobre las deidades que en este lugar se adoraron y sobre los
fieles a estos lugares de culto, los cuales son auténticos santuarios
primigenios de peregrinación.
Lamentablemente, buena parte de los objetos aquí hallados se guardan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, muy lejos de su lugar de origen.
En el exterior, encontramos un abrigo en el que apenas se dejan ver las pinturas rupestres que lo adornaban.
Un
lugar donde se respira paz y tranquilidad y donde aún parecieran
retumbar antiguos cánticos de voces que hace milenios se callaron. Una parada indispensable para conocer la primitiva cultura íbera que aún hoy nos sigue cautivando...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy interesante, viajamos fuera con claro olvido de nuestro pasado. Gracias por compartir.
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