Saludos amigos y amigas.
Ya se acerca
peligrosamente el invierno, aunque lamentablemente cualquiera lo diría
por este maldito tiempo otoñal extremadamente seco y de sequía.
Estamos
a semanas de la navidad y del final de año y hoy nos vamos a conocer
una hermosa ciudad plagada de historia, donde uno de sus grandes
tesoros, su castillo, hoy forma parte del pasado y del recuerdo.
Aún así, hoy vamos a recorrer lo que aún queda del Desaparecido Castillo de Andujar.
Andujar fue una zona poblada desde época temprana por cazadores y recolectores desde los inicios de la edad del bronce, explicándose así su abundante riqueza arqueológica en asentamientos metalúrgicos y pastoriles en toda Sierra Morena, cuyo término municipal abarca un enorme terreno serrano, protegido por la figura de Parque Natural (en el que por cierto, conviven especies de un extraordinario valor, como el Lince Íberico).
En la segunda mitad del siglo VIII, Anduyar como lo llamaron los árabes comenzó a crecer en detrimento de la antigua Isturgi.
(Hoy Los Villares de Andujar). En el siglo X comenzó la repoblación y
fortificación de la ciudadela, convirtiéndose en El centro de la comarca
y los ricos cultivos de secano, cambiaron y crecieron por el regadío,
construyendo a crear un amplio abanico de patrimonio hidráulico como
presas, acequias, norias y pozos.Andujar fue una zona poblada desde época temprana por cazadores y recolectores desde los inicios de la edad del bronce, explicándose así su abundante riqueza arqueológica en asentamientos metalúrgicos y pastoriles en toda Sierra Morena, cuyo término municipal abarca un enorme terreno serrano, protegido por la figura de Parque Natural (en el que por cierto, conviven especies de un extraordinario valor, como el Lince Íberico).
Sobre la antigua
cerca romana, los almohades construyeron el castillo cuyas muralla
cercaron aproximadamente 1'5 kilómetros, con una fortísima muralla de 48
torres, 4 puertas ochavadas, 7 puertas que con el tiempo, pasaron a ser
12, junto al alcázar, terraplenes, antemuros y fosos.
En
época de Abderraman III la ciudad aumento la guarnición militar,
aumentando aún más su industria y comercio, sumándose a su prospera
economía agrícola.
La Reconquista y la guerra comenzaron a asediar la ciudad que fue efímeramente conquistada por Alfonso VII en 1148.
Fernando
III la Reconquistó finalmente en 1219, tras el Pacto de las Navas de
Tolosa, por el que la ciudad fue entregada pacíficamente junto a la
Villa de Martos y ambas ciudades fueron entregadas a la Orden de
Calatrava, avanzando líneas por el Valle del Guadalquivir y conteniendo
las ofensivas que procedían de Córdoba.
En
1297 el Castillo fue asaltado por Muhammad II sin que el Infante Don
Enrique maestre de Calatrava y Don Alonso Pérez de Guzmán pudieran
defenderlo y como ocurría siempre en este tipo de poblaciones (en aquel
tiempo) fronterizas, los ataques musulmanes fueron constantes.
Con
el tiempo la fortificación se fue deteriorando y cuando su función
militar culminó, la ciudad se fue ensanchando, haciendo desaparecer
aquella fuerte muralla que durante siglos la había protegido. Hasta los
Reyes Católicos autorizaron parte de su desmantelamiento y en el siglo
XVII gran parte de la ciudadela había desaparecido.
Con la visita de Isabel II se derribo la puerta del Peso de la harina (que comunicaba la ciudad con la Sierra) y
después los Arcos Grande y Chico, y poco a poco cayeron las puertas del
Alcázar, del Sol, de Santa Clara (próxima al puente del Guadalquivir y
la Calle Maestra), de Córdoba, de la Merced y la puerta Barrera.
Con
la Guerra de la Independencia las tropas de Dupont y Blondeau en
vísperas de la Batalla de Bailén, destrozaron muchas de las murallas que
aún quedaban y tras la desamortización de Mendizabal el castillo pasó a
manos privadas, reservándose el derecho de la ciudad a su utilización
cuando existiera peligro, pasando a casa de vecinos, casino, hasta que a
primeros del siglo XX fue arrasado.
Aún así,
tal era la magnitud y magnificencia de este castillo, que en la
actualidad, aún resiste pequeñas parcelas del mismo y recorrer la
cuidad, buscándolos, mientras nos adentramos en el rico patrimonio
histórico que atesora la ciudad.
El paseo comienza junto al Parque de Colón, muy cerca del Guadalquivir. Allí se alza la Torre de la Fuente
Sorda, fabricada con tapial de cal y canto, rellena de tierra y
cerámica, recubierta con sillería, a la que en el siglo XVI se le adosó
una fuente con el escudo de la ciudad, cuyo manantial, es capaz de
resistir a la más pertinaz de las sequías.
Muy
cerca de allí, caminando por lo que fue el solar del antiguo castillo,
nos encontramos con hermosos Palacios hoy afortunadamente restaurados y
conservados, que forman parte de la vida civil y que forman parte de su
historia.
Cerca de allí, en el límite de lo que fue la antigua Nacional IV Madrid-Cádiz, olvidada y completamente desvencijada, podemos encontrar los restos de un antiguo paño de muralla, que corre serio riesgo por su aspecto de desaparecer más pronto que tarde.
Siguiendo
nuestro paseo, junto a los Parque que pululan la cercana Rivera del
gran río andaluz, podemos encontrar el Torreón de Tavira, alzándose aún
majestuoso con su piedra rojiza, tan propia de estos lares.
Adentrándonos entre el callejero iliturgitano, podemos dirigirnos hacia el hermoso Palacio de los Niños de Don Gome, donde se conservan lienzos de murallas y dos torreones de época almohade, que forman un conjunto donde la arquitectura de varios siglos convive, llamativa en la actualidad.
Menos
suerte han corrido los torreones de la calle Luis Vives que sobreviven
difícilmente entre cocheras que desvirtúan totalmente su imagen,
parasitando las antiguas antiguas murallas que recorrían la zona.
Bonito reportaje sobre mi ciudad!!!
ResponderEliminarUna pena que se destruyeran tanto el castillo como su muralla porque me habría encantado conocerlos...
Un saludo.
Coincido con toñi.
ResponderEliminarUn saludo.
Así se ha cuidado y se sigue cuidando de nuestro patrimonio. Añadir que es posible atravesar el centro en coche, algo que nada ayuda a su supervivencia. Gracias por el artículo.
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