El otoño sigue pasando y los jiennenses volvemos a mirar al cielo,
esperando que las ansiadas lluvias vuelvan y sofoquen la sed de nuestros
campos y olivares, que ya están dando muestras de agotamiento por la
falta de lluvias mientras que crían esa esperada cosecha de aceituna,
que alivie momentáneamente la situación económica.
Para olvidarnos un poco de los problemas cotidianos, os quiero llevar a uno de los lugares más hermosos y conocidos de Jaén.
Nos vamos a Cazorla de
turismo sostenible, de ese que tanta falta hace y que debería tomarse
en cuenta, en muchos municipios de la provincia para generar más empleo y
diversificar la economía.
Os
voy a enseñar una pequeña parte de este municipio serrano, de casas
encaladas protegidas bajo la imponente sombra de dos castillos.
Una excelente manera de iniciar nuestro periplo es desde la plaza de la Corredera, centro neurálgico de Cazorla, rodeado de grandes casas, donde van surgiendo las primeras instantáneas de las muchas que tiene este pueblo por ofrecer.
Desde allí, no tardamos en llegar al Balcón de Zabaleta, uno de los rincones más fotografiados de toda España. Allí podremos deleitarnos ante la imponente panorámica de la Cazorla alta,
la antigua, donde el caserío blanco impoluto se fusiona con la
naturaleza, los bosques, la historia y los picos serranos que rodean
todo el pueblo.
Muy cerca se encuentra la Plaza de Santa María, construida sobre el Río Cerezuelo. Este enorme espacio abierto, rodeado de montañas, monumentos y de naturaleza ofrece nada más llegar la visita al Centro Temático de Especies Amenazadas, antiguas Carnicerías que
se encuentra colgado literalmente sobre el cauce del río. En el que
podremos aprender mucho sobre las especies que viven en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas donde
nos encontramos y conocer mucho sobre la importancia de su
conservación, rodeados de los sonidos del bosque y los seres que lo
habitan.
Frente a este, el imponente Pilar de las Cadenas, muestra del Renacimiento andaluz y la antigua iglesia de Santa María, cierran esta hermosa plaza, antaño antigua e improvisada plaza de toros.
Las ruinas de Santa María son visitables, pero para acceder a ellas debemos dirigirnos al Centro Temático Frondosa Naturaleza, que nos ofrece otra forma de conocer el Parque Natural y muchos pequeños detalles que a veces se nos escapan.
Desde aquí, descubriremos los restos de la antigua iglesia, que nos
invita a perdernos en su historia y curiosamente, a adentrarnos también
bajo su suelo.
La Iglesia de Santa María nos cuenta la historia de la Villa de Cazorla, que en el siglo XVI o Baja Edad Media era un área vital por ser zona de contacto entre Castilla y los territorios nazaríes en retirada.
El influyente Francisco de los Cobos, una de las grandes personalidades del Renacimiento español, impulsó la transformación de la Cazorla medieval, remodelando toda la plaza y ordenando la construcción de esta iglesia. Una iglesia que constituyó en los años de su creación todo un reto, al ser necesario construir una impresionante bóveda sobre el cauce del Río Cerezuelo, en el solar en el que hace siglos se encontraba un puente medieval que conectaba los dos margenes del río. Surge así, un gran espacio pensado y planificado en parte por Andrés de Vandelvira que arrasó todas las edificaciones anteriores y dio paso a la actual plaza y la iglesia, que presidiría la misma. Esta iglesia nunca llegó a construirse totalmente, debido a las dificultades de su construcción y a la muerte de Francisco de los Cobos, que produjo la ralentización de muchos de sus proyectos y la paralización de otros.
Pero, hubo un hecho que provocó un antes y un después en la construcción de la misma. El 2 de Junio de 1694 se produce una gigantesca tormenta que origina el colapso de la bóveda al caer grandes rocas de las cercanas sierras que provocan la inundación y destrucción tanto de la iglesia como de la plaza.
Los restos que quedaron de la misma perecieron durante la Ocupación Napoleónica entre 1810 y 1812, en donde la iglesia sufre varios incendios y saqueos. Tras ello, el lugar queda abandonado y utilizado en ocasiones como vivienda y cementerio, provocando un desplazamiento de la población hacia la Plaza de la Corredera.
La Iglesia de Santa María nos cuenta la historia de la Villa de Cazorla, que en el siglo XVI o Baja Edad Media era un área vital por ser zona de contacto entre Castilla y los territorios nazaríes en retirada.
El influyente Francisco de los Cobos, una de las grandes personalidades del Renacimiento español, impulsó la transformación de la Cazorla medieval, remodelando toda la plaza y ordenando la construcción de esta iglesia. Una iglesia que constituyó en los años de su creación todo un reto, al ser necesario construir una impresionante bóveda sobre el cauce del Río Cerezuelo, en el solar en el que hace siglos se encontraba un puente medieval que conectaba los dos margenes del río. Surge así, un gran espacio pensado y planificado en parte por Andrés de Vandelvira que arrasó todas las edificaciones anteriores y dio paso a la actual plaza y la iglesia, que presidiría la misma. Esta iglesia nunca llegó a construirse totalmente, debido a las dificultades de su construcción y a la muerte de Francisco de los Cobos, que produjo la ralentización de muchos de sus proyectos y la paralización de otros.
Pero, hubo un hecho que provocó un antes y un después en la construcción de la misma. El 2 de Junio de 1694 se produce una gigantesca tormenta que origina el colapso de la bóveda al caer grandes rocas de las cercanas sierras que provocan la inundación y destrucción tanto de la iglesia como de la plaza.
Los restos que quedaron de la misma perecieron durante la Ocupación Napoleónica entre 1810 y 1812, en donde la iglesia sufre varios incendios y saqueos. Tras ello, el lugar queda abandonado y utilizado en ocasiones como vivienda y cementerio, provocando un desplazamiento de la población hacia la Plaza de la Corredera.
En la actualidad, tras varias intervenciones arqueológicas y de
restauración, podemos admirar lo que pudo ser esta plaza y adentrarnos
en su singular e impresionante bóveda, que recorre bajo el suelo parte
de la plaza y de la iglesia.
Tras esta visita, alzaremos la vista para observar el Castillo de la Yedra o de las cuatro esquinas, que nos invita a ascender hacia sus murallas, para adentrarnos en su acogedora Torre del homenaje, donde se esconde el Museo de Artes y Costumbres Populares del Alto Guadalquivir.
Tras esta visita, alzaremos la vista para observar el Castillo de la Yedra o de las cuatro esquinas, que nos invita a ascender hacia sus murallas, para adentrarnos en su acogedora Torre del homenaje, donde se esconde el Museo de Artes y Costumbres Populares del Alto Guadalquivir.
Conforme ascendemos por las distintas estancias y pisos del castillo,
iremos aprendiendo mucho sobre su antiguo uso religioso-militar. La
primera estancia la encontraremos rodeada de pinturas apostólicas junto a
un cristo bizantino, mientras que la segunda será una imponente Sala de Armas que ofrece una pequeña exposición de las antiguas armas de guerra, armaduras incluidas, para terminar en una tercera sala, la Sala Noble, ambientada en el antiguo estilo señorial que tuvo este castillo durante y después de la Reconquista. Mientras subimos por la Torre del homenaje, podremos disfrutar de las vistas de toda Cazorla desde la altura considerable de esta majestuosa fortaleza.
En una estancia aledaña que antiguamente fue una residencia de verano de
los antiguos señores del castillo, veremos de cerca multitud de útiles
de labranza, junto a una colección de cerámicas y una cocina cazorleña, junto a maquetas de los antiguos caseríos que poblaban esta zona de Jaén.
Una vez terminado nuestro recorrido por la Villa de Cazorla, es momento de conocer aunque sea brevemente parte de la naturaleza virgen que la rodea.
Para ello, desde la misma entrada del Castillo de la Yedra, nos proponemos como reto seguir ascendiendo el cerro de Salvatierra,
en cuya ladera nos encontramos. La vertiginosa subida, nos irá
mostrando curiosas perspectivas de todo el pueblo y de la serranía
circundante y cuando por fin culminemos nuestro ascenso y recuperemos el
aliento, conoceremos otra de las joyas de la historia que forman esta
localidad.
Coronando el cerro, nos topamos con el Castillo de Salvatierra o de las Cinco esquinas, que aunque permanece oculto desde la misma Cazorla, se alza imponente resistiendo el azote de los siglos en esta particular atalaya.
No muy lejos y frente a él, en épocas lluviosas o de nevadas,
escucharemos el sonido de majestuosas cascadas sorprendentemente cerca
del núcleo urbano y hacia ellas nos dirigimos.
Saliendo de la zona alta de Cazorla, llegamos a la Ermita de San Miguel donde se inicia un camino de tierra que nos irá alejando de la civilización. Seguimos bajo la protección del castillo de Salvatierra hacia la Cascada de la Malena, hermoso salto natural a apenas 3 kilómetros de Cazorla.
Transitando por los bosques y las sendas será muy fácil avistar águilas o
ardillas para llegar sin darnos cuenta a un nuevo salto de agua,
bautizado como la Cascada de la Escaleruela, que choca varias veces en la pared de la roca en su descenso.
Hola amigo, todo lo que nos muestras hoy es todo muy bonito, yo personalmente lo he visitado todo.Saludos.
ResponderEliminarYo ya tengo ganas de regresar! Y antes viene la aceituna asi que ... jeje
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