A los pies de Sierra Morena, a la orilla del Río Guadalquivir y guardando la frontera de Jaén con Córdoba, se encuentra Marmolejo, una localidad que siempre me había llamado la atención por su nombre que guarda cierta similitud con mi ciudad natal, Martos.
Durante mucho tiempo estuve planteándome visitar este pueblo y cuando por fin lo hice, me di cuenta de la profunda riqueza patrimonial y natural que tiene nuestra provincia y que apenas conocemos.
Tras aquella primera visita he realizado unas cuantas más a este pueblo, donde el líquido elemento vital para la vida, el agua, tiene una importancia capital superior al de la mayoría de los municipios de la provincia, puesto que el agua en Marmolejo, además de ser vital para la vida misma, es una fuente de salud, de riqueza y de orgullo para los habitantes del mismo.
Hoy os invito a conocer Marmolejo, pero quizás de un modo diferente, puesto que parte de las fotografías que vais a poder ver aquí ya tienen algunos años y otras son mucho más recientes, apareciendo en las imágenes elementos desaparecidos lamentablemente del mobiliario urbano y otros que han ido surgiendo.
Lo primero que llama la atención al llegar a la localidad, es el palmeral que escolta el paso de aquellos visitantes que llegan y su Iglesia que se asoma entre el caserío y engalana el centro de la localidad.
La iglesia está construida con sillares de rocas que con total seguridad procederán de alguna cantera cercana, puesto que predomina el color rojo de la roca característico de esta parte de Jaén, pero que nos sorprende a los que procedemos de otros territorios donde estos materiales apenas son visibles.
Esta es la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz construida inicialmente en el Siglo XIV, aunque fue creciendo y modificándose a lo largo de los siglos XV y XVIII.
Una iglesia relativamente moderna como casi todo el pueblo, cosa curiosa puesto que estamos hablando de una de las localidades jiennenses con mayor historia, que es enormemente rica en yacimientos arqueológicos y que además fue uno de los pueblos que atrajo a cantidad de culturas interesadas tanto en sus aguas medicinales, como en la riqueza de minerales de su subsuelo.
Junto a la Iglesia, se encuentra el edificio del Ayuntamiento que aunque relativamente moderno, se alza como recordatorio de una fecha histórica de este pueblo, puesto que fue aquí en unas elecciones para elegir el juez de paz del 26 de Marzo de 1933, en la II República Española, cuando las mujeres marmolejeñas se adelantaron 8 meses a las del resto del estado español y pudieron participar por primera vez en la historia en una votación democrática.
Callejeando por Marmolejo, me encuentro con el Monumento a la Constitución Española que saluda a propios y extraños en uno de los extremos del pueblo, constitución en mano, mostrando el amor y compromiso por la libertad que desde hace muchos años muestran los marmolejeños y marmolejeñas y que queda de nuevo en evidencia al toparme con el Paseo de la Libertad que se encuentra justo al lado del monumento constitucional.
Este parque comenzó a ser construido (al igual que el voto femenino) en la II República Española, concretamente en 1933, cuando el paro acuciaba nuestra provincia y muchos municipios pusieron en marcha planes de trabajo para ayudar a los obreros en paro. Este parque ha ido creciendo y ampliándose al tiempo que Marmolejo crecía y terminó siendo adornado con la Fuente de la Libertad, todo un símbolo para el pueblo que inexplicablemente fue arrasado hace un par de años. En la actualidad, ya se está organizando su reconstrucción.
Pero si algo hace realmente famoso a Marmolejo y es un orgullo de todos sus habitantes, es sin duda el Balneario de Marmolejo.
Construido a orillas del Río Guadalquivir, sus aguas fueron conocidas por sus beneficiosos efectos para la salud desde hace muchos siglos, aunque realmente no cobraron importancia hasta finales del siglo XIX cuando comenzó la construcción del Balneario y se inició así su época más dorada, donde la afluencia de público traspasó nuestras fronteras y atrajo a personajes muy famosos e influyentes, como Ramón y Cajal o Charles Chaplin, entre muchos otros e incluso, se llegaron a realizar películas en este elegante lugar en los años 30 del pasado siglo.
Lamentablemente, su emplazamiento muy cercano a la orilla del Río, provocó que este fuera invadido por las aguas del Guadalquivir y esta situación, agravada por la dejadez de las autoridades locales inició su abandono y expolio. Afortunadamente, tras las elecciones locales del pasado 2015 el nuevo gobierno local ya se está planteando su puesta en valor y recuperación.
Junto al Balneario, se alza el conocido como Puente Romano que realmente es un Puente Renacentista construido al igual que la iglesia, con sillares de roca rojiza que junto al entorno natural que forma la ribera del río, crea un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza. No es de extrañar que pocos metros más abajo del mismo, exista un área recreativa bautizada como la Fuente de los Socialistas.
Un lugar del que no incluyo fotografías, puesto que también se encontraba sepultado por el lodo del Guadalquivir en mi visita, aunque me consta que también está siendo recuperado en la actualidad y que guarda una curiosa historia. Resulta que esta fuente y su entorno fueron proclamados en los años 30 del pasado siglo como el Primer Balneario Popular de la República, que fue bautizado igualmente como la Fuente de la República.
Dicha fuente fue descubierta por obreros en paro en los años de la II República y sus aguas muy probablemente relacionadas con las aguas que surgían en el Balneario, vinieron a dotar de un balneario popular a las clases más desfavorecidas. Fue administrada por el Ayuntamiento de mayoría socialista en aquel tiempo, junto a organizaciones obreras vinculadas al socialismo, que le llevaron a ser bautizada finalmente como Fuente de los Socialistas. Un lugar lleno de historia y que sin duda, volverá a ser muy popular como lo fue en tiempos pasados.
Algunos metros más arriba del Puente Renacentista se encuentra la Presa de Marmolejo que embalsa las aguas del Guadalquivir y que forma una zona húmeda artificial donde abundan especies vegetales y animales que forman una hermosa zona de avistamiento para los amantes de la naturaleza.
Y es que Marmolejo además de ser un municipio de gran riqueza en aguas minero-medicinales, en olivar y aceite (como buen municipio jiennense que es) también guarda una importante parcela boscosa que forma parte de las primeras estribaciones de Sierra Morena y que incluso, una pequeña parte de la misma se encuentra incluida en el Parque Natural de las Sierras de Andújar.
Los encinares, ya sea en su estado natural o transformados en dehesas pueblan toda la zona norte de este municipio y conservan una enorme riqueza ecológica, paisajística y cinegética, además de dar cabida y cobijo ocasionalmente al Lince ibérico nada menos. Una de las fincas municipales ubicadas en esta zona, La Dehesilla, se encuentra a orillas del Pantano de las Yeguas y ofrece un sin número de oportunidades para el disfrute de la naturaleza, puesto que el pantano se encuentra plagado de istmos, islas y playas artificiales donde se encuentra la Aldeilla Turística de la Dehesilla de Marmolejo, lamentablemente en un estado de abandono total a la espera de que en el futuro, sea recuperada.
La zona también ofrece cantidad de vestigios históricos, donde llaman la atención los restos de trincheras de la guerra civil que aún se conservan, además de refugios y abrigos.
Pero esto, es cosa de futuras entradas. Por hoy, me despido esperando y deseando, que muy pronto disfrutéis como yo, de esta hermosa localidad, a caballo entre la sierra y la campiña.
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