¡Saludos!
Por fin las lluvias regresan a nuestras vidas y riegan nuestros sedientos campos que andan aquejados de dos años de escasas precipitaciones que están reduciendo los niveles hídricos de nuestros pantanos y acuíferos.
Aprovechando estos días de descanso aceitunero, me dirigí hacia Sierra Mágina con ganas de visitar el Castillo de Jódar y de paso, esta localidad serrana que hacía ya muchos años que no visitaba.
Lo hice con interés puesto que sabía que en el lapso de tiempo que pasó desde mi última visita, se habían realizado importantes reformas en el Castillo que habían cambiado bastante su aspecto anterior.
Lo hice mientras la lluvia me acompañaba, haciendo que la visita a todo el pueblo fuera muy especial.
Sin más dilación, hoy os invito a conocer Jódar.
Asentada a las puertas de Sierra Mágina y defendida por uno de los castillos más antiguos de la provincia, Jódar se encuentra rodeada de montañas cuya vegetación se basa mayormente en matorral.
Para iniciar la ruta por este pueblo, decidí aparcar en la zona más alta donde hace algunos años se construyó un parque con aparcamiento que regala una magnífica panorámica y donde además se encuentran algunas casas cueva que aún existen en esta parte de la sierra y que pasan prácticamente desapercibidas lamentablemente, ya que se encuentran en un lugar privilegiado que sin duda, se podría convertir en un lugar idílico para alojamiento rural.
Me dirijo raudo hacia el castillo que se encuentra en la parte alta de Jódar, influyendo en el trazado de las calles aledañas y formando un hermoso conjunto histórico.
Tras cruzar la portada que no es realmente la entrada original sino una entrada secundaria bajo la imponente Torre Vieja, paso junto a las antiguas Casa del Caballo y del Perro, hoy casas vecinales corrientes pero que en el pasado fueron partes integrantes del castillo, mandadas construir para los animales del señor del castillo nada menos.
En la estancia que antaño fue el almacén de grano, encuentro la Tienda del castillo, que da acceso al mismo y donde se pueden encontrar recuerdos del Parque Natural de Sierra Mágina.
Desde aquí me dirijo a la Torre Vieja, la más alta y espectacular del castillo, cuyo interior acoge el Centro de Recepción de Visitantes del Parque Natural de Sierra Mágina. Una torre que ha sufrido no pocas restauraciones y remodelaciones.
La primera en los años ochenta del pasado siglo, cuando a algún lumbreras y/o iluminado se le ocurrió la ridícula idea de restaurar la torre incrustando en la fachada un engendro de metacrilato y hierro, no sé exactamente con qué estúpida funcionalidad, que fue criticado desde el primer momento de su instalación, lógicamente, y que llevó a una segunda restauración.
Desde esta torre se puede observar gran parte del castillo hoy recuperado, pero que antaño sufrió un grave expolio al extraerse muchas de sus piedras para la construcción de edificios en el pueblo.
El patio de armas que hace siglos ocuparon numerosas estancias del castillo como la Bodega, la Capilla o el Establo, hoy se encuentra convertido en auditorio y está rodeado por numerosos paños de muralla que aún están esperando ser restaurados.
Recorriendo el patio de armas llego hacia la Torre Nueva, que fue la que vigiló durante siglos la entrada original al castillo y que además fue la estancia donde el señor del castillo vivía.
El acceso se encuentra elevado varios metros del suelo para dificultar al máximo la entrada de posibles invasores al mismo.
La torre ofrece unas increíbles vistas de todo Jódar y del valle que rodea al mismo, regalando una panorámica de muchos kilómetros a la redonda con una visión privilegiada de la Iglesia de la Asunción.
En el interior de la torre se encuentra un Centro de Interpretación de la Villa de Jódar, donde pasear por la extensa historia del municipio al tiempo que se recorren las estancias que antaño ocuparon los amos del castillo.
Adornado con mobiliario de época y con numerosos documentos históricos, sumergirse en esta estancia supone adentrarse en una enciclopedia viva de la vida en Jódar.
Entre versos de viejos y nuevos poetas que escribieron del lugar, descubro que este castillo fue fundamental para la defensa de los antiguos reinos, primero de Granada y después de Castilla, soportando no pocos asedios y ataques, como buena plaza fuerte que fue.
El Castillo fue parte del señorío de la Familia Carvajal hasta que llegado el siglo XVII comenzó su abandono y ruina, acrecentada tras el paso de las tropas francesas que invadieron España en el siglo XIX.
Aún así, fue habilitado en varias ocasiones tanto como Cárcel, como Pósito e incluso como Hospital tras los brotes de cólera que asolaron esta parte de Andalucía en el siglo XIX.
Aspecto de la Torre Nueva hoy |
Aspecto de la Torre Nueva antes de su restauración |
Pasando bajo los poderosos contrafuertes que sujetan los laterales de la Iglesia de la Asunción, me encuentro ante la hermosa imagen que muestra la portada de este edificio barroco.
El interior guarda su esencia renacentista donde la presencia de Andrés de Vandelvira, que fue quien supervisó las obras de este templo, sigue patente aunque el templo haya sufrido numerosas remodelaciones a lo largo de su historia.
El exterior forma un hermoso conjunto adornado por la esbelta imagen del castillo y por la Fuente de los 3 caños, o Fontana de Jódar como algunos la llaman, confundiendo esta fuente con otra anterior, ya desaparecida.
Los caños de la fuente están divididos por usos según la creencia popular. El caño central, El Caño del Señor se encuentra bajo una gran cruz. Los dos aledaños, son los Caños de los Judíos destinados al abastecimiento de estos y se encuentran decorados por mascarones. La fuente además se encuentra escoltada por efigies de pensadores ilustres.
Y frente a ella, el edificio del Ayuntamiento o Casas Consistoriales. Un edificio decimonónico, donde pongo fin a la visita a este Conjunto Histórico-Artístico.
Pero no será la última. Me quedo con las ganas de que muy pronto, comiencen de nuevo las obras de restauración del castillo y que esta fabulosa fortaleza serrana siga creciendo y retornando al bello pasado, que nunca debió perder.
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