viernes, 20 de marzo de 2015

El Castillo de Santa Catalina, la fortaleza que emerge entre las nubes

Jaén Capital es una de las ciudades más bellas de Andalucía...pero lamentablemente, gran parte de ese magnífico potencial se encuentra desaprovechado, cuando no olvidado...

¿ Quién sabe que esta ciudad se encuentra incluida en la red Caminos del Sefarad, Itinerario Europeo de Patrimonio Judío que tantos visitantes atrae en otras ciudades como Toledo ?

¿ Quién conoce su Catedral, cuya candidatura a Patrimonio de la Humanidad queda constantemente empañada por el mal estado de conservación del Casco Antiguo en torno a ella ? 

¿ Quién conoce su Refugio Antiaéreo, muestra del Bombardeo de Jaén de 1937 ? En lugares no muy lejanos como Almería, vestigios históricos como este se han convertido en el elemento turístico más visitado de esa ciudad, con una considerable lista de espera para visitarlo...

Y aun así...pese a todo esto, siguen llegando turistas a esta ciudad en un goteo constante que podría ser enormemente mayor, si realmente apoyáramos al turismo, como se hace en otros lugares...

Esperanzado en que las cosas cambien, me dirijo hoy a la Capital para hablar de su espléndido castillo.


Hoy visitamos el Castillo de Santa Catalina.

¿ Sabéis donde estáis...? Este es el Castillo de Santa Catalina, mi morada, no miréis, no sabréis donde estoy como tampoco sabréis como soy...solo pueden verme y oírme quienes yo quiera...

Con estas palabras se adentra el visitante en el Castillo de Santa Catalina, una de las maravillas de Jaén Capital más visitadas y felizmente recuperadas por la Diputación Provincial, ya que en los últimos años la dejadez y el abandono de parte del complejo fortificado eran evidentes.


El castillo como tal se encuentra dividido en la actualidad, entre el Castillo Viejo y el Castillo Nuevo.

En el Castillo Viejo, se construyó en los años 60 un Parador de Turismo muy concurrido por propios y extraños, ya que regala unas magníficas vistas de gran parte de Jaén, rodeado además por un bosque de pinos y por las montañas en torno a la Capital de la Provincia. Forma así, un remanso de paz en plena naturaleza, para relajarse ya sea paseando por las murallas, como hicieron los antiguos guardias del castillo, o de disfrutar de una comida o aperitivo en tan histórico lugar. Historias y leyendas que incluyen hasta fantasmas, atraen a muchos extranjeros hacia este Parador de Turismo.



Pero yo quisiera centrarme en el Castillo Nuevo.

Al cruzar sus puertas, nos adentramos en este recinto donde cada piedra tiene una historia que contar.


Al acceder al Patio De Armas, comenzamos nuestro deambular por esta Alcazaba. Antes de nada, podremos disfrutar de una introducción, narrada por un misterioso personaje para esta ciudad, como es el Lagarto de Jaén



Así podremos ir descubriendo, cómo muchas de las culturas que pasaron por estas tierras olivareras, dejaron su impronta en este castillo.


Un Castillo Alcazaba que comenzó a ser considerado como tal y a comenzar a crecer en importancia con la dominación árabe, que formó un inicial recinto murado, que fue creciendo y al tiempo cambiando con la llegada de los ejércitos cristianos, en la Reconquista.


La irrupción de las tropas francesas napoleónicas, volvió a modificar las murallas de este castillo, incluyendo los graves daños sufridos por este, a la retirada de las tropas francesas.

Pese a la llegada de estos últimos, el Castillo de Jaén sigue guardando buenas muestras de su construcción medieval. Entre las murallas, podemos encontrarnos con el Portillo, una pequeña puerta secundaria construida para facilitar la huida de los habitantes del castillo sin llamar en exceso la atención de los posibles atacantes o invasores.


Nos topamos también con una curiosidad, como eran las Letrinas. No es muy común encontrar en los castillos de nuestra provincia, (que tiene la mayor concentración de castillos de todo el Mundo junto a Siria y Palestina) este tipo de habitáculos, que por otra parte eran fundamentales para las necesidades fisiológicas de los habitantes de esta ciudadela.

Un pequeño habitáculo, comunicado con el exterior por unas largas tuberías que alejaban los malos olores y también las infecciones, que debió ser muy concurrido en los tiempos en los que este castillo estuvo habitado.


Entre el Portillo y las Letrinas encontramos los  restos de la ocupación francesa del Castillo de Santa Catalina en 1810. En  aquel tiempo de la Guerra de la Independencia, este castillo se convirtió en Cuartel General francés, que construyó entre estos muros un Hospital, residencia de oficiales, Estado Mayor, polvorines, caballerizas y mazmorras.


A estas últimas nos encaminamos para conocer a algunos de los personajes que para su desgracia, fueron a parar hasta ellas.


En las celdas, podremos conocer las horribles condiciones de vida de los reos, en época medieval y también francesa. Podremos conocer la historia de Pedro del Alcalde, el que fue un valeroso guerrillero que hostigó a las tropas francesas y que finalmente, fue atrapado y fusilado en esta ciudad, tras no pocas acciones.


Conforme caminamos por este castillo, podemos disfrutar las vistas que nos regala todo este cerro fortificado. Jabalcuz, el Valle de Otíñar, el Neveral son algunas de las montañas que se alzan protegiendo y rodeando la ciudad y su castillo.




Adentrándonos en las Torres, podemos conocer muchos de los personajes que vivieron en este Castillo, protagonizando batallas, asedios, luchas y conquistas, como el Rey Fernando III El Santo, así como numerosos detalles de cómo fue evolucionando este castillo, que además de fortaleza cristiana, y Cuartel General francés, fue un Palacio Almohade del que han surgido no pocos vestigios arqueológicos.




La abundancia de los restos arqueológicos de este Palacio Islámico, nos muestra la importancia que llegó a tener este lugar ya en época islámica que nos hace plantearnos, que quizás, nuestro Jaén, el antiguo Yayyan árabe, no tuvo nada que envidiar a las cercanas Córdoba o Granada en aquel período.




En una de las Torres se encuentra la Capilla de Santa Catalina, capilla erigida tras la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo y que todos los meses de Noviembre, viste de gala todo este cerro, atrayendo a muchos jiennenses hasta las laderas del castillo, para acompañar a la Santa en su procesionar por el castillo y en la posterior fiesta, donde se degustan las buenas viandas de la tierra.



Para terminar, llegamos a la torre principal del castillo, la Torre del Homenaje, hermosamente adornada con mobiliario medieval, que nos enseña numerosos secretos sobre cómo era la vida en este castillo en los tempestuosos tiempos de la Reconquista, acompañado por los antiguos pendones que un día enarbolaron sobre las murallas.



Ocultas entre otras dependencias, podemos encontrar un pequeño mostrador turístico de la Ciudad de Jaén acompañado por un sistema de cámaras, que nos permiten observar y escudriñar con todo detalle, toda la Ciudad que se encuentra a nuestros pies.



No podemos marcharnos del castillo, sin disfrutar del paseo por los exteriores del mismo, que nos lleva hasta los pies de La Cruz, todo un símbolo de Jaén, que se alza en el mismo lugar donde se cree, fue mandada colocar una gran cruz el día de la conquista de la Ciudad por Fernando III.


Maravillados por las vistas que nos ofrece este mirador, ponemos punto y final a la visita, sabedores de que la Capital del Santo Reino, tiene aún mucho que ofrecer y que mostrar...si nosotros mismos, empezamos a creerlo y a trabajar por ello.


Los cambios SIEMPRE empiezan...por uno mismo.

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