Saludos amigas y amigos y a ti también querido blog.
He vuelto por fin, por este mundoblog mío despues de 5 meses de parón como ya habia avisado anteriormente en los que he tenido tiempo de todo, de casarme, de montarme en un avión por primera vez al mismo tiempo que he salido de España y que cruzado el Océano Atlántico, todo esto igualmente por vez primera.
Y ahora que por fin he tenido tiempo de hacer un alto en el camino y recapitular me gustaria mirar atras.
Primero, a la historia reciente de este blog, que a pesar de que no ha sufrido modificaciones ni ha tenido nuevas entradas no ha dejado de crecer. Y es que ya son 62 los paises en los que se lee mi blog, ya hemos superado las 210.000 visitas, ya son más de 6.000 las personas lo siguen desde Twitter y además este verano está siendo de récord, ya que el pasado mes de Mayo fueron más de 27.000 las visitas recibidas y en el pasado mes de Julio fueron más de 33.000.
Dicho esto, solo me queda dar las gracias infinitamente por tantas y tantas visitas al tiempo que por fin vuelvo a la actividad. Y me gustaría hacerlo de un modo especial.
Y es que por primera vez, no voy a hablar ni de Jaén ni tampoco de ningun territorio español. Por esta ocasión, voy a hablar de mi luna de miel a Cuba.
Primero, por hacer algo diferente...segundo porque me apetece muchísimo y tercero y sobre todo...porque en mi periplo por tierras de las Antillas, o mejor dicho en los dias previos al mismo, me interesé por datos, informaciones, experiencias sobre Cuba y encontre un tremendo vacio en Internet.
Mucho desconocimiento, prejuicios e ideas erroneas y anticuadas realmente me asustaron en la previa a mi viaje y cuando partí hacia las antiguas Colonias Españolas me propuse arrojar algo de luz sobre este hermoso y desconocido país caribeño que hace dos días fue parte de España.
Así que mientras viajaba y me alojaba en aquel lejano país, escribí un "diario", una Bitácora de las Antillas como yo la bauticé, donde quedaron plasmadas experiencias, lugares y datos que para aquellos que esten pensando viajar a Cuba seguro, seran de mucha utilidad.
Es por tanto, la entrada más personal de cuantas he escrito en los 6 años de historia de este blog...quizás cuando terminéis de leer esta entrada queden muchas dudas solventadas...o quizás penséis mal de mi...no lo sé. Este es mi viaje y esto es todo cuanto aprendí y vi en aquellos increíbles dias en tierras lejanas, espero que os guste:
Bitácora a las Antillas
Tras recorrer media España desde Jaén hasta Madrid, dejando atrás la tierra de los olivos y de los castillos y pasando por las llanuras manchegas llegamos a las proximidades del Aeropuerto de Barajas nos alojarmos en el Hotel Ibis muy cercano al aeropuerto. Un hotel, que a pesar de ser 2 estrellas está bastante bien, mucho mejor que un dos estrellas de cualquier ciudad de playa.
Tras dejar el coche en uno de los muchos parking del aeropuerto, llegamos a la terminal donde nos atiende una azafata de nuestra compañia AirEuropa. Una señora que todo hay que decirlo, con un espiritu triste y sieso y los cubanitos que nos piden el visado tras ella, tiene el espíritu igual de triste.
Tras pasar el arco de los metales y dejar las maletas, nos adentramos en el enorme centro comercial que es el interior del aeropuerto, donde ya se ven los enormes aviones y las pistas de despegue.
Buscamos un restaurante conocido entre el universo de restaurantes que existe en la terminal y encontramos un Burguer king. Animados por los bajos precios de todos los artículos en el aeropuerto, pedimos y nos engañan como a ratas...por unas ensaladas chungas y unas patatas cocinadas en el mes de Enero o más, nos cobran 30 eurazos...que dicen que aquí hay más comida que fuera y no se andan con zarandajas de promociones de móvil.
Tras una larga espera por fin podemos subir al avión, no sin antes revisarnos el pasaporte 3 o 4 veces.
Tras el largo y tórrido pasillo calentado por el sol veraniego llegamos al avión y nos sentamos en la parte de atrás y sin ventanilla...
Finalmente y después de una larga travesía por la pista de despegue, de maniobras hacia atrás y hacia delante, el gigante en el que volamos AirBus330 inicia una alocada carrera que llena el habitáculo abarrotado con 300 personas de sacudidas. Cuando comienza a despegar la sensación para una persona aficionada a los mareos (y que jamás se habia montado más que en una triste avioneta biplazada) es horrible cuanto menos. Subidas y bajadas crean una tremenda sensación de mareo y malestar, tan solo mitigada por los cortos espacios de tiempo, en los que puedo mirar a la ventanilla de mi vecino a tres asientos de mi.
Gran putada, eso de no poder echar un vistazo a la tierra que queda abajo...adiós mi España querida, contigo queda todo lo que quiero (a excepción de mi mujer, que viaja conmigo claro)
Finalmente el avión se estabiliza y sorprendentemente la sensación de movimiento es prácticamente nula, aunque no es que andemos muy contentos...mi vecino el de la ventanilla, al que no conozco ni conoceré nunca probablemente, se está ganando un enemigo mortal y es que "mi hombre" (inicialmente aquí iba un taco gordo, que he decidido suprimir) se abandona junto a su Doña a un profundo sueño y cierra totalmente su ventanilla...los demás nos jodemos. ¿Para eso quieres ir en ventanilla?
Prácticamente, 10 señoras horas de vuelo quedaban por delante, por detrás la madre patria (el antiguo hermano Portugal por medio) y debajo el gigantesco océano y tantas horas para todo, dormir, leer....desesperarse...y es que AirEuropa tampoco es que sea una maravilla de la comodidad aérea. Asientos estrechos, peliculas del año la pera...La monotonía de vez en cuando queda interrumpida, por los paseos ocasionales que protagoniza una famosilla como es Eva Isanta, conocida como la Cuqui de La que se avecina.
La paz también se interrumpe en un par de ocasiones, al entrar en zona de turbulencias, pero básicamente las primeras 8 horas pasan bien, con comidas servidas en el asiento, que aunque no muy generosas, llenan el buche que es de lo que se trata.
Al ver la bandeja de comida precocinada, un italiano clama a mi espalda ¡Parca Miseria!...muy poca comida para él, pero yo estoy entusiasmado al ver que entre el menú se incluye un tarrito de aceite de oliva DE JAÉN.
¡Anímese hombre! le digo al italiano, que tiene aquí usted uno de los grandes manjares del mundo! El aceite de oliva virgen extra de Jaén! Pero ante estas palabras, el tipo me mira con cara de asco u odio y me suelta: "mejor aceite del mundo el de Italia, todos saben ya".
Para desgracia del pobre, en el avión vamos más de un andaluces que básicamente nos descojonamos con su ocurrencia y alguno le suelta: si la mitad del aceite de Italia es español! Y de la mitad que queda también!
Tocada y hundida Italia! Jaén y España ya no se pisotean.
Las dos horas de vuelo finales son horrendas...demasiadas horas sentado, demasiado tiempo sin hacer nada y...demasiadas turbulencias...la penúltima hora en la que sobrevolarnos las Bahamas es insufrible y deseo con todas mis fuerzas que el viaje se acabe ya. 850 kilometros por hora...60 grados bajo cero a 8000 metros de altura...solo pienso en una cosa: Señor Piloto ¿es que no corre más?
Finalmente ponemos pie en nuestro destino. El Aeropuerto Internacional José Martí nos recibe viejo, con instalaciones antediluvianas y averiadas y nos hace repetir los controles rutinarios de metales y demás. También obligan a declarar cualquier objeto y casi, si tienes pelusa en el ombligo.
Al salir a la calle, el ambiente aunque más fresco que España, es agobiante, las humedad altísima e irá a más, puesto que varias tormentas se aproximan por todos los horizontes. Finalmente, tres amables cubanos nos reciben y nos dirigen a un bus moderno, rumbo a nuestro Hotel. Por el camino, imposible ver nada en especial, Cuba por la noche es oscura y siniestra, solo algún edificio famoso se encuentra ligeramente iluminado por luz artificial y por los intensos rallos.
En el trayecto, un médico urólogo metido a guía turístico nos da una explicación general: afirma primero que él no es comunista, que es de extrema derecha y aún así, no se mete en la política ya que la conoce muy bien, ya que su padre es militar y su madre jueza. No quiere hablarnos de política pero nos pone al día de todos los logros del estado socialista de la Republica de Cuba, de que hay miseria, pobreza y hambre, pero sin pasarse, por los comedores estatales y el auxilio social.
Nos habla de la seguridad del estado, que es de las más altas de toda Latinoamerica y nos asegura que aquí no tendremos que pasar miedo de nada, pero sin dejar de ser prudentes claro, que el nivel de seguridad de Cuba según el ministerio de exteriores español es de 6.5 sobre 10, similar al de EE.UU aunque nada que ver con la media europea 9.5 sobre 10.
Nos informa de una de las curiosidades de Cuba y es que este país tiene doble moneda. Una para los nacionales (Peso Cubano) y otra para los extranjeros (Peso Cubano Convertible CUC). Y la única forma de cambiar esta moneda es en las CADECAS o Casas de Cambio que se encuentran en el país. En los aeropuertos no cambian tal moneda.
Finalmente llegamos al hotel, el Mercure Sevilla en pleno centro de la Habana vieja. Un muy buen sitio dice el guía, aunque el servicio Wifi descubrimos nada más llegar que va a pedales y las habitaciones están bastante anticuadas, con gritos goteantes, lámparas fundidas, enchufes aún diferenciados entre 110w y 220w, enchufes con clavija americana (imprescindible un adaptador de enchufe) y paredes desconchadas.
SOL 1: registramos la televisión en busca de algún canal conocido y solo encontramos televisión española, mucha televisión americana y muchas telenovelas sea la hora que sea. También abundan los canales chinos y rusos.
Con el trastorno del cambio horario, estamos despiertos a las 6 de la mañana que en España son las 12 y decidimos desayunar en la novena planta del Hotel donde por primera vez, descubrimos la Ciudad de la Habana. Lo que más sorprende es el extraño olor al que te acostumbras al cabo de muchas horas. Un olor a combustibles mal quemados o excesivamente refinados que inunda todo fruto de una refinería que se encuentra a las afueras cuya columna de humo cubre parte de la ciudad y también claro está, del tráfico de La Habana, un museo rodante básicamente.
Desde la 9º planta se puede ver una impresionante panorámica que llega hasta el mar y nos permite ver el mal estado en el que se encuentran buena parte de los edificios de la ciudad vieja, que en su mayoría están sucios, derruidos, abandonados o en proceso de restauración.
Tras un desayuno básicamente americano donde la leche escasea, el tomate no existe, pero proliferan mucho los dulces con pasas y la carne frita, visitamos el Hotel cuya recepción está muy bien, pues tiene un marcado aire andaluz, con sus patios de azulejos y actuaciones en directo.
Decidimos salir a la calle a dar una vuelta y sin dar dos pasos, ya tenemos a un cubano que nos dice que somos españoles solo con vernos andar y nos ofrece servicios de guía.
Continuando el paseo nos dirigimos al Capitolio, que también está siendo restaurado pero no llegamos a él, puesto que un enorme cubano nos vuelve a parar ofreciéndonos un coche de caballos para recorrer al ciudad. Tras un poco de regateo, conseguimos sus servicios y comenzamos a recorrer la ciudad.
Una ciudad sin ley podría llamarse, puesto que peatones, ciclistas y conductores de todo tipo, recorren al ciudad a toda velocidad sin orden ni concierto alguno.
Conocemos el Edificio Bacardí, antiguo establecimiento de la Mafia, el Museo de la revolución, plagado de tanques, misiles y protegido por muchos militares.
Tras volver al hotel para contratar un viaje para la tarde, proseguimos el tour, con dos recién casados como nosotros de Sevilla que se convierten en nuestros acompañantes y amigos.
Estos se unen a nosotros en nuestro tour por la ciudad, pasamos junto a la Embajada Española, una de las más importantes y que por supuesto está siendo restaurada.
A estas alturas comprobamos que hay tres tipos de edificaciones: los que están derruidos y abandonados, los semiderruidos y habitados, y los que están siendo restaurados. Los edificios en buen estado, escasean y suelen ser hoteles. Pero nuestro guía nos cuenta que realmente nuestra idea de hogar es diferente a la suya.
Las viviendas de toda Cuba son del Estado y los que en ellas viven, las poseen en una clase de alquiler al estado. Por tanto ¿Para qué reparar o pintar algo que no es tuyo? Además, nos cuenta que los cubanos no aprecian la vida hogareña...el hogar es solo para dormir. Para todo lo demas, esta la calle y el barrio (o Cuadra como la llaman) y esta, junto a los vecinos, es tan importante como la familia.
Llegamos a la plaza de la Catedral, donde se alza el edificio construido con rocas marinas. Un edificio que cualquiera diría que es nuevo, ya que la fachada fue limpiada recientemente para la visita del Papa Francisco. Antes de su llegada, la fachada era negra como la mayoría de las fachadas de la ciudad. El lugar está lleno de negritas con los trajes típicos que se dejan fotografiar por una moneda. Entre castillos y fuertes, el guía cubano nos va contando secretos de la ciudad, como que las iglesias fueron cerradas al principio de la revolución.
Circulando por el Malecón, llegamos al Havana Club donde podemos probar el típico mojito cubano y disfrutar de la música de la tierra, siempre y claro, dejando alguna moneda e incluso, comprando algún Cd.
Tras esto, nos adentramos en la "Habana auténtica" según cuenta el guía. Y es que nos adentramos en la zona más pobre de la ciudad, donde la suciedad, los edificios derruidos, abandonados, abarrotados, conviven con plazas en iguales o peores condiciones. De tanto en cuanto, surge alguna farmacia o tienda "subvencionada" para los cubanos, aunque básicamente no tienen nada que ofrecer. Aquí el tiempo no se detuvo en 1959 como dicen los cubanos, más bien diría, que la naturaleza está recuperando el terreno que el hombre le arrebató hace algunos siglos y las plantas selváticas proliferan en cualquier lugar, desde cornisas a balcones. Eso en edificios abandonados. En los derruidos ya son selva, lianas incluidas.
Recorriendo las antiguas murallas españolas y las antiguas puertas que cerraban la ciudad, pasamos junto a la estación del tren plagado de trenes decimonónicos de vapor. Y tras pasar por muchas tiendas de fruta (aquí la fruta abunda en extremo) nos adentramos en el barrio chino, que de chino, solo tiene la portada básicamente. Descubrimos los hospitales estatales, que están integrados en edificios históricos, aunque también están en unas condiciones horribles.
Finalmente irrumpimos por fin en la Plaza de la Revolución, bajo un sol abrasador que nos empieza a achicharrar. Ante nosotros aparecen los ministerios estatales con las famosas imágenes de Camilo Cienfuegos, el Che Guebara y el monumento a José Martí. El lugar es un impresionante mirador desde donde se ve gran parte de la ciudad, al que ahí que pagar por tan solo acceder al recinto.
En él se encuentra el escenario y el asiento donde Fidel Castro daba sus multitudinarios e interminables discursos y a sus espaldas el Comité Central, un lugar vedado para todo el mundo.
Tras fotografiarnos con los numerosos taxis americanos y los coco taxis, el cochero guía decide invitarnos a visitar su casa, nada más y nada menos.
Adentrándonos en un barrio de clase media, un poco más conservado que los anteriores, llegamos a una coqueta casa alicatada con lascas de piedra. Caballos españoles en limpias cuadras nos saludan al igual que la señora del guía, que nos enseña varios libros fotográficos de sus hijas al hacerle la ceremonia de celebración de su 15 cumpleaños. Y allí, conseguimos los puros habanos famosos en todo el planeta, un 60% más baratos que en las tiendas autorizadas, salidos de fábrica, etiquetados y con la misma calidad que en cualquier tienda (el estraperlo de España de toda la vida, ya tu sabe primo).
"Tipical situación cubana" nos dicen. Y eso que estábamos un pocos asustados con tanta exhibición de amabilidad y hospitalidad.
Finalmente, regresamos a la órbita del hotel y del próximo edificio del Capitolio. Y a un par de barrios llegamos al restaurante donde comeremos, climatizado, típico cubano, lleno de atractivas y jóvenes muchachas ataviadas como vaqueras y mostrando generosamente sus atributos. Nuestras féminas empiezan a dudar si realmente nos hemos colado en un prostíbulo, con viandas incluidas. Finalmente probamos la comida cubana típica (acompañada con música cubana en directo, a la que también nos ofrecieron pagar alguna moneda y comprar Cd) desde el chuletón a la brasa, pasando por la ropa vieja (que al contrario de en España, está formado por carne estofada, desmenuzada) y terminando con la pizza de siempre, eso sí, cocinada sobre una baldosa.
Pese a la promesa de que el lugar sería barato, resulta que nos clavan más de 40 CUC por pareja y acalorados, cansados aunque con la barriga y la cabeza llena, de comida y experiencias, tostados de sol, regresamos por fin al hotel y nos abandonados a esa magnífica costumbre española llamada siesta. Costumbre española que aquí no quedó, puesto que la calle esta llena de vida. ( Dias más tarde descubrimos que comer aquí por "recomendación" de algun cubano, implica pagar un suplemento para el que te llevó al establecimiento que sea)
Por la tarde nos preparamos para un nuevo tour, con una importante tormenta amenazando de nuevo nuestras cabezas. Nos dirigimos primero al lugar donde se fundó la ciudad, adornada con un viejo edificio dedicado al infame rey Fernando VII, ubicado en la Plaza de Armas, en la que se encuentran también antiguos castillos españoles hoy convertidos en museos.
Caminando por el centro histórico descubrimos la ciudad mejor conservada de toda, donde están desembarcando todos los capitales ganados por el turismo, que se invierten en recuperación de patrimonio.
Nos dirigimos a cenar al archiconocido La Bodeguita del Medio, un lugar pequeño y plagado de firmas escritas en las paredes casi hasta el techo. Volvemos a catar los Mojitos, no tan sabrosos como los de la mañana y la ropa vieja, el arroz negro con frijoles, acompañados con ensaladas de col (otra cosa típica del país) y chuletón. Después nos adentramos en el túnel submarino, que cruza la Bahía de La Habana y comunica con la Habana del Este. Allí nos dirigimos al Fuerte del Morro, a presenciar la ceremonia del Cañonazo que hace siglos marcaba el cierre de las puertas de la muralla.
El enorme fuerte español, está lleno de fosos y enormes murallas, se encuentra plagado de puestos de artesanía.
En el patio de armas, jóvenes cubanos que realizan el servicio militar, ataviados con uniformes antiguos españoles, desfilan ante nosotros y tras una fastuosa ceremonia, cañonean la ciudad asustando a los presentes.
Por fin regresamos al hotel...no está mal para un primer día.
SOL2: En esta segunda jornada, nos parece que llevamos mucho tiempo instalados en La Habana y nos desenvolvemos mucho mejor que en el día anterior, donde todo eran sorpresas y sobresaltos. Hoy ya sabemos mantener a raya a tantos como se nos acercan, ofreciéndonos de todo.
Nos dirigimos hacia la Calle Obispo, que es de las más populosas y comerciales de la zona, donde proliferan bares, tascas y tiendas, diferenciadas eso sí, entre las que están destinadas a los cubanos y a los extranjeros (y esa diferencia se entiende rápidamente entre los establecimientos que usan Peso Cubano y el CUC para los "guiris" como nosotros) en el camino de nos une un joven cubano, que nos empieza a preguntar por la vida en España, sobre si tenemos artículos como jamón, yogur, etc todo el año. Se sorprende por la existencia de Cooperativas Agrícolas en España y se interesa por nuestro sistema político. Mayormente nos pregunta por la situación del Partido Comunista en España. Cuando le hablamos sobre el auge de IU y Podemos, se escandaliza y nos pide que no nos dejemos engañar, que la teoría del comunismo es preciosa, pero la realidad es horrible, que no sabemos la suerte que tenemos de vivir en democracia (y todo esto a pocos días de las segundas elecciones de España)
Proseguimos pasando por lugares ya conocidos el día anterior, parando en la Plaza de armas que por la mañana se llena de puestos con libros (todos sobre Cuba y la Revolución) objetos antiguos, desde billetes a medallas soviéticas y de nuevo llegamos al Malecón, parando antes para probar las frutas tropicales de la zona a vendedores ambulantes, que hasta nos permiten preparar nuestros propios cocos y mangos con sus grandes machetes.
Nos dirigirnos al Mercado de San Juan para buscar recuerdos y regalos para el regreso. Y allí nos encontramos un laberinto de casetas repletas de todo tipo de artículos y de comerciantes que nos agobian hasta el extremo, por colocarnos sus artículos. Olvidándonos de los cuadros artesanales que son considerados obras de arte y por los que se tiene que pagar para sacarlos del país, gastamos bastante dinero en regalos y nos guardamos un poco para regresar al Havana Club a degustar los tragos típicos de Cuba a orillas del Océano Atlántico, que en esta zona está totalmente contaminado. De camino de regreso, sufriendo los efectos del potente sol y de la alta humedad, sufrimos mareos y fuertes dolores de cabeza, al tiempo que comprobamos cuanto nos están engañando con los precios.
Mientras que en el Hotel nos sacan 3CUC por una botella de agua (imposible beber agua del grifo hiperclorada, para combatir enfermedades tropicales) en la calle del Obispo la encontramos por 1,5 CUC y probablemente se buscamos la encontraríamos más barata. Y como esto todo, esta calle es ideal para comer por sus bajos precios y nos acordamos de nuestro amigo el guia que ayer nos estuvo guiando por la ciudad y llevándonos donde quería, metiéndonos en el lugar más caro, de los que el se sacaba un sobresueldo...en fin, de lo malo se aprende y nosotros hemos aprendido la lección y hemos perdido la inocencia.
Rendidos llegamos al hotel, esquivando a "taxistas" tanto oficiales, como no oficiales, Coco taxis, Bici taxis y nos refugiamos en la piscina que aún no habíamos descubierto.
Allí descubrimos una lamentable sorpresa. Muchas veces en televisión hemos oído hablar del turismo sexual y lo escuchas como algo lejano, muy distante. Y sin embargo, aquí nos topamos con un gordo seboso teutón acompañado por una niña cubana de si acaso 15 años que le "acompaña"...
Es lo que tiene venir de un país desarrollado y creerse alguien o por encima de los demás sobretodo, por simple dinero. Vomitivo. Podrían caerle varios años de Carcel pero, esta es la triste realidad de este país, donde la gente se mata a trabajar por muy poco, sin ningún ansia de acumular riqueza... no les sirve da nada tenerla.
Tras comer en el bar de la piscina por casi nada, nos abandonamos al descanso y más tarde volvemos a la Calle Obispo a adquirir un último regalo. Allí nos encontramos de nuevo con la triste realidad y es que a parte de dinero, la gente nos pide mucha ropa y jabón, ya que para ellos son de baja calidad.
El día culmina en un paseo nocturno por las inmediaciones del Hotel donde podemos comprobar cómo los ciudadanos de este país hacen vida básicamente en la calle, sin apenas pisar su casa y una cena aderezada con música y baile típico en directo, que nos impresiona totalmente.
Como no podía ser de otro modo, nuestro hotel también Está siendo reconstruido.
SOL3: En el tercer día empiezo a odiar este país y va en serio. Se supone que es un país pobre, pero yo diría más bien que es algo que nos están tratando de hacer creer, francamente.
No ahí pobreza de comida, la gente está harta de comer y vemos a mucha gente desperdiciando los helados y todo tipo de comida por las calles, EN TODAS. No ahí pobreza de bebida, la gente desde las 7 de la mañana va con su cerveza o cola (mayormente cerveza) en la mano bebiendo. Tampoco ahí pobreza de ropa, las mejores marcas de ropa y calzado son usuales allí a dónde vamos, ni tampoco pobreza tecnológica, los móviles, tablet, mp3-4-5 abundan hasta el punto que casi todo el mundo va con sus cascos puestos y el wifi está a la orden del día para todos, aunque al llegar al hotel nos quisieron convencer de que aquí nadie a entrado nunca en internet. Y resulta que todos tienen conexión, menos los extranjeros, claro. La gente vive sin los complejos de los "occidentales" NINGUNO. Tampoco existe pobreza educativa, los edificios universitarios están en todas partes y el más tonto tiene dos Carreras. Si acaso existiera pobreza en este país, es pobreza higiénica, ya que las calles están llenas de obras abandonadas y de suciedad.
Y pese a todo esto, los que somos de fuera estamos condenados a pagar por el supuesto atraso de este país, como si fuéramos los culpables del mismo. Y somos básicamente LOS TONTOS, los que se pueden engañar.
De todo esto me doy cuenta al decidir salir a caminar por la ciudad en dirección al Cementerio de Colon. Antes de nada, consultando a los Habaneros, me reiteran hasta la saciedad que no debo ir andando hasta allí, que es imposible, que está muy lejos, básicamente solo les falta decirme que como soy tonto, no tengo que hacer lo que no debo. Todo esto, para forzarme a coger un transporte.
Cuando finalmente comenzamos a andar y apenas salimos de la zona turística, que termina justo al pasar el Capitolio, los precios se desploman y la Calle del Obispo que ayer nos parecía barata, no es nada comparado con lo que nos encontramos. Y es que mientras que ayer, una botella de agua nos costaba 1,5 CUC, hoy ya vamos por los 0,70 en un gran centro comercial al que llegamos tras pasar por la Iglesia del Sagrado Corazón.
Cuando paseas fuera de la zona turística, desenvolviéndote con normalidad y sabiendo cuál es tu destino, básicamente dejas de llamar la atención y ya ni si quiera te ofrecen servicio alguno y el color moreno que empieza a colorear nuestra piel, hace que casi casi, pasemos por cubanos, siempre que no hablemos, pues el acento sigue siendo llamativo (aunque ya voy aprendiendo a imitar a los cubanos y no se me da mal)
Al llegar al Cementerio que nos habían recomendado visitar otros españoles por su belleza, encontramos que es un cementerio más, con una portada monumental eso sí, pero un campo santo en definitiva al que por ser extranjeros, tenemos que pagar. FALTARÍA MÁS!
Cuando el alto precio nos hace echarnos hacia atrás y no visitar el lugar, el guardián se ofende, como si estuviéramos obligados a obedecer y callar como buenos "guiris" que somos.
Regresando al hotel, cogemos un Coco Taxi, una especie de moto al que se le agrega una coraza que simula un coco y que puede llevar 2 pasajeros. Por primera vez, vemos un taxímetro.
Cansados de todo, nos refugiamos en la piscina con otros españoles de los que aprendemos mucho también. Parece que los únicos que hemos aprendido a pasar desapercibidos a estas alturas somos los andaluces, los madrileños o Catalanes siguen destacando a la legua. Tras compartir con estos una comida y aguantar con simpatía sureña que se descojonen de nuestro acento o "graciosa" forma de hablar y de que nos digan que hablamos muy mal y muy rápido los de Jaén, salimos a pasear al Malecón para disfrutar del atardecer.
Sin embargo, varias tormentas nos alcanzan y por primera vez nos mojan, aunque la lluvia es mínima y casi ni moja.
Tras llegar a las inmediaciones del hotel y ofrecerme los servicios sexuales de "una blanquita de puta madre" al que podría acceder barato y sin importar mi condición de recién casado, de aguantar los piropos y alguna que otra barbaridad sexual de las cubanas... llegamos a nuestro refugio. Pero nuestra última noche es siniestra. Las sirenas de policía proliferan y en el hotel se respira calma tensa y decadente. Varias veces sobresaltan nuestro sueño, carreras por los pasillos, voces y resonar de Walkie-talkie, por no hablar de una inundación que comienza en el techo de nuestro baño.
SOL4
POR FIN NOS DESPEDIMOS DE LA HABANA!
Francamente no me arrepiento de visitar esta ciudad, muchas experiencias he vivido aquí que me servirán en España y ahora sobretodo voy a ser mucho menos inocente y más pícaro (como los cubanos) y aunque no me arrepiento, tampoco tengo intención de volver en un corto intervalo de tiempo.
Me llevo lo mejor y lo peor de esta ciudad. El día comienza con un cambio de hotel y aunque solo han pasado 4 días, parece mucho más tiempo, como si aquí todo transcurriera más despacio.
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