jueves, 9 de abril de 2015

El Castillo Calatravo de Lopera, vigía de Batallas y Fronteras

Algo está cambiando.

Esta crisis económica, que parece no tener fin, está golpeando muy fuerte y no está dejando títere con cabeza...

Y está claro, que ciertas cosas son las más perjudicadas...entre muchas de ellas, el patrimonio...

Ya lo estuvo con el  boom del ladrillo, donde primó construir, renovar y olvidar lo viejo y hoy son otros los motivos para alimentar el olvido...

Esa cosa. Esa huella que queda de lo que algunos locos llamamos "la historia", la nuestra, la de todos y que en demasiadas ocasiones queda relegada, olvidada, produciendo estragos en nuestros castillos, en nuestros edificios más ilustres, absurdamente, pues siempre llama la atención la estúpida costumbre que tenemos en el sur de Europa (y aún más en esta tierra olvidada llamada Jaén) de recorrer grandes distancias, en busca de paisajes, historias y leyendas magníficas, mientras ignoramos lo nuestro, lo que tenemos en casa, que si nos parásemos a mirarlo detenidamente, comprenderíamos que tiene poco o nada que envidiar a esos sitios de ensueño...que se encuentran a cientos o miles de kilómetros...

Y sin embargo...algo está cambiando.

Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que si no miramos por lo nuestro, nadie lo va a hacer.

Que si seguimos vendiendo nuestro Aceite de Oliva, nuestro Oro Líquido, en cisternas, serán otros, los de siempre, los que se sigan enriqueciendo a nuestra costa...

Que si seguimos confiando en capitales extranjeros para ganarnos la vida, nunca viviremos tranquilos, pues esa bestia, llamada capitalismo, no mira, ni a nada ni a nadie, más que por sí misma y le da igual tener hoy una fábrica en tal sitio, que mañana tener que trasladarla al otro lado del mundo...

Y que si seguimos viajando, dejando nuestro dinero fuera, sin valorar lo nuestro,lo propio, este Paraíso Interior con la Mayor concentración de Castillos de Europa, con el Mayor Parque Natural de España, con pueblos y fiestas declarados de Interés Turístico... algún día, nos daremos cuenta de lo que teníamos...y perdimos...

Por eso, me alegra comprobar que en parte de esta tierra olivarera jiennense, están cambiando las cosas, que en algunos sitios ya se está trabajando intensamente (y no sin dificultades) por recuperar la historia y el patrimonio. Y me alegra ver, que donde no se está haciendo, la ciudadanía lo está exigiendo.

Y hoy, quisiera quedarme en uno de esos pueblos que han sabido mirar por sí mismos y que están atrayendo cada vez más miradas hacia ellos.


Hoy me quedo en Lopera

Una población muy querida por mí, no sé si por la influencia de mi sangre calatrava o por los hechos que durante la Guerra Civil Española se produjeron en esta población y que siempre me han interesado...o por que sienta envidia de cómo están tratando el patrimonio en esta antigua Villa Calatrava, que ya ha atraído la atención incluso a las cámaras de cine, para grabar por sus calles...


No es la primera vez que escribo sobre Lopera.

Y sin duda, no será la última. Pero hoy, me gustaría escribir sobre una de las joyas de este pueblo, que renace para disfrute de propios y extraños. Para aquellos que leéis mi blog, tanto en España, como en los 30 países extranjeros que lo hacéis, y para que también... cunda el ejemplo.


La primera vez que me topé con el Castillo de Lopera, ya se hablaba de su recuperación, aunque poco se vislumbraba de ella. Se notaba en el mismo el paso de los siglos, de las bombas que golpearon sus torres hace no mucho tiempo y de los múltiples usos que tuvo, siendo bodega, salón de bodas, etc.


Cuando volví a Lopera, con motivo del rodaje de la película La Mula, que transformó el centro del pueblo y lo transportó de nuevo a la Guerra Civil, recibí la buena nueva de su restauración. Ya aquel día, pude poner un pie por primera vez dentro de esta fortaleza, que por aquellas fechas estaba transformada en museo improvisado de vehículos de la Guerra Civil y que iban a participar en la película.



Y al cabo de pocos años, ya pude caminar por su patio de armas, acercándome a los descubrimientos que las excavaciones arqueológicas en torno al castillo y que iban paralelas al arreglo del mismo, iban arrojando.



Escudos, esqueletos que llevaban siglos descansando bajo la protección de estas murallas, enterramientos señoriales, capillas olvidadas iban surgiendo, sorprendiendo a los centenares de visitantes loperanos y loperanas muchos y foráneos otros tantos, demostrando una vez más...que la arqueología es una mina de oro para el turismo y que cada día atrae a más gente.


Hoy pasear por Lopera es una maravilla. Su Castillo Calatravo brilla como en sus mejores tiempos y a su lado, el edificio de La Tercia, recientemente recuperado también y comunicado con el  castillo por un túnel subterráneo, según cuentan.

Y a esto, le sumamos las Trincheras de la Guerra Civil, incluidas en la Ruta de los castillos y las Batallas (junto al propio castillo, como no podía ser menos) que se suman a Búnkers antitanque, polvorines y vestigios de la guerra, haciendo que la visita a esta localidad, que ha sabido guardar su historia, hacen que el número de turistas que se acerquen a Lopera vaya a más.


Y eso que el propio castillo, aún no ha comenzado a explotar todas sus posibilidades.

No obstante, disfrutar de esta fortaleza que ocupa una buena porción del casco urbano de la localidad y que resalta entre los tejados, es embarcarse en un viaje en el tiempo.


Primero caminando entre sus almenas y sobre sus murallas, como ya lo hicieran los vigías del castillo hace siglos. Subidos a ellas podremos disfrutar de las vistas hacia la Plaza y el Ayuntamiento, que rivalizan en altura con las murallas y la torre de la Iglesia de la Inmaculada.



Si nos adentramos en el castillo, quizás el viento que corretea por su interior, nos traiga el eco de viejas historias...de romanos y visigodos, de oppidum y de hins, construidos para proteger a las gentes de la zona, de la conquista de Fernando III El Santo y de la construcción en el solar de este castillo, de una Iglesia...

De guerras civiles entre reyes y nobles que terminaron reduciendo la antigua iglesia a cenizas...

Y de cómo renació este edificio cual ave fénix, para convertirse en un Castillo-Oratorio donde a veces se rezaba y donde a veces se luchaba.



Quizás sea esa la razón, por la que este castillo tiene dos Torres del Homenaje, cuando es normal en los castillos de esta tierra que solo tengan una.


Por un lado, la Torre de Santa María, en cuyo interior aún queda parte de lo que fue aquel recinto sagrado, que fue utilizado también como lugar de enterramiento para los ilustres personajes de la época.



En la otra torre del Homenaje, la de San Miguel, que resultó dañada en los bombardeos de la Batalla de Lopera durante la Guerra Civil, se encontraría el lugar desde donde se guerreaba ya en la Reconquista.



Las vistas que ofrecen estas torres, tanto de Lopera como de gran parte del territorio que le rodea, nos dan una idea, de lo importante que llegó a ser este castillo, en la frontera entre Córdoba y Jaén.



Porcuna,  Villa del Río, gran parte de Lopera, el parque municipal y de nuevo, el decimonónico edificio del Ayuntamiento junto a la Iglesia, forman parte de la panorámica que ofrece esta privilegiada atalaya, con vistas a los olivares y viñedos que rodean todo el pueblo.



Desde las alturas, uno solo puede envidiar al señor que construyó su palacio en lo que hoy es el castillo y pensar al tiempo...que ojalá todos los pueblos del antiguo Maestrazgo Calatravo de Martos, algún día sepan cuidar con tanto esmero su historia, como los loperanos y loperanas lo han hecho y hacer suyo lo que  realmente les pertenece, como hicieron las gentes de este pueblo, que llegaron a aportar incluso parte de su cosecha de aceituna, para salvar el castillo que más que un "montón de piedras"... era y es...una parte de ellos mismos.


VOLVERÉ...

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