En
estas fechas que se aproximan, algunos privilegiados tendrán vacaciones,
y digo algunos puesto que en nuestra provincia, todo está preparado
para el inicio de la campaña de la aceituna que este año por las
inclemencias del tiempo viene con retraso. Aún así, las vacaciones de
navidad también son elegidas para hacer turismo por muchas personas y
tanto a los que en estas fechas puedan escapar de la aceituna como a los
que nos visitan desde fuera, hoy quiero invitaros de nuevo al Viaje al Tiempo de los Íberos.
Hoy hacemos parada en Porcuna, para descubrir el rico patrimonio arqueológico que esconde esta Villa calatrava y de frontera.
La primera parada obligada es sin duda su Torre de Boadil, donde según la leyenda estuvo preso el último rey de Granada, Boadil el Chico, que fue capturado en la Batalla de Lucena. Esta torre octogonal, que formó parte del antiguo recinto fortificado de Porcuna, hoy se encuentra convertida en Museo Arqueológico Municipal, donde uno puede sumergirse mínimamente en la historia de Porcuna, al tiempo que puede disfrutar de las increíbles vistas de la localidad que ofrece esta atalaya medieval.
Y
digo mínimamente porque el importante patrimonio arqueológico de esta
población se encuentra disperso, a lo largo de todo el conjunto urbano,
de su término municipal e incluso expuesto en el Museo Arqueológico Provincial y por tanto, disfrutar de tanta historia acumulada merece al menos, una jornada completa.
Como decía al inicio, la Torre de Boadil es una visita obligada, no solo para introducirnos en la historia de Porcuna, sino también para poder acceder al Conjunto Arqueológico de Cerrillo Blanco.
La visita a dicho yacimiento se realiza como complemento a la visita al
Museo Local que una vez cierra sus puertas, ofrece una visita guiada al
complejo histórico.
Una combinación que ni ayuda, ni anima en absoluto a visitar Cerrillo Blanco.
El hecho de que dicho yacimiento arqueológico se encuentre a dos
kilómetros del núcleo urbano y que tanto este como el centro de
interpretación que recibe a los visitantes se
encuentren cerrados y las personas que llegan a él, (animadas por la
señalización en la carretera) se topen con que tienen que dar media
vuelta, acercarse al Museo Local y esperar hasta la una de la tarde,
cuando se ofrecen las visitas, echa a mucha gente atrás y lo digo con
total conocimiento, puesto que en las dos ocasiones en que he visitado Cerrillo Blanco
desde fuera, siempre me he encontrado con visitantes casi siempre
extranjeros, que no entienden tal despropósito. Quede esta crítica, como
una crítica constructiva para que algún día Cerrillo Blanco pueda visitarse de un modo más abierto y sobre todo, más práctico.
Yo
por mi parte, os dejo algunas imágenes realizadas por mí desde los
exteriores del yacimiento y os adjunto otras actuales, cedidas por un
amigo al que agradezco su ofrecimiento por cedérmelas.
El Yacimiento Arqueológico de Cerrillo Blanco fue descubierto en 1975 y constituye uno de los lugares más importantes
de la cultura íbera del mundo. Aquí fueron halladas entre 40 y 60
esculturas que forman uno de los más ricos conjuntos escultóricos
íberos.
Dichas esculturas encontradas de modo fortuito entre los olivares, fueron rápidamente adquiridas por el Museo Arqueológico de Jaén
y toda la zona fue comprada por dicha institución, donde se realizaron
excavaciones arqueológicas en las que fueron descubiertas varias zanjas
tapadas por losas de donde surgieron más de 1200 fragmentos que una vez
estudiados,
limpiados y consolidados se reconstruyeron, causando toda una
revolución, ya que hasta entonces se creía que la cultura íbera no tenía
la capacidad tecnológica para realizar este tipo de manufacturas,
propias de grandes artistas con una técnica muy sofisticada.
Dicho conjunto escultórico se encuentra actualmente en Jaén Capital, en el Museo Provincial, al que seguidamente acudiremos.
En
la actualidad, en Cerrillo Blanco podemos encontrar un túmulo
funerario, donde se hallaron 24 tumbas individuales y una cámara con una
tumba con dos enterramientos. Este tipo de enterramientos muestra que
las tumbas individuales estaban respetuosamente separadas de la tumba
donde fue enterrada una pareja de un rango superior, como así atestigua
el pequeño ajuar encontrado en la zona, donde aparecieron varios
broches, hebillas, etc.
Dicho túmulo funerario está datado en el siglo VII a.C y fue reutilizado en
el siglo V a.C para enterrar el conjunto escultórico que representaba
la historia de un linaje que posiblemente estuvo relacionado con la
pareja enterrada.
Es posible que el conjunto escultórico fuera construido en el mismo
lugar de enterramiento, por orden de un príncipe gobernante de Ipolca
(la actual Porcuna) en memoria de su linaje y en recuerdo a sus
antepasados. La posterior destrucción con saña de todas las esculturas,
que fue particularmente dañina con las cabezas de todas las figuras, nos
habla quizás de una caída en desgracia del príncipe o de un
derrocamiento violento.
Las esculturas, que como digo se encuentran expuestas en el Museo Arqueológico Provincial,
se cree que pudieron formar parte de un monumento mayor, con forma de
torre, donde estaría representada la vida y las edades del príncipe
ordenante, a modo de cosmos heroico.
En el primer peldaño, aparecerían escenas de lucha
entre niños o de niños acompañados de animales representando la niñez.
En un segundo peldaño, estarían las escenas de lucha entre adultos, como la magnífica escena del príncipe a caballo con el enemigo caído al que clava la espada.
Y un tercer peldaño con escenas de lucha entre humanos y seres mágicos, como grifos o esfinges.
En un segundo peldaño, estarían las escenas de lucha entre adultos, como la magnífica escena del príncipe a caballo con el enemigo caído al que clava la espada.
Y un tercer peldaño con escenas de lucha entre humanos y seres mágicos, como grifos o esfinges.
En la cima, estarían las esculturas en posición solemne que serían los antepasados acompañados por figuras de animales, y en los extremos del monumento, animales reales y fantásticos como esfinges protectoras, lobos y corderos, leones, grifos, sirenas y águilas, posicionados todos de modo que estuvieran preparados para acompañar a los difuntos al inframundo.
Las rocas en las que
se realizaron las esculturas fueron trasladadas desde un lugar
indeterminado aún a día de hoy, puesto que no coinciden ni con el tipo
de roca que existe en Porcuna, ni tampoco con las canteras de la cercana
Santiago de Calatrava, desde donde se creía que habían sido
transportadas, lo que representa toda una ingente labor de ingeniería; el
hecho de acarrear grandes cantidades de enormes bloques
de piedra a grandes distancias, que incluiría el conocimiento de
caminos y veredas favorables para el transporte, la participación de un
importante número de animales de tiro y de vehículos y también, la
existencia de un importante número de artistas que trabajasen de modo
simultáneo en las esculturas.
Constituyen por tanto, uno de los tesoros de la cultura íbera más importante, interesante y rico de toda España y
este lugar, probablemente aún tiene algunos misterios por desvelar,
pues años después, surgieron gran cantidad de exvotos en el lugar.
Pero nuestro viaje por la historia de Porcuna, no ha hecho más que empezar. A poco más de un kilómetro de Cerrillo Blanco, siguiendo la carretera que nos lleva hacia Córdoba y a la sombra del puente moderno que salva el cauce del Arroyo Salado, podemos encontrar un Puente Romano,
eso sí, en unas condiciones de conservación mínimas, que en estos
momentos aún conserva las pilastras que sujetaban la estructura y que, a
pesar de los siglos, aún sigue resistiendo el envite de riadas e
inundaciones.
La
visita a dicho puente es más interesante si cabe, si se conoce la
existencia de varios vestigios de la Guerra civil española que surgen
muy cerca del mismo, en forma de búnkers, casamatas, nidos de
ametralladoras y posiciones antiaéreas. Estos enclaves se encuentran
igualmente en un estado de conservación pésimo, pero aún así, nos
cuentan una curiosa historia de aquellos años convulsos en los que España se
enfrentó a sí misma. No voy a detenerme especialmente en esta entrada
sobre estos vestigios, puesto que tengo reservada una entrada aparte
para los mismos.
Regresando al núcleo urbano de Porcuna, nos esperan las ruinas de la antigua Obulco que surgieron hace algunas décadas a las afueras de esta villa muy cercanas a la Iglesia de San Benito, patrón de la localidad.
A escasos metros de las actuales calles, nos topamos con parte de la ciudad romana de Obulco. Una ciudad que surgió como expansión de un oppidum situado en otro yacimiento arqueológico de la localidad, denominado el Yacimiento de los Alcores.
Una ciudad aliada de Roma,
cuya riqueza y poderío quedaron marcadas en su propia ceca o moneda y
cuya estratégica situación fue aprovechada en la guerra civil que Roma mantuvo contra Pompeyo y utilizada como base de operaciones, siendo visitada incluso por el mismísimo César que la nombró Municipium Pontificiensis Obulco,como Ciudad Vencedora y Noble, en agradecimiento a sus ciudadanos por su ayuda en la contienda.
La importancia de la ciudad ayudó al crecimiento y transformación de la misma, construyéndose en ella un Anfiteatro Romano
recientemente descubierto y a la espera de ser excavado, cuya
importancia se cree que puede ser enorme puesto que se estima que podía
dar cabida a más de 10.000 espectadores, al tiempo que surgieron
cantidad de viviendas o Domus.
Pasear hoy por las calzadas de la antigua Obulco,
donde aún perviven los bancos de piedra que hace miles de años dieron
acomodo a los habitantes del lugar o donde siguen en pie las columnas de
las antiguas Domus, es embarcarse en un viaje por los tiempos,
descubriendo sus antiguas estructuras como una gran cisterna que
abastecía de agua al lugar. Aún así, es triste comprobar cómo este
histórico lugar se encuentra totalmente expuesto a las
inclemencias del tiempo que están volviendo a enterrar los restos
arqueológicos y expuestos a la acción de expoliadores que
constantemente aparecen buscando las abundantes monedas que en este
lugar se acuñaron hace siglos.
No es de extrañar por tanto que Porcuna en su conjunto esté declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica con otros muchos yacimientos más localizados.
Por hoy, ponemos punto y final a este viaje en el tiempo, a la espera de que tantos tesoros como surgen del rico subsuelo de Porcuna reciban la atención y el valor que merecen, al tiempo que quedamos expectantes ante tanto como aún queda por descubrir.
Por hoy, ponemos punto y final a este viaje en el tiempo, a la espera de que tantos tesoros como surgen del rico subsuelo de Porcuna reciban la atención y el valor que merecen, al tiempo que quedamos expectantes ante tanto como aún queda por descubrir.