¡Saludos, amigas y amigos!
No sé si será por el final
del verano, por el regreso a la normalidad (normalidad teórica, claro,
que algunos este año de vacaciones, cero) o porque en este fantástico
mundo de internet abundan personas que están en guerra con el mundo, y
han decidido apuntar sus cañones una vez más contra mí...o quizás, por
lo que me he encontrado al realizar este artículo; pero ando un poco
afligido últimamente.
Sí, lo sé, no importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas. -Rocky
Aún
así, cuando ciertos valientes ocultos tras internet se fijan en ti para
destruirte, de vez en cuando flojean las fuerzas. Pero en fin, supongo
amigo/amiga, que si estás aquí leyendo esto, nadie te ha obligado a
ello, ¿verdad?
Si estás aquí, es que tengo algo, aunque sean cuatro estupideces, que decir, que igual te interesan o no, eso ya no lo sé.
Sea como fuere, gracias por leerme, gracias por estar aquí.
La
entrada de hoy es muy especial. Por segunda vez en la historia de este
blog, me dispongo a viajar contigo en el tiempo, siguiendo los pasos que
hace décadas recorrieron fotógrafos que retrataron para la posteridad
nuestra hermosa ciudad.
Una vez más, he
conseguido las fotografías de ese gran y magnífico grupo llamado Martos
en el Recuerdo al que tanto debo.
En
esta ocasión, he utilizado imágenes en color mayormente, que nos
muestran desgraciadamente un Martos en el recuerdo... perdido, triste y
lamentable.
No son tan antiguas, obviamente,
que las del anterior artículo. Si no me equivoco, muchas de ellas tienen
hoy unos 60-65 años pero comparándolas con la actualidad nos hablan y
nos dicen que para el Casco Histórico de Martos, cualquier tiempo pasado
fue mejor.
La mayoría de las calles que hoy
os muestro son esas típicas calles marteñas que están alejadas de los
itinerarios culturales normalmente, son las calles normales, las
corrientes y molientes, donde simplemente se vivía, nada menos. Y se
vivía como se podía, como toda la vida.
Casas
encaladas con cal y con zócalo de chinorro azul, o blancas completamente
(vamos, al estilo paleto dirán algunos hoy día, cuando las casas se
pintan de un universo de colores en el que el blanco casi está
prohibido).
Casas pequeñas que daban para lo
justo, donde abundaban las paredes de tapial, la teja árabe y los
tabiques con más de medio metro de grosor; toda una chapuza estética,
patrimonial y funcional que obligaba a los primitivos habitantes de
estas viviendas a vivir frescos en verano y calientes en invierno, sin
aires acondicionados ni nada. En ellas, durante siglos, llegaron a vivir
varias familias en una misma casa, conviviendo además con animales de
corral y de carga, lo cual era un auténtico atraso, puesto que lo
sensato es pagar por comer animales sobrealimentados y criados en pocas
semanas, hacinados en granjas, con ayuda de algún aditivo de crecimiento
semilegal.
En definitiva, un mundo atrasado,
donde los marteños y marteñas vivían con las puertas abiertas las 24
horas del día, donde la calle o barrio era una estructura casi familiar
donde todo el mundo ayudaba a todo el mundo y todo el mundo era
conocido. Mucho mejor que ahora, que cada piso y/o vivienda es una celda
que nos aísla del mundo y nos encierra en nuestra amena vida social de
Twitter, Facebook, etc.
Un mundo, hoy perdido.
Unas calles de las que todo el mundo quiere huir al parecer y los que
reivindican su pervivencia lo hacen casi siempre, desde el recuerdo de
haber vivido en estos lugares.
Hoy
día, muchos aún intentan buscar culpables de este abandono. No me
extrañaría que como ya ha ocurrido en ocasiones, algún partido político
oportunista utilice mis artículos como ariete contra sus adversarios.
Háganlo. Aunque ustedes mismos serán parte del problema.
Pero,
si buscamos culpables de la triste situación de nuestro Casco Antiguo,
del corazón de Martos, tenemos que empezar mirándonos al espejo. ¿O
acaso algún ayuntamiento nos ha obligado a abandonar nuestras casas y
barrios?
Claro está que las instituciones
tienen su culpa. Es totalmente absurdo y estúpido ver cómo Martos en
cuestión de 30-40 años ha duplicado su tamaño mientras que la población
se ha mantenido o ha crecido mínimamente. ¿Construirías un lujoso
rascacielos sobre unos olvidados cimientos a los que día tras día les va
afectando más y más la corrosión, la dejadez y el olvido?
Pues
por estúpido que parezca, en este país del pelotazo donde los
auténticos emprendedores son los constructores que construyen por 1 y
venden por mil (llevándose por delante muchas veces, yacimientos
arqueológicos de un valor extraordinario como la Zona Arqueológica del
Polideportivo de Martos ZAMP, un yacimiento comparable al famoso
Marroquíes Bajos de Jaén, la Atlántida según algunos famosos documentales, o
edificios de alto valor histórico como la antigua fábrica de aceites
Elosúa), es lo más normal del mundo, alimentando así un problema que no
acaba, que empeora día tras día, puesto que mientras que las grúas y las
hormigoneras se afanan en conquistar los pocos solares que quedan en la
zona nueva o en invadir antiguas zonas de cultivo (que curiosamente
cada día se acercan más al polígono industrial, para disfrutar del "aire
puro industrial"), el Casco Histórico de Martos cada día se llena más
de solares, casas abandonadas o tapiadas.
Mientras
que el nuevo Martos, o nuevo nuevo Martos, o el nuevo nuevo nuevo
Martos vive su feliz juventud, ajeno a todo; el viejo Martos languidece
cual abuelo chocho encerrado en un asilo, al que ninguno de sus
numerosos hijos quiere ver aunque le deban la vida y todo lo que
tienen.
Pero señores, ¿qué sería de Segovia
sin su viejo Acueducto? ¿De Córdoba sin su vieja Mezquita? ¿Qué
es España sin Al- Ándalus, Hispania, Iberia? ¿Qué es de ti, amigo/amiga,
sin tu niñez, juventud...?
¿Qué será Martos sin su Casco Antiguo de más de 3.000 años de vida?
En
fin, quizás esté pecando de negativo o de pesimista, total, si el día
de mañana llegan las faldas de la Peña a la Fuente Nueva, a quién le
importa.
Para ver si estoy diciendo la verdad o
mintiendo, solo tienes que mirar estas fotos y viajar en el tiempo
hasta el final del artículo. Y luego...ya me cuentas:
Calles en las que crecía el musgo y alguna hierba entre las piedras que formaban su pavimento.
Farolas colgando de un cable. Pequeñas pero esmeradas casas de una sola planta.
Todas
estas cosas hoy ya no están, junto a varias casas que aparecen en la
imagen. El vacío que dejan, ha transformado esta calle en una con las
mejores vistas de Martos.
Plaza de la Constitución:
Un ejemplo de tanto, de como se hacía el mercado en las calles de la Plaza e incluso en las puertas del antiguo Mercado de Abastos.
Tal
vez, en esta imagen en la que aparece la Calle Adarves cortada por
obras, estuvieran sustituyendo las calles empedradas por el actual
adoquinado.
Las casas antiguas contiguas al
Ayuntamiento aún se dejan ver (tras ser derruidas, en su subsuelo
surgieron importantes restos arqueológicos cuyo destino no está muy
claro) junto al Pilar que surtiría agua constante en aquel tiempo,
mientras que hoy se mantiene casi siempre seco.
Calle Córdoba:
En esta
imagen de esta calle, podemos ver cómo el mercado y el mercadillo
se hacían en torno a la Plaza de la Constitución.
Una
costumbre que se alargó durante siglos, reuniendo a cientos de personas
hacia este punto tan céntrico e histórico de nuestra ciudad.
Desapareció
y se mudó a la zona nueva, privando a nuestra plaza de la gran
afluencia de público que a día de hoy...le vendría muy bien a nuestro
Mercado de Abastos, tan solitario actualmente.
Por lo demás, vemos una vivienda que se mantiene igual, hoy convertida en sede de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad.
Callejón de la Calle Córdoba:
Algunos
dirán que esta parte de Martos nunca tuvo patrimonio. Los que realmente
conocemos este lugar, que hemos crecido y jugado en cada uno de sus
rincones, sabemos que no es así.
Antiguos
palacios, señoriales casonas y cuidadas portadas se alzaban y adornaban
este lugar, hablándonos de los antiguos señores, obispos y demás
personalidades marteñas que vivieron aquí.
Nada
queda de todo aquello. Hoy, unas oficinas surgen donde antaño se alzaba
un gran palacio del que solo queda su solar, hoy mitad escombrera,
mitad parque urbano.
Calle Alta Felipe:
Un humilde
marteño marcha sonriente junto a su burro, primorosamente ataviado,
mostrando unas artes que existieron durante milenios y que han
desaparecido en cosa de décadas.
La
Casa de las Ánimas se alza blanca, no habitada por almas errantes como
algunos creen por su nombre, sino rebosante de vida, siendo un edificio
histórico construido por la desaparecida Cofradía de las Ánimas,
constituida para velar, rezar y pedir por las almas que transitaban
hacia el purgatorio.
Callejón de la Calle Felipe:
Todavía me cuesta creer que el lugar que aparece en la foto es el mismo de hoy día.
Hasta
tuve que pedir ayuda, puesto que no reconocí el lugar. Y es que según
parece, cuando se realizó la foto, esto no era un callejón sin salida
como es hoy y daba acceso según parece a calles y casas de las que yo no
tenía conocimiento.
Y es que las retorcidas
callejuelas que aparecen recorridas por dos señoras mayores (o eso
parece) y las casas que se encuentran tras ellas hoy son simple y
llanamente...laderas de la Peña.
Y como se puede ver, la calle termina hoy al final de los escalones.
¿Cómo
era esa calle y esas casas? Una calle típica marteña, con casas blancas
con geranios y cantos rodados en la calle de la que no queda nada
prácticamente.
Calle San Pedro:
Afortunadamente, este retazo de Martos se conserva medianamente bien.
Aunque
a las fachadas encaladas y adornadas con geranios le han salido
competidores con la ridícula costumbre de azulejar las fachadas, aún se
puede recrear esta antigua estampa de niños jugando tranquilamente en
estas estrechas calles que no dejan paso al tráfico rodado.
Calle de la Peña:
Las calles
empedradas de canto rodado, que durante siglos asfaltaron nuestra
ciudad, ya son historia. Lo curioso del asunto es que no desaparecieron,
solamente quedaron enterradas bajo capas de cemento que años después
han demostrado ser inútiles y poco duraderas, puesto que en muchas
zonas de esta calle, esa capa de cemento está ya desapareciendo y
dejando al aire, de nuevo, el pavimento de canto rodado que desde siglos
se mantiene en su lugar.
Los
campos de erial donde se plantaban las abundantes cosechas de grano
también desaparecieron y las incipientes estacas hoy son olivos maduros,
que hacen famosa a nuestra ciudad por sus aceites de oliva, aunque el
monocultivo tiene sus consecuencias, puesto que mientras que hace siglos
el campo marteño daba 3 cosechas: vid, aceituna y cereal, hoy solo da
una.
Los niños que se arremolinaban en
las calles hoy no se dejan ver apenas y es que la mayoría de estas
casas, hoy solo guardan animales y el silencio de la falta de habitantes
solo se ve interrumpido por el sonido de algún animal.
Mirador del Portillo:
En el
mismo lugar donde hace siglos se encontraría una pequeña puerta de
muralla que da nombre a la calle y al barrio, encontramos este mirador.
En
la foto antigua, podemos ver de nuevo los antiguos eriales marteños
donde crecía el grano que alimentaba la importante cabaña ganadera
marteña y daba la harina de trigo tan fundamental en nuestra dieta.
Podemos
ver también las antiguas huertas que llenaban los márgenes del arroyo
de la Fuente de la Villa, hoy urbanizado y asfaltado.
En los tejados, comienzan a aparecer las antenas de televisión en las casas de la Calle Bermeja, otra calle hoy vacía.
Podemos
ver las casas que ocupaban el antiguo barrio del cerro, hoy
desaparecidas y un poco más abajo, vemos el antiguo cuartel de
la Guardia Civil en la Fuente de la Villa, en el que llama la atención
la garita de vigilancia que parece tener en la zona superior, hoy
desaparecida al pasar a ser un bloque de viviendas.
Del
colegio San Amador y del barrio que surgió en la zona de la Cruz Roja y
entorno del camino ancho, tampoco vemos en aquellos años ni rastro.
Calle Ventilla:
Las primeras casas
de Martos se alzan asentadas a pocos metros de la roca madre de nuestra
Peña. El burro en la puerta, hoy es un elemento desaparecido, sustituido
casi siempre por ciclomotores que ocupan el lugar de los burros en
extinción. Estas casas, hoy parcialmente escondidas entre las plantas
ornamentales, siguen en su sitio, guardando el paso hacia la Ermita de
la Peña.
Calle San Pedro:
Otra calle
que perdió sus escalones. Junto a ellos, los oficios como el bordado que
vemos realizando tranquilamente a esta mujer sin ningún temor de ver
alterado su trabajo por el paso de algún vehículo a motor, también han
quedado olvidados aunque se están recuperando a marchas forzadas y no
son pocos los cursos que se realizan para volver a aprender lo que antes
se enseñaba de padres a hijos.
Curiosamente,
las puertas se mantienen todas en su lugar, mientras que las casas que
guardaban, algunas hoy, ya han desaparecido.
Plaza del Llanete:
Parece una
fría mañana invernal e incluso, que el suelo está nevado. El antiguo
templo de la Virgen de la Villa se esconde tras los edificios, pero se
adivinan las murallas calatravas en las que se asienta.
El
edificio de Correos, antiguo Café España se alza junto a una antigua
almazara que años después fue derribada y en cuyo suelo, surgió uno de
los grandes tesoros de Martos, el Sarcófago Paleocristiano de Martos y
un antiguo baptisterio visigodo. ¿Tal vez se encontraba aquí la antigua
Catedral Tuccitana Sede Episcopal?
En el
centro, casas que hoy sobreviven con mejor o peor fortuna. Y a la
derecha, casas hoy también desaparecidas, cuyo espacio fue ocupado por
un bloque de pisos construido de aquella manera, sin realizar en su
suelo ni una mísera inspección arqueológica que seguro habría separado
sorpresas...cosas de los felices años 2000, con el pelotazo del ladrillo
y que hoy nos dejan la peor crisis económica del siglo.
Plaza de la Constitución:
Esta imagen en blanco y negro de nuestra plaza, del centro neurálgico de Martos, posiblemente tenga hoy cerca de 140 años.
La zona verde del centro es mucho más frondosa hoy que por entonces y muchos edificios quedan ocultos tras ella.
El Ayuntamiento y las primitivas casas de la Plaza (que fueron sustituidas por el Edificio de La Amistad) quedan hoy ocultas.
Las
antiguas farolas han desaparecido junto a la gran y hermosa valla que
rodeaba toda la plaza, la cual por culpa de las descerebradas
modificaciones que sufrió durante el franquismo este lugar, quedaron
reducidas, cerrando hoy solo el centro ajardinado.
Obviamente,
la posición desde la que se toma una imagen y la otra no son las mismas. Y
es que el fotógrafo original, no tuvo que lidiar con la aglomeración de
coches que hoy rodea nuestra Plaza.
El Albollón:
Aunque en un principio
me planteé retirar ese horrible cubo de basura para hacer la foto, al
final lo dejé para que muestre la imagen real del momento al fin y al
cabo.
¿Cómo es que en la imagen antigua no aparece ese cubo?
Muy
sencillo. Hasta épocas muy recientes, la sociedad en la que vivimos no
era tan derrochadora ni tan destructiva con el medio ambiente.
Hasta mediados del siglo XX, no comenzaron a producirse las ingentes cantidades de basura que tenemos hoy.
Los
restos de comida y residuos orgánicos servían para alimentar a los
animales de corral, los alimentos envasados eran escasos y los
envoltorios, latas o papel de estraza, se reutilizaban o se quemaban en
las lumbres.
El plástico era inexistente. Años
más tarde, comenzó a introducirse un pequeño servicio de basuras hasta
llegar a la tremenda cantidad de basura que hoy día generamos.
La
imagen, por lo demás es poco diferente y en ella ya podemos ver cómo el
refugio antiaéreo de la guerra civil construido bajo las tapias blancas
ya se encuentra cerrado, como décadas después se mantiene.
Calle Ogazonas Alta:
La
primera calle de Martos. Posiblemente, se asiente sobre lo que fue el
antiguo
Martos Íbero y exista desde hace miles de años.
En
la actualidad, apenas un puñado de vecinos resisten en ella y muchas
casas hoy son ya recuerdo, conquistadas por las faldas de la Peña.
Las casas se mantienen e incluso las ventanas y rejas, aunque los usos de las mismas han cambiado.
Plaza de la Fuente Nueva:
Una imagen de lo que se consideraba modernidad en el siglo XX.
Las
antiguas casas, cada una con su tipología especial, que se alzaron en
esta plaza, van siendo sustituidas por insulsos bloques de pisos, cada
uno idéntico al anterior; robándole el carácter a esta antigua plaza, en
la que años atrás estaría el Pilar de la Fuente Nueva que le da nombre,
junto al antiguo Convento de San Francisco, que fue destruido sin
plantearse siquiera su restauración y que como vemos en la imagen, ya
estaba siendo sustituido por el actual templo.
Calle Córdoba:
Esta calle ya
apareció en el anterior artículo pero creo que debía volver a aparecer
contrastando cómo va cambiando con los años.
En la primera imagen, vemos una Calle Córdoba en los años de la Guerra civil o posteriores.
Los
huecos del campanario están cegados para proteger al monumento de las
bombas y además utilizarlo como caja de resonancia para las alarmas
antiaéreas de la Defensa Especial Contra Aeronaves.
En la calle, frente a fachadas de viviendas señoriales, se ven escombros posiblemente frutos de los bombardeos nacionales.
En la siguiente imagen, ya a color, vemos las viviendas que estaban adheridas al campanario hoy desaparecidas.
Vemos
igualmente cómo el campanario ya tiene algunos vanos de las campanas de
nuevo abiertos y que además, se encuentra en un estado de conservación
regular, al estar plagado de hierbas parásitas.
La
campana que asoma tiene una extraña posición. Tal vez se hizo la foto
con las campanas en movimiento o tal vez, tras la guerra, se
restituyeran las campanas en una posición provisional que no les
permitía mantenerse rectas.
Una imagen muy
triste, puesto que comparada con la actualidad, podemos decir que la
población de esta calle es prácticamente nula...estando a dos pasos de
nuestra plaza principal.
Calle Hospital:
Aunque
aparentemente esta calle se mantiene bien y muchas de sus casas están
igual, el hecho de que la calle esté presidida por un enorme solar (que
queda fuera de la fotografía) también nos da indicios para la
preocupación.
Algo hemos mejorado. La altanera Torre del Homenaje a día de hoy se alza restaurada mostrándose como en sus buenos tiempos.
Callejón de la Calle Alta Felipe:
Lo más grave de esta foto no es que sea uno de los rincones más pintados de Martos que adorna exposiciones y edificios.
Lo
más grave de este lugar, es que básicamente yo podría ser uno de esos
niños, puesto que yo he jugado ahí mismo, en esos "patines" como aquí los
llamamos.
Yo he jugado en ese lugar, estando así exactamente y hoy...es otro trozo más, ganado por las faldas de nuestra Peña...
Lo
increíble, es que esas casas seguramente tendrán origen anterior a los
visigodos o romanos y no eran malas casas en absoluto, puesto que si nos
adentramos en lo que queda de su solar, nos encontramos con que tenían
un jardín-huerto con piscina, todo un lujo, más aún sabiendo que se
encontraban vecinas a la Peña y que las vistas que uno podía tener
mientras se daba un baño en plena naturaleza eran increíbles, puesto que
medio Martos se puede ver desde el jardín.
Y
además, todos estos huertos que seguro sirvieron de recreo y despensa
de frutos frescos a sus habitantes, se encuentran rodeados por un trozo
de historia marteña, puesto que las tapias que rodean estos huertos y
casas son: ¡¡¡Muralla Medieval construida por los Caballeros de la Orden
de Calatrava!!!, la misma muralla que rodeó Martos comienza aquí mismo,
es el inicio, y nadie le hace caso ni conoce su existencia.
Solamente diré una cosa más:
En
Córdoba y Granada, por poner dos ejemplos, casas así se venden como
churros, por precios bastante altos y como alojamientos turísticos nada
asequibles al bolsillo...
Los madrileños/as lo saben.
Los catalanes/as lo saben.
Los británicos/as lo saben.
Por eso, están comprando y viviendo en las casas de esta zona.
Los marteños/as, no.
Calle Hermanos Carvajales:
En el
antiguo callejero marteño, abundaban las calles de escaleras que en la
actualidad, nos son nada prácticas al impedir el paso de vehículos, pero
que durante siglos formaron la imagen normal de la ciudad ya que
ayudaban a subir más fácilmente las empinadas y tortuosas calles.
La mayoría desaparecieron en la segunda mitad del siglo XX, como es el caso de esta calle.
Los
palacios que podemos ver en la imagen antigua a cada lado del final de
la Calle Porcuna, desde donde está hecha la fotografía, aún se
conservan, algunos eso sí, con mejor fortuna que otros. Al igual que
muchas de las casas de la imagen, aunque otras también han desaparecido
quedando en su lugar solares...de esos que tantos tenemos en el Casco
Antiguo.
Calle Felipe:
Esta
calle que hace miles de años fue una de las principales arterias de la
Tucci Íberorromana, perdió hace décadas, como todas las calles aledañas,
su típico acerado de cantos rodados.
Muchas
de las casas que en ella aparecen, hoy están abandonadas y el silencio
al pasear por ella es inmenso, roto solo en ocasiones por el cantar de
alguna radio o de algún animal de corral.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Yo, ya no lo se...lo que sí se es, que o nos espabilamos TODOS, o llegara el dia en el que las futuras generaciones son señalen con el dedo, por poder haber hecho mucho mas por nuestra ciudad...y no lo hicimos. TODOS.