Tras la reciente reaparición de un refugio de la Guerra Civil en Martos y el interés (y desconocimiento) mostrado por los marteños y marteñas, aquí os dejo un articulo aparecido en la Revista Aldaba Numero 36 para conocimiento de todas y todos de estos vestigios históricos tan curiosos y a la vez olvidados:
Llama poderosamente la atención que la industria
del turismo, que a día de hoy está alimentando en
gran medida a la economía española y está tirando de ella,
apenas si tenga un hueco en nuestra ciudad de La Peña.
A pesar de que ya tenemos una base para que esta
poderosa industria en nuestro pueblo dé a conocer el importantísimo
capital histórico-patrimonial que podemos
ofrecer y este se ponga en valor, gran parte de ese patrimonio
a día de hoy sigue siendo un gran desconocido para
propios y extraños.
Son más de 3.500 años
de historia los que atesora
nuestra ciudad y poco a poco
se va conociendo parte de sus
periodos más gloriosos: la
Tucci ibero-romana, la sede
episcopal tuccitana visigótica,
la Martus árabe, la estratégica
capital calatrava de Martos…
Entre ellos también
destaca el trágico periodo que
sacudió nuestra ciudad entre
1936 y 1939, pero dicha época
de la Guerra Civil española
es una auténtica desconocida
para la gran mayoría de la población, pese a la importancia
que también tuvo nuestra ciudad en aquellos años. Quizás
sea porque aún siguen los sentimientos de aquel tiempo
vivos en la memoria de la población, quizás se mire con
recelo este periodo por los mismos motivos… o quizás
ese patrimonio se encuentre enterrado bajo varias capas
de olvido, ignorando así el importante potencial que el
mismo tiene.
Olvidando apasionamientos, tratando a la historia
como historia que es, teniendo este patrimonio como
un aldabón más de nuestra historia, la de todos y todas,
podremos encontrar en este patrimonio una magnífica
oportunidad turística para nuestra ciudad.
El interés que genera el periodo de la Guerra Civil,
tanto para las generaciones jóvenes como a las mayores,
es grande y viene de lejos. Y no son pocas las regiones
y también países que lo están aprovechando para atraer
visitantes.
Las Trincheras de la I y II Guerra Mundial hace
décadas que son un atractivo turístico y didáctico muy
apreciado en toda Europa.
En España, hace apenas unos años que están
comenzando a cobrar importancia los vestigios de la
Guerra y recientemente se ha multiplicado el número de
asociaciones, empresas turísticas, itinerarios culturales,
excavaciones arqueológicas, restauraciones, museos y un
sinfín de iniciativas que tienen como protagonistas los
vestigios de la Guerra Civil española.
Tras la llegada del siglo XXI, son muchas
las iniciativas turísticas que han rescatado este patrimonio
de la oscuridad.
El refugio antiaéreo de Almería es un ejemplo y
la lista de espera de varios días e incluso semanas para
acceder al mismo demuestra también hasta dónde está
llegando el interés.
Recientemente, en la provincia de Jaén, se han llevado
a cabo algunas iniciativas con este mismo propósito
y se han recuperado no pocos refugios antiaéreos como
el refugio de Arjonilla, el de la Plaza de Santiago en Jaén o
los vestigios de la Batalla de Lopera, que hace poco fueron
incluidos en la Ruta de los Castillos y las Batallas.
Y sin embargo, en nuestra ciudad ese patrimonio
sigue durmiendo el sueño de los justos. Su presencia en
visitas guiadas, en páginas web y en itinerarios turísticos
es irrisoria, olvidando así el papel que nuestra ciudad tuvo
durante la contienda civil y el abundante material que nos
queda aunque ni siquiera seamos conscientes de ello.
Al igual que en antiguos periodos de nuestra historia,
Martos, sin quererlo jugó un importante papel en el
conflicto armado que tristemente enfrentó a los españoles
durante 1936-1939.
Ya en los planes de uno de los ideólogos del Golpe de Estado, Emilio Mola, tenía como
objetivo el desembarco de tropas africanistas provenientes
del Protectorado Español de Marruecos, en algún punto
entre la costa granadina o malagueña para
avanzar rápidamente hacia tierras jienenses y
cordobesas y, pasando por Martos, llegar a Jaén
capital, prosiguiendo hacia el Paso de Despeñaperros que les llevaría a Madrid, a modo de
Pronunciamiento Militar decimonónico.
La realidad fue que el Golpe fracasó
en gran parte de España y, por ende, de
Andalucía, donde solo Córdoba y Granada
capital, junto a una pequeña porción de terreno
entre Sevilla y Cádiz, quedaron en poder de los
sublevados.
La provincia de Jaén, con una fuerte
implantación obrera y una escasa presencia
militar basada en el Cuerpo de la Guardia Civil
(que mantuvo una actitud dubitativa ante la situación
de los días 17 a 19 de julio de 1936), se
convirtió en la primera provincia en declararse
afín al gobierno legítimo de la II República Española, al
ser el gobernador de Jaén el primero en ponerse al servicio
del gobierno central.
La ciudad de Martos era en aquellos días una importante
población agrícola y ganadera, oleícola y también
vinícola, con una pequeña industria cerámica y del hierro.
Sufría una alta tasa de analfabetismo y
pobreza y contaba con importante movimiento obrero,
donde la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra-UGT
tenía gran presencia e influencia, así como la Casa del Pueblo Socialista y el Casino Republicano eran lugares
muy populares para los obreros de la época.
La sociedad marteña, como todo el país, fue sacudida
por las noticias de la Sublevación Militar y los marteños
y marteñas recibieron en las calles de la ciudad (tras declaración
previa de Huelga General) el avance de cómo se
iban sucediendo los acontecimientos. Los odios larvados durante siglos dieron paso a una revolución que
trajo el asalto e incendio a iglesias, como la de la Virgen de
la Villa o San Amador, la detención y asesinato de varias
personalidades de nuestra ciudad y, posteriormente, la
incautación de varias propiedades, como la del Convento
de las Claras en la Plaza de la Constitución.
Pasados ya los primeros y tumultuosos meses, cuando
el poder estatal que había saltado por los aires tras el
golpe de estado del 18 de julio comenzó a restablecerse,
al tiempo que se apagaba la llama de la revolución y
comenzaba a organizarse el territorio para una guerra
que se vislumbraba larga, la importancia estratégica
de la ciudad de Martos comenzó a vislumbrarse.
Ya en los primeros días del conflicto, centenares
de marteños se enrolaron en la que fue llamada
Columna Jaén o Columna Peris (llamada así por ser
capitaneada por el diputado socialista Alejandro
Peris Caurana) y fueron lanzados hacia la ofensiva
de Córdoba, que trató de reconquistar la capital cordobesa.
Agrupados inicialmente en los Regimientos
de Milicias de Voluntarios fueron integrándose en
el naciente Ejército Popular de la República, que se
creó a finales de 1936 y principios de 1937. La llegada a nuestra ciudad del
llamado Batallón Español Antifascista y del Cuerpo
de Carabineros llegados desde Murcia ayudó a la
defensa del territorio.
En septiembre de 1936
caía Alcalá la Real en manos del ejército sublevado. En ese
momento, Martos comienza a recibir y a cobijar refugiados
que huían tanto de Granada como de Córdoba, las
cuales iban siendo conquistadas por los sublevados e iban
empeorando la situación en nuestro pueblo, al dificultar el
abastecimiento de una población creciente y al traer estos
refugiados historias de la guerra que fomentaban el terror
y el pánico de la población local.
Conforme los frentes se fueron estableciendo con
la conquista de los nacionales de parte de la Subbética
cordobesa, nuestra
ciudad se convirtió en uno de los puestos principales de la
retaguardia republicana, donde se iban creando cuarteles
del ejército.
Una situación que creció exponencialmente en las
Navidades de 1936, cuando el ejército franquista en
Andalucía, a las órdenes del general Gonzalo Queipo
de Llano, se lanzó a la conquista de Jaén con el
objetivo de hacerse con la importante cosecha de
aceituna de aquel año y poder abastecer con ella a
la España Nacional.
En la Nochebuena de 1936, se inició la toma
de Lopera, que siguió a una posterior batalla y que
continuó con la toma de Porcuna, donde las tropas
franquistas, que estimaron inicialmente un fácil
asalto a la provincia, decidieron dar por terminada
la llamada Campaña de la Aceituna, al encontrar gran oposición republicana.
Tras la toma de estos territorios y al quedar el
frente extremadamente cerca de Higuera y Santiago de Calatrava, Martos fue la principal
ciudad de retaguardia en el sur del frente de Jaén,
que acogió a la mayoría de los habitantes que huían de las poblaciones ocupadas (Santiago e Higuera de
Calatrava, Baena, Albendín, Porcuna, Lopera, Villa del
Río, Cañete de las Torres, Bujalance, etc.) y se convirtió
en la principal defensa republicana en esta zona.
El creciente reclutamiento de hombres para el
Ejército Popular de la República trajo la formación de
las Brigadas Mixtas, compuestas por militares y civiles
milicianos. Los marteños se enrolaron en el “Ejército de
Jaén” o XXIV Brigada Mixta dividida en 4 Batallones:
-El Batallón Málaga 10
-El Batallón Almería
-El Batallón URSS, formado mayormente por
tosirianos
-El Batallón Martos o Feijoo, formado en su mayoría por
habitantes de nuestra ciudad o de refugiados reubicados
en ella.
Pero, además, en nuestra ciudad estaban presentes
tropas de la XXI Brigada Mixta dispuesta en
el sector Monte Lope Álvarez-Albendín-Río Yeguas y
también tropas de la XX B.M. dispuestas en el frente
de Martos-Torredonjimeno, que defendía la zona de
los posibles ataques provenientes de Porcuna en poder
de los nacionales.
Martos fue protagonista en los contraataques
republicanos en el frente de Porcuna, que intentaron
recuperar dicha población y que se produjeron entre el
8 de enero y el 2 de febrero de 1937.
Ejemplo de ellos
fue la columna de soldados republicanos que partió de
nuestra ciudad el 8 de enero de 1937 con 2 blindados y
10 camiones y atacó Porcuna y su sector del frente.
Fundamental fue también la tropa marteña ante
el ataque franquista que se produjo de manos de la
XXXI División Franquista en enero de 1938 para conquistar
Higuera de Calatrava.
Pese a que la importancia
estratégica de esta pequeña población era mínima, las
tropas republicanas no podían permitir que continuase
el avance hacia Martos; por ello soportaron numerosos
choques (14 de febrero, 2 y 6 de marzo de 1938) hasta
que, tras dos meses de enfrentamientos, los nacionales
lograron tomar este pueblo deshabitado y evacuado en
aquellos días el 29 de marzo de 1938.
Conquistada finalmente, prosiguieron los enfrentamientos
en ese frente hasta que Higuera de Calatrava
volvió a cambiar de manos el 4 de abril ante el avance de XX Brigada Mixta Republicana con el 139 Batallón, que
volvieron a entrar en Higuera de Calatrava para replegarse
al día siguiente de forma definitiva.
Igualmente ocurrió en la cercana población de Castillo
de Locubín, donde por orden de Queipo de Llano, el
12 de marzo de 1938 se inició un ataque de rectificación
del frente que iba entre Fuente Tójar (Córdoba) y Alcalá
la Real.
Ataque que tuvo que posponerse por parte de los
nacionales gracias a los refuerzos enviados desde Martos
hasta el 28 de marzo.
Pero, además, nuestra ciudad fue fundamental en la
instrucción de las primeras fuerzas especiales que existieron
en la historia de los ejércitos contemporáneos.
Aquí se reclutó y formó a la que fue constituida
como VII Brigada de los niños de la noche, que posteriormente
formó parte de la XIV Brigada Mixta.
Se trataba de un cuerpo de voluntarios con una
preparación física y mental superior al resto de los soldados
del ejército que estaban mucho mejor pertrechados y
tenía un objetivo firme:
1. Recopilar información
2. Infiltración
3. Sabotaje
Los miembros de la VII Brigada de niños de la
noche marteña se infiltraron en no pocas ocasiones en
territorio sublevado por la zona de Alcaudete y realizaron
varias acciones entre Luque y Lucena.
También en Martos se formó un Batallón de
Ingenieros Zapadores.
Por último, nuestra ciudad fue dotada con un
Hospital Militar de Sangre, que se situó en los edificios del Balneario
de los Baños de Agua Hedionda.
Sabida ya la importancia de nuestra localidad
en la Guerra, no es de extrañar que fuera un objetivo
perseguido por las tropas franquistas.
La ciudad de Martos se mantuvo en zona republicana
hasta el 29 de marzo de 1939, dos días antes de
finalizar el conflicto.
Esto produjo que fuera un objetivo señalado y
codiciado, además de un pueblo clave para la conquista
de Jaén capital.
La resistencia y la cercanía al frente de la misma
población favorecieron la acción de la aviación nacional
en los cielos marteños, que apenas si pudieron ser protegidos
desde la lejanía de los aeródromos republicanos de
Andújar.
Aunque se desconoce el número exacto de bombardeos
que sacudieron nuestra ciudad, se estima que
fueron un mínimo de 15 bombardeos “reales” y aclaro
esto último:
La aviación nacional sobrevolaba casi diariamente
nuestra localidad. Lo hacían sabedores del caos
que generaban dichos vuelos.
En ocasiones lanzaban octavillas para intentar
derribar la moral de la población, en alguna ocasión
lanzaron pequeños paquetes con pan y la mayoría sobrevolaban
mientras se dirigían a otros objetivos para
activar las alarmas e interrumpir la vida cotidiana de las
gentes de la ciudad.
De ahí la dificultad para identificar con exactitud
la totalidad de bombardeos realizados sobre Martos, unida también a la escasa información existente al respecto
en la actualidad.
Se sabe con certeza de los bombardeos:
-11 de enero 1937
-25 de julio 1937
-3 de diciembre 1938
- 27-28-29 de noviembre 1938
-23 de diciembre 1938
-26-27-28 de marzo 1939
Que afectarón a las Calles: La Teja, San Bartolomé, Fuente de la Villa, Triana,
Coloradas, Estación FFCC, Plaza de la Constitución,
Córdoba, Juan Ramón Jimenez, Carrera, Los Cojos, Real,
Cobatillas Bajas, El Horno, Agua, Adarves, Puerta Jaén,
Alta Felipe, Puerta del Sol, Llanete, Apero, Clarín, Molino
Medel, Cura y Porcuna.
En la mayoría de las ocasiones, los encargados de
bombardear la ciudad eran aviones Fiat C.R.32 enviados
a España por la Italia de Mussolini y, en al menos una
ocasión, también participaron los aviones experimentales
Junkers Ju 87 enviados por la Alemania de Hitler.
La capacidad de destrucción de tales aparatos fue
muy grande; muestra de ello fue el bombardeo del 23 de
diciembre de 1938, donde se lanzaron 7 bombas de 80
kilogramos y 6 de 100 kilogramos, un total de más de 1000
kilogramos de trilita.
Ante esta situación de bombardeo, las autoridades
marteñas comenzaron la construcción de refugios antiaéreos mientras se conseguía material antiaéreo.
La construcción de refugios pasó por tres momentos:
- El periodo que transcurre desde el 11 de enero de
1937 hasta junio de 1937.
El 11 de enero de 1937 se produce el primer bombardeo
que conciencia a las autoridades de la situación de
desamparo en la que se encuentra la localidad frente a la
violencia de los bombardeos.
La gente apenas si podía cobijarse de los ataques
en sótanos y plantas bajas o al amparo de los edificios que
consideraran más sólidos.
En esas fechas se llevan a cabo 5 grandes refugios
antiaéreos en la localidad, son los refugios integrados en
iglesias. Una auténtica particularidad que se puede encontrar
en muy pocos lugares de nuestra provincia e incluso
en Andalucía.
Fueron los refugios de:
La Real Parroquia de Santa
Marta
El Convento de las Trinitarias
Parroquia de San Amador y Santa Ana
Santuario de la Virgen
de la Villa
Ermita de Santa Lucía
Se construyen integrados en
los templos por estrategia, debido a la
creencia de que la aviación nacional no
bombardearía los templos al alzarse el
bando nacional como adalid y defensor
de la fe cristiana.
La realidad mostró que era una
estrategia un tanto errada, puesto que
entre los bombardeos de la aviación
también acabaron afectados edificios
religiosos de la localidad, como el Convento
de las Claras (en el solar del actual
Mercado de Abastos), que terminó prácticamente
derruido por las bombas.
Una práctica, la de integrar los
refugios dentro de los templos, muy
singular, ya que en otras poblaciones
los refugios se solían construir debajo
o cerca de las iglesias o templos, casi
nunca dentro de los mismos.
- Segundo periodo, tras el Decreto
de Creación del Comité de Defensa
Especial Contra Aeronaves (DECA) en
junio de 1937 hasta el final de la Guerra:
se inicia un nuevo periodo en el que se
organiza la construcción de más refugios,
ya que los existentes en las iglesias
no tenían la suficiente capacidad para la
población de Martos.
Tras la constitución de la DECA,
se modifica la estrategia para la construcción
de los mismos. Dejarían de ser
refugios de gran capacidad y comenzarían
a construirse multitud de ellos de
menor tamaño y mucho más dispersos
intentando alcanzar todos los barrios
de la localidad.
Los refugios de Martos podrían
calificarse como:
- Militares:
Los militares estaban destinados
mayormente a la defensa de la tropa
destinada a la localidad; aún quedan
ejemplos de ellos, en el Cerro de la
Tiza, cercano al trazado de la Vía Verde
del Aceite y a unos 3 kilómetros de
Martos.
Estos refugios fueron excavados
en este lugar aprovechando que
la roca en dicho cerro era muy fácil de
trabajar. Fueron construidos varios refugios
interconectados entre ellos y con
diferentes fines, entre los que estaba el
almacenamiento de armas y el refugio
de la tropa que estaba allí destinada con
un nido de ametralladoras antiaéreo
dispuesto para la defensa antiaérea de
la localidad. En la actualidad, subsisten
estos refugios parcialmente derruidos.
- Civiles: De ellos se podrían diferenciar
entre públicos o privados.
_Privados: construidos en viviendas
privadas y costeados por las
propias familias, estaban destinados al
refugio de los propietarios y quizás de
casas adyacentes.
_Públicos o colectivos: eran financiados en parte por
la Administración y en parte por los
vecinos con suscripciones voluntarias,
aportaciones de los sindicatos y también
de dinero proveniente de incautaciones
de personas pudientes. Son la mayoría
de los refugios que se encuentran dispersos
por la localidad.
Se pueden describir como refugios
de galería realizados a modo de
mina en la roca madre. La
durabilidad de la misma fue otro de los
motivos que propiciaron la profusión
de refugios dispersados por todo el
casco histórico, puesto que resultó una
empresa sumamente complicada poder
seguir construyendo grandes refugios
enfrentándose a una roca muy difícil de
trabajar, de ahí que se construyeran en
abundancia y de pequeño tamaño.
La urgente construcción de estos,
dada la necesidad de conseguir cobertura
antiaérea para la población, provocó
que la imagen de nuestra ciudad en
aquellos años, azotada por la guerra y
los bombardeos, empeorara, ya que,
dada la gran cantidad de refugios que se
construyeron en un pequeño espacio de
tiempo y distribuidos por toda la ciudad,
generaba una situación de imposibilidad
de poder retirar la ingente cantidad de
rocas y escombros que surgían de la excavación
de refugios. Esto suponía que
la mayoría de estos materiales quedasen
acumulados a las entradas de dichos espacios,
dando a la ciudad una imagen de destrucción aún mayor.
Estos espacios eran pequeñas galerías con dos aperturas
que impedían, en caso de impacto directo en alguna
de ellas, que el refugio quedase obstruido con personas en
su interior. Pese a que esta situación era sabida y el peligro
evidente, también existen refugios con una sola entrada-salida
en nuestra localidad.
La constitución de la DECA supuso la educación
a la ciudadanía de cómo hacer frente a las situaciones de
bombardeo, junto a la creación de numerosas medidas
para la protección aérea de la ciudad.
Crearon un sistema de vigilancia, observación y
alarma: los castillos de la Peña y de la Villa en la Guerra
Civil volvieron a convertirse en atalayas de vigilancia donde había
apostados soldados con ametralladoras antiaéreas que
constantemente vigilaban el horizonte con la atención
puesta, ante todo, en el frente de Porcuna, visible desde
nuestra localidad.
Dichas atalayas estaban conectadas vía telefónica
con varias alarmas antiaéreas.
En caso de aviso de bombardeo, se ponían en contacto
con los soldados apostados en el campanario de la
iglesia de Santa Marta, que accionaban la alarma antiaérea
y ponían en preaviso a la población.
Se llevaban a cabo labores de señalización e iluminación
de los refugios, al tiempo que se realizaban instrucciones
a la población. Dicha instrucción normalmente
se hacía repartiendo octavillas por las casas y centros de
reunión, pero en no pocas ocasiones se organizaban pequeñas
instrucciones también en el interior de los refugios
aprovechando las alarmas de bombardeo.
Refugiados los vecinos en el interior de los mismos,
aprovechaban las prácticas para hacer frente a posibles
ataques con gases tóxicos, al tiempo que se intentaba entretener
en los terroríficos momentos de bombardeo.
Se tomaron medidas para el oscurecimiento nocturno
de la ciudad, que impidiese la identificación aérea por la aviación
enemiga; no obstante, la mayoría de estas obligaciones
fueron desoídas por la ciudadanía, ya que suponían en la
práctica sumir a la ciudad en la oscuridad por las noches.
Refugios Antiaéreos en Martos:
-Militares:
-Carretera de Santiago de Calatrava
-Paraje de Motril. (Desaparecido)
-Carretera de Monte Lope Álvarez. (Desaparecido)
-Cerro de la Tiza. (Semiderruido)
-Antiguo Trazado de la Carretera de Alcaudete.(Semidestruido)
Civiles Públicos o Colectivos:
-Santuario de la Virgen de la Villa. En buen estado
-Ermita de Santa Lucía. Anteriormente convertido en fosa común, en la actualidad cerrado
-Iglesia de San Amador. Tapiado
-Iglesia de Santa Marta. Convertido en almacén
-Convento de las RRMM Trinitarias. Tapiado
-Calle Peñuelas. Tapiado
-Rincón calle Lepe. Convertido en trastero
-Estación de FFCC: Parcialmente derruido
-Calle Albollón: En la actualidad cerrado por propietario
-Calle Fuente del Baño: Convertido en trastero
-Vereda Ancha: Tapiado
-Travesía de los Cojos: Tapiado
-Calle Las Huertas: Tapiado
-Refugios Civiles Privados:
-Calle Real: Al menos cuatro refugios privados.
-Calle San Pedro: Refugio de grandes proporciones
que alcanza varias viviendas. Tapiado
-Calle Albollón: Tapiado
-Calle Torredonjimeno: Tapiado
-Calle Triana: Cerrado
-Plaza de la Fuente Nueva: Al menos 5 refugios, 3
destruidos. El resto, integrados en viviendas.
-Calle Cura: En buen estado.
- Tercer periodo: Desde finales de la guerra civil
hasta la década de los 50: Los refugios antiaéreos de
Martos fueron espacios que sobrevivieron a la Guerra y
continuaron siendo adecuados tras el inicio de la Dictadura
Franquista.
El inicio de la II Guerra Mundial, cinco meses después
de finalizar el conflicto español, y la actitud expectante
del gobierno franquista que barajó inicialmente entrar en el
conflicto del lado de las Fuerzas del Eje y después conforme
estas fuerzas germano-italianas comenzaron a perder terreno
en el campo de batalla europeo, temió una posible invasión
aliada en España. Esta situación provocó que los refugios se
mantuvieran operativos mínimo hasta el año 1945. Algunos
incluso llegaron a ser ampliados en dicha época.
Tras la Guerra Mundial y el afianzamiento
del Régimen, los refugios de Martos comenzaron
a perder su razón de ser. Poco a poco, fueron tapiados
la mayoría y olvidados. En contadas ocasiones fueron
reutilizados como criadero de champiñones, como fosa
común o como basurero.
Los refugios privados tuvieron mejor suerte, ya
que muchos de ellos fueron reutilizados como bodegas
o trasteros.
En la actualidad, este ingente patrimonio es un gran
desconocido para gran parte de la población, obviando
así la gran oportunidad para rescatar esta parte de nuestra
historia.
Un patrimonio que, además, podría ser fácil y barato
de poner en valor, puesto que, dada la construcción de los
refugios en la roca y los materiales utilizados, expresamente
pensados para perdurar, se tratan de espacios que a día de
hoy, con unas escasas obras de adecuación, podrían ser expuestos
para conocimiento y disfrute de los ciudadanos.
La importancia de recuperar estos espacios es
enorme por su valor educativo en la cultura de la paz,
en la defensa de los principios democráticos, del conocimiento
de nuestra historia y de la resolución pacifica de
los conflictos.
Pero, además, con la irrupción del “turismo bélico”
tan famoso en Europa, podría suponer la apuesta por
diversificar nuestra oferta turística, en un tipo de turismo
que en nuestra provincia tendría un grandísimo potencial
y que, por el momento, aún no ha sido explotado.