jueves, 7 de mayo de 2020

El Campanario de Santa Marta. El Faro del tiempo marteño

Saludos, amigas y amigos.

El pasado 2019, la ciudad de Martos celebró el 800 aniversario de la Reconquista de la Ciudad por Fernando III el Santo y el patronazgo de la misma por Santa Marta.



Esta importante efeméride me da pie a mostraros uno de los grandes tesoros que guarda la Real Parroquia de Santa Marta, como es su Torre Campanario, un elemento del patrimonio marteño muy singular y que lamentablemente a día de hoy, pese a estar presidiendo desde hace siglos el corazón de la Ciudad de la Peña como es la Plaza, sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de los vecinos de esta ciudad.


Y es que el acceso a él no es fácil en absoluto, por la incomprensible actitud de algunos elementos de la Iglesia en cerrar sus templos y el patrimonio que esconden al pueblo en general. Ya hablé en otra ocasión del Refugio Antiaéreo que esconde la iglesia de Santa Marta al que un servidor, después de muchos intentos, tardó 30 años en poder visitar. Pues bien, el campanario que hoy os muestro es idéntico, en el sentido de que el que os escribe ha tardado 31 años en poder visitarlo.



Está claro que lo que no se conoce no se puede valorar y mucho patrimonio de nuestra ciudad, debido al oscurantismo de algunos, es un absoluto desconocido. Y este campanario es un ejemplo.



Y hoy, aprovechando el pasado 800 aniversario de la cristianización de Martos, el patronazgo de Santa Marta, unido a la anunciada intención del Ayuntamiento de Martos de recuperar esta Torre Campanario y hacerla visitable, os invito a descubrir la Torre del reloj-Campanario de Santa Marta.



En el centro histórico de Martos, presidiendo toda la Plaza de la Constitución, encontramos la Real Parroquia de Santa Marta cuyo título de Real, indica que en dicha iglesia se pueden realizar desde pompas fúnebres de reyes a bodas y ceremonias de la realeza.


Esta iglesia, que anteriormente fue la Mezquita Aljama o Mezquita Mayor donde se concentraba el poder civil y religioso, fue anteriormente Catedral Visigoda, donde se asentaba la Sede Episcopal Tuccitana y antes de eso, Templo Romano, y quién sabe si ancestralmente no estuviera ya dedicado a ritos ancestrales.


La construcción de esta iglesia nos habla de tiempos tormentosos en los que la Villa de Martos quedó despoblada tras la Reconquista y del resurgimiento de la misma conforme la lucha se fue alejando y fueron llegando colonos. La vieja mezquita comenzó su transformación, que irá cambiando con los siglos hasta llegar al siglo XV cuando se remodelan el altar mayor y el baptisterio, junto a la portada de la iglesia de estilo gótico isabelino. No tardaría en entrar en escena el maestro cantero Francisco de Castillo el Mozo, modificando el cuerpo central de la iglesia, creando el estilo de muchas de las iglesias de la Orden de Calatrava, en que se dividen las mismas en tres naves con enormes columnas y cubierta de madera.



Junto a estas reformas, se llevan a cabo las obras de la Torre del reloj-Campanario, que en aquel siglo XVI era fundamental para el control del ritmo de la vida y del tiempo, al ser el único reloj de la ciudad.


Así durante 4 siglos, este reloj marcó las horas, los trabajos y la vida en Martos al tiempo que las campanas llaman a la oración o la misa o la celebración religiosa, con una sofisticada maquinaria para la época, a la que se destinaban constantemente recursos desde el ayuntamiento para su conservación y funcionamiento.


Las obras de la Torre, culminaron en 1562 como reza en la inscripción “soli deo honor et gloria. Acabose en 24 de octubre 1562 siendo rector desta iglesia frei Alonso Lara De Santiago y obrero Luis de Salazar alguacil maior de Martos” que se encuentra en la última planta, pero empecemos por el principio a describir la torre:



El acceso, se encuentra por la Calle Córdoba independiente de la iglesia. Al llegar a una primera estancia de gran altura, donde dan las cristaleras de la iglesia, podemos ver sobre nuestras cabezas, las pesas que hacen funcionar el reloj.



Tras ascender por unas escaleras de piedra, llegamos a la habitación de la maquinaria del reloj, junto a la esfera del mismo, que es una joya de la ingeniería del Renacimiento.



Desde aquí, comenzamos a ascender unas escaleras de caracol de piedra iluminadas con saeteras que dejan entrar la luz natural.



Las escaleras cambian a la madera, que tras tantos siglos se encuentran muy desgastadas y que generan mucha congoja el circular por ellas y sin duda deben reformarse.


 

Al seguir ascendiendo llegamos al cuerpo principal de campanas de planta cuadrada, que ya comienza a ofrecer unas increíbles vistas junto a las campanas, cada una de ellas bautizada y con parte de su historia escrita en las campanas mismas.


Si seguimos ascendiendo nos encontramos en el cuerpo superior de forma circular donde se encuentra una enorme campana que debió colocarse en este lugar antes de que terminase la construcción del campanario, debido a su enorme tamaño.


Los Arcos que guardan dicha campana se encuentran plagados de “grafitis” en la piedra cuyo origen es un misterio.
 

Podrían ser muy antiguos, de los años en los que en la plaza se realizaban corridas de toros y la gente subía al campanario y al tejado de la iglesia produciendo no pocos destrozos en los mismos por las fiestas.


O tal vez podrían ser las firmas de los soldados que durante la Guerra civil española estuvieron en el campanario, el cual se utilizaba como altavoz de defensa contra aeronaves. O de campaneros que vivían y conservaban el campanario.


Paseando por esta última planta, podemos encontrar la inscripción fundacional del campanario ya citada anteriormente, al tiempo que podemos disfrutar de la rica decoración que guarda este último cuerpo de campanas donde abundan las gárgolas, las hojas de acanto, las cornisas decoradas y molduras, junto a sus bellas columnas.


Y desde aquí, podremos disfrutar también de las hermosas vistas que nos ofrece, tanto de toda la Plaza de la Constitución, como de buena parte de la Ciudad de la Peña, junto a la Peña misma, dominados dichos paisajes por las abundantes cruces de la Orden de Calatrava que llenan el campanario y que nos cuentan una vez más, que estamos en una de las grandes capitales calatravas de España.


 ¡Esperemos que muy pronto, todos podamos disfrutar de este bellísimo lugar!