martes, 13 de junio de 2017

¿El Oratorio Rupestre de Fuensanta? Un tesoro en la Sierra Sur de Jaén.

Saludo amigas y amigos!

Ahora que se va acercando el verano y muchos ya sueñan con las vacaciones, os voy a mostrar un lugar muy especial escondido en la sierra sur de Jaén.

Al contrario que la mayoría de las ocasiones en mi blog, hoy no voy a enseñaros la ubicación del lugar, puesto que además de ser un gran desconocido del que por cierto, ni don sabelotodo Internet tiene datos, es un lugar desprotegido y amenazado sobre todo por la ignorancia (que en muchas ocasiones ha destruido grandiosos yacimientos históricos y arqueológicos).

Por esta misma razón, por qué no quiero ver convertido este lugar en la cueva de los soles de Otiñar cuyas pinturas rupestres han sido destruidas al intentar arrancarlas, ni ver este yacimiento arqueológico cubierto con graffitis modernos por algún lumbrera, no voy a dar la ubicación.

Pero tampoco quiero guardarme la existencia de este lugar para mí solo, porque lo que no sabemos qué existe no lo podemos valorar ni proteger.


Sirva pues este pequeño artículo, como una llamada de atención para las/los Fuensanteños/as sobre todo, (y para los amantes y defensores de la Sierra Sur de Jaén y del patrimonio histórico también) para que tomen consciencia de lo que tienen en su pueblo y que deberían preservar pues es algo único prácticamente en la provincia.


A kilómetros de la hermosa pedanía fuensanteña de Las Veletas, perdido entre los cerros y sierras donde olivares y bosques conviven, entre cortijadas algunas habitadas y otras olvidadas, encontramos un territorio que hace siglos, formó parte de la antigua Tucci y de la Sede Episcopal Visigoda tuccitana, una sede por cierto de las pioneras de España en la llegada del cristianismo y su propagación, que ya en época romana (año 290) en los albores del cristianismo en Hispania, ya tenía sus propios obispos que llegaron a asistir a los importantes Concilios de Toledo y Sevilla, entre el año 578 al 693, convocados y presididos por los  Reyes Visigodos.

 


En aquellos tiempos, comenzó a extenderse la costumbre del eremitismo o de los ermitaños, que eran personas que elegían profesar una vida solitaria, sin contacto permanente con la sociedad, viviendo una vida cuya finalidad era alcanzar una relación con Dios perfecta, basada en la penitencia, el alejamiento de la sociedad, el silencio, la oración y el trabajo.


Y fueron varios los eremitorios y oratorios que surgieron en la provincia, de los cuales algunos por fortuna han llegado conservados hasta nuestros días.



El de Valdecanales en Rus y el de Giribaile en Vilches nos hablan de comunidades de monjes que vivían apartados del mundo en cuevas, donde con el paso de los siglos, construyeron auténticos templos bajo tierra, lugares santos casi iniciáticos.

Oratorio de Valdecanales en Rus
Oratorio de Giribaile
El lugar que hoy os muestro es diferente. Muy probablemente en este lugar no vivía una comunidad, sino solo en ermitaño, cuya fe en Dios quedó reflejada en las piedras que le sirvieron de hogar.

 

Ese hogar se encuentra en un Peñón de piedra roja que se alza en mitad del campo, con paredes casi verticales y rodeado de varios riachuelos que seguro abastecieron de agua al ermitaño. El Peñón guarda varios abrigos, hoy convertidos en corrales para el ganado.

 



Los abrigos se encuentran decorados con varios grabados que consultado con arqueólogos, se estima que podrían ser pre romanos o visigodos.



Una especie de Indalo comparte espacio con una cuidada representación de las tres Cruces presentes en la crucifixión de Cristo.



Como si de una capilla católica primitiva se tratara. Un lugar apartado de todo e ignorado por todos que bien merece un estudio que aporte más información sobre lo que aquí se esconde desde hace siglos.


Por hoy, aquí queda mi visita. Todo aquella y aquel que esté interesado el descubrir este mágico lugar, no tiene más que decirlo y con gusto yo mismo se lo enseñaré.