domingo, 30 de septiembre de 2018

El Balneario de Marmolejo. La Renacida Fuente de la Salud

Saludos, amigas y amigos.
 
A día de hoy, puedo contar con orgullo el haber conocido, 90 de los 97 municipios de la provincia de Jaén. Mirando atrás en el tiempo, ahora puedo recordar que este viaje por la provincia, comenzó en la frontera entre Jaén y Córdoba, y es que uno de los primeros viajes que hice por la provincia fue a la localidad de Marmolejo.


El objetivo que me llevó hasta esta localidad, fue el hecho de conocer el archifamoso Balneario de Marmolejo, pero cuando me encontré a las puertas de este lugar, me topé con que hacía poco tiempo que había sido arrasado por una riada del río Guadalquivir y que se encontraba clausurado.

 

Después de mucho tiempo, esta joya olvidada y en los últimos años maltratada, comenzó un lento pero constante proceso de recuperación y restauración que concluyó el pasado mes de julio con la reapertura de este lugar que ya hoy mismo, se ha convertido en todo un reclamo que atrae a infinidad de visitantes hasta el municipio.


Para visitar este lugar, debemos dirigirnos a las afueras del municipio. Cerca de la orilla del Guadalquivir, hoy renacido como el vergel que fue, encontramos este establecimiento de aguas minero-medicinales. Tras cruzar los jardines donde crecen multitud de especies vegetales y que forma todo un jardín botánico entre el olivar que lo rodea, el lugar que se encuentra dotado de amplios aparcamientos, suele estar muy concurrido por los y las marmolejeños/as que suelen acudir desde primeras horas de la mañana, casi como un rito matutino para disfrutar del lugar.


Nada más llegar, visitamos la Antigua Casa del Médico, hoy transformada en Museo del Balneario.

 
 
En ella, podemos empaparnos de la historia de este lugar. Un lugar conocido desde tiempos del Imperio Romano del que han surgido varios restos arqueológicos de infraestructuras hidráulicas, cuyas primeras referencias escritas datan del 1701, donde las aguas ya eran sobradamente conocidas por sus beneficios para la salud y cuando comenzaron a recibir la atención y la fama de no pocos médicos reconocidos a nivel nacional.

Durante el siglo XIX, las aguas de Marmolejo recibieron numerosos nombramientos, que aumentaban su notoriedad:

-Declaradas de Utilidad Pública
-Declaradas Oficialmente como Minero-Medicinales


Esta situación hizo que el número de visitantes superara las 2.000 personas, generando una tremenda riqueza que atrajo cantidad de capitales, permitiendo la construcción del primer hotel de la comarca (Hotel los Leones) y ampliando el Balneario; surgiendo los Manantiales de San Luis y de Buena Esperanza, que se sumaron al de la Fuente Agria.


Esta situación supuso una gran demanda de mano de obra; ya que estos negocios en constante expansión así lo precisaban y a ello se le sumaba el importante número de trabajadores del balneario, que se contaban entre limpiadores, carpinteros que fabricaban cajas de madera para transportar el agua, camioneros que la transportaban, jardineros, albañiles que cuidaban el mantenimiento del lugar, personal de administración y aguadoras que ofrecían la cantidad recomendable de agua para cada agüista.

 

Esto hizo que la localidad fuera conocida como el Vichy español y que sus habitantes gozaran de grandes posibilidades laborales.


Su fama continuó incrementándose al participar en múltiples exposiciones universales, que le dieron no solo una tremenda fama; sino que le proporcionaron gran cantidad de galardones:

-Exposición Universal de Barcelona de 1888
-Exposición Universal de Chicago en 1893
-Exposición Universal de París 1900
-Exposición Universal de Londres 1914

 

Además, un importante número de personalidades de la época pasaron por aquí, haciendo que toda la prensa nacional e incluso internacional, pusiera sus ojos en Marmolejo:

-El Gobierno de España del Partido Conservador, 1897
-El Sultán de Marruecos, 1914
-La Infanta Isabel de Borbón, 1915
-Santiago Ramón y Cajal, 1924
-Imperio Argentina, 1927
-Ortega y Gasset, 1930
-Charles Chaplin, 1932


Además, se rodaron varias películas en el lugar, haciendo que la economía del municipio creciera hasta el punto de tener su propio servicio de tranvía, 30 tabernas, 7 hoteles, 4 casinos, 3 cines, 1 teatro, 4 joyerías, junto a gran cantidad de negocios varios; haciendo que la población se duplicara alcanzando los 7.000 habitantes en los años treinta y recibiendo más de 5.000 visitantes.


Aunque la guerra civil provocó importantes destrozos en el lugar, al encontrarse muy cerca del frente y expensas de los ataques de la zona rebelde, en los años 50 fue recuperando su actividad, alcanzando en 1960 los 7.000 visitantes.


Tras esto, la actividad comenzó a decrecer y varias inundaciones del Guadalquivir aumentaron su decadencia. Aún así, la actividad continuó hasta 1997, cuando una espectacular crecida del río, vuelve a cerrar el balneario y tres años después la embotelladora de agua tras un incendio.


Después de la adquisición por parte del ayuntamiento del balneario, vuelve a abrir sus puertas en 2004; sufriendo de nuevo inundaciones que provocaron el cierre en 2009.

 

Tras años de abandono y de maltrato patrimonial, al estar expuesto a las ocurrencias del gobernante de turno que en 2012 supusieron el expolio y la demolición de parte del histórico balneario, en 2016 vuelven a reiniciarse las labores de recuperación; que en esta ocasión contarían con la bunquerización del edificio principal para hacer frente a las inundaciones del río.


Así finalmente, este balneario volvió a la vida, colocando de nuevo a la localidad donde le corresponde; siendo una de las más ricas en aguas de toda la provincia con multitud de manantiales famosos por todo su término. Perdidos han quedado, no obstante, otros usos de este lugar que se daban precisamente en esta antigua casa del médico, como la hidroterapia que permitía a los agüistas no solo tomar las aguas, ya que también podían disfrutar de varios tipos de baños.


Toda esta historia, podemos recorrerla en la Casa del Médico, mientras disfrutamos viendo imágenes en blanco y negro del próspero e histórico balneario, junto a multitud de documentos y recuerdos del mismo.
En una sala, podemos incluso acercarnos a conocer cara a cara a los grandes visitantes que a este lugar se acercaron.


Tras la visita, regresamos al exterior, a los jardines presididos por la Diosa Higea, deidad de la salud y la medicina.


Junto a ella, encontramos varios habitantes que han ido regresando a este lugar como los pavos reales, amén de otras especies que con el tiempo van readaptándose al entorno, con una Casa de Hábitat habilitada muy cerca.Tras esto, por fin nos toca dirigirnos hacia las fuentes de este balneario. A la sombra del Puente Renacentista de San Bartolomé, se encuentra el edificio principal concurrido por naturales del lugar y casi siempre de visitantes.


Nada más llegar, nos esperan los grifos de las fuentes, decorados con faunos que señalan las Fuentes Agria, Buena Esperanza y de San Luis.


La Fuente Agria, recomendable para las enfermedades del hígado, de las vías biliares y del aparato digestivo.


 

La Fuente de Buena Esperanza, para las enfermedades renales y la hipertensión.


Y la Fuente de San Luis, para anemias, diabetes y enfermedades de la piel.


Estos manantiales se encuentran en la zona baja del edificio; cada uno decorado ricamente con azulejos en un entorno plagado de antiguos carteles publicitarios.



Lo realmente sorprendente es descubrir en las imágenes que se muestran, que tanto las fuentes como buena parte del edificio del balneario, hasta hace bien poco se encontraban sepultados bajo 6 metros de lodo.



Resulta increíble poder pasear por este lugar donde se respira historia y recorrer los múltiples miradores y espacios que este lugar ofrece.


Fuera, junto al río, se encuentra muy cercana la Sierra Morena, con sus bosques y multitud de rutas, que serán protagonistas en próximas entregas.
Por ahora, lo único que me queda decir es: Si quieres llegar a viejo, bebe agua de Marmolejo.
¡Ya estáis tardando!

sábado, 15 de septiembre de 2018

Caminando por tus calles: El Origen de la Calle La Fuente

Saludos, amigas y amigos.

Una vez más, vamos a recorrer otra de las hermosas calles de nuestra ciudad, con el objetivo de descubrir su origen, sus curiosidades y el origen de su denominación, que como siempre guarda una historia que pasa desaparecida de tanto nombrarla.


 

Hoy vamos a conocer la Calle la Fuente.
Esta vía, es una de las más antiguas de la localidad y comunica La Plaza (porque en Martos tenemos muchas plazas, pero la Plaza de la Constitución es LA PLAZA) con la Plaza de la Fuente de la Villa.

Hasta hace unos años, esta calle era denominada oficialmente como Calle General Canis, en honor al marteño Emilio Canis Martínez, gran héroe militar que participó activamente en la defensa de los últimos retazos del Imperio Español. En 1895, viajó a Cuba donde luchó por la pacificación de la antigua Colonia Española, que durante sus últimos años llegó a ser provincia autónoma. Tras el desastre del 98, en el que España perdía Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam y las Islas Carolinas; el General Canis fue enviado al Protectorado Español de Marruecos, donde tuvo que luchar sin descanso contra los rifeños siendo herido en varias ocasiones, hasta la pacificación del territorio tras el desembarco de Alhucemas; donde tuvo una importante participación.

No obstante, los marteños desde siempre siguieron utilizando el coloquial nombre de Calle de la Fuente para citar esta calle.


Si la recorremos de forma descendente, antes de nada nos encontramos con El Rincón. Se trata de un pequeño callejón que permite acceder a varias casas escondidas en las traseras de La Plaza. Fue este lugar antaño famoso, por encontrarse en él una famosa posada, bautizada como la Posada del Rincón y que era conocida además por la escasa limpieza de la misma.

De ella surge la famosa coletilla marteña de “tiene más mierda que la Posada el Rincón”.

La Calle la Fuente hace siglos, tuvo una puerta de muralla desde la cual se salía del recinto amurallado a las afueras de la ciudad. Dicha puerta se encontraría en el punto en el que la calle se bifurca entre La Fuente y Puerta de Jaén.


La muralla continuaría paralela a la calle, manteniéndola constantemente vigilada y lo más probable es que dicha muralla siga intacta; aunque hoy se encuentre oculta tras las casas que se construyeron ante ella y que acabaron formando una simbiosis entre viviendas y murallas.


Conforme vamos descendiendo, llegamos al Antiguo Hospital de San Juan de Dios.

Un edificio de finales del siglo XVI, que fue fundamental en la vida de toda la Villa de Martos, de igual modo que hoy la medicina y la sanidad siguen siendo vitales en nuestra sociedad.


Este edificio, lleva en funcionamiento prácticamente cuatro siglos, aunque los usos del mismo han ido variando con el tiempo. Durante siglos, fue el hospital de la Orden de San Juan de Dios el que auxilió a todos los ciudadanos de Martos a lo largo de los avatares de la historia, entre epidemias, tumultos, revueltas y guerras. Además, fue lugar de reuniones clandestinas, tanto de grupos políticos perseguidos (republicanos) como lugar de tenidas secretas de las Logias Masónicas que existieron en la ciudad, como los Hijos de Hiram.

 

Tras la guerra civil española (la última), cuando el tiempo ya lo había deteriorado y dejado totalmente anticuado; fue convirtiéndose en un taller de costura hasta que finalmente quedó abandonado en los años setenta del pasado siglo.


Unas cuantas décadas más tarde, ya estaba en situación de ruina con varias estructuras empezando por el techo derrumbadas.


A principios de la década de los noventa, comenzó un largo proceso de restauración que culminó años más tarde, devolviendo a la vida este austero edificio presidido por una portada de pilastras, coronada por el escudo de San Juan de Dios y en cuyo interior se esconde un hermoso claustro de galerías.


Adherida al hospital, la antigua Iglesia de San Juan de Dios, que corrió igual suerte que el hospital. Del siglo XVII, hoy se encuentra restaurada y convertida en sala cultural, sobreviviendo mucha de la decoración que originariamente tenía.


La imagen principal de San Juan de Dios, junto a varios retablos, fueron trasladados a la Real Parroquia de Santa Marta y la parroquia de San Juan de Dios, resurgió en la zona nueva de Martos. Frente a él, hoy completamente anónimo, encontramos un gran edificio de vecinos, que antaño, fue casino para las grandes personalidades marteñas, donde existía tanto una sala de juegos, como una biblioteca y donde se realizaban actuaciones culturales.


Le sigue el antiguo edificio de los “parvulitos” donde más de uno, comenzamos nuestra educación primaria y que hoy es un edificio municipal. 


Si seguimos descendiendo, podemos encontrar varios palacetes decimonónicos de gran porte; algunos de ellos lamentablemente abandonados, ya que hoy día, aunque seas dueño de un palacio, la moda es vivir en una caja de zapatos, en un insulso bloque de pisos.


Finalmente, casi al final de la calle se encuentra la casa donde nació Manuel Chamorro Martínez, militar africanista que siendo Capitán del Estado Mayor del Ejército de la República, formó parte de la conspiración y posterior rebelión que el 18 de Julio de 1936, dio paso al fracasado golpe de estado que desencadenó la guerra civil española. Como Jefe del Estado mayor de las sanguinarias Columnas de África, participó en el asalto y la ocupación de Badajoz, al tiempo que participó en varias acciones durante la guerra. Fue el artífice de la ejecución y asesinato público y por garrote vil, del último alcalde democrático de Martos, hasta la restauración de la democracia.


Frente a esta vivienda, el olvidado Callejón del Espino; la única calle de Martos hoy día despoblada, ejemplo de una antigua vía de servicio que utilizaban los criados de las casonas y palacetes de esta calle para acceder a las casas por las puertas de atrás.



Al finalizar la calle, llegamos a la Iglesia de San Amador; santo patrón de la ciudad, primer santo de la diócesis de Jaén, e Ilustre Hijo de Martos.


Su templo del siglo XVI-XVII guarda no pocas singularidades de las que ya tendré ocasión de hablar largo y tendido.

No obstante, la más curiosa de todas, es la referencia histórica a que esta iglesia se levantó en el lugar donde durante siglos, existió una Torre de Vigilancia medieval, que se alzaría cuando la población marteña fue creciendo durante el medievo y se vio necesitada de una generosa fuente de agua, que fue hallada aquí, en la FUENTE DE LA VILLA.


Puesto que el lugar, quedaba apartado y alejado de las murallas y la importancia de esta fuente fue fundamental para la vida en la ciudad, se alzó esta torre; que parece ser que fue bautizada como Torre de la Coracha y que vigilaría y protegería el lugar de posibles celadas y asaltos.

Parece que finalmente tras la finalización de la Reconquista, esta torre se desmontó y su solar, junto a los materiales que la componían, fueron reutilizados en la iglesia.

Y así llegamos al último punto: el origen de la Calle La Fuente.

Y es que esta histórica calle, era la vía principal para bajar “a la fuente”; una calle que como hemos visto, o estaba custodiada constantemente por las cercanas murallas anteriormente citadas, o finalmente fue utilizada como paso franco amurallado, que llevaba a La Fuente, lugar como ya hemos dicho de importancia capital en épocas pasadas.


Hoy, tantos siglos después y sin que la arqueología pueda actuar al estar toda la zona poblada, es difícil dilucidar esta duda histórica de esta hermosa calle; que guarda aún infinidad de secretos e historias.