Saludos, amigas y amigos.
Después de mucho tiempo dándole vueltas a cómo meterle mano a esta entrada, por fin la tengo aquí. Ha
sido mucho tiempo de preparación y no ha sido fácil enfrentarme al gran
reto que es mostraros la Ruta de los Castillos y las Batallas al
completo. Porque
claro, lo fácil hubiera sido escribir aquí una entrada plagada de
topicazos como hacen todos, puesto que solo hay que entrar en internet y
buscar ejemplos de bloggers, algunos muy famosos y de afamados
influencers y comprobar cómo para el 95% de los que escriben o han
escrito sobre esta ruta, solo existen 4 o 5 castillos de los que se
puede hablar.
La
gran mayoría de gente que se interesa por la Ruta de los Castillos (y
lo triste, es que encima más de uno lo hace subvencionado por alguna
entidad o diputación) pasa de puntillas, resumiendo al máximo y
quedándose con un puñado de lugares. En definitiva, la gran mayoría de
gente que habla y “promociona” la ruta de los Castillos...no conoce la
ruta.
Pues
bien, ante esta lamentable situación, toca tirarse a la carretera y
descubrir la Ruta de los Castillos y las Batallas al completo, desde las
tierras de La Mancha Manchega a los pies de la Alhambra, cruzando todo
Jaén.
¿O acaso este itinerario cultural e histórico merece menos?
¿Acaso uno hace el Camino De Santiago saltándose las tres partes del camino?
Vamos
a viajar por nuestra tierra y su historia y vamos a promocionarla y
darla a conocer como se merece. ¡Y sin cobrar ni un euro, oiga!
En el Principio...la Batalla de Alarcos;
El comienzo de nuestra ruta, se encuentra muy cerca de Ciudad Real, donde el 19 de Julio de 1195 se produjo la batalla de Alarcos librada
junto al castillo de Alarcos en la que se enfrentaron las huestes
cristianas de Alfonso VIII contra los almohades de Yusuf II, que
asestaron un duro golpe a los cristianos, tambaleando toda Castilla y
frenando la Reconquista, que no solo fue frenada; numerosas poblaciones
volvieron a manos musulmanas y el camino hacia Toledo quedó despejado.
Sin
embargo, esta victoria fue pasajera y solo 17 años después, comenzó una
nueva ofensiva cristiana que cambiaría el mapa de toda la península
para siempre.
El Castillo de Alarcos o Calatrava la Vieja:
Cercano
a la Villa de Poblete y a tiro de piedra de Ciudad Real, prácticamente a
la orilla del Guadiana, se levanta la antigua ciudad de Calatrava.
Situada
en un enclave potencialmente estratégico al estar en lo alto de un
cerro que vigilaba los caminos desde Córdoba a Toledo, bordeada por un
arroyo y por las lagunas que forma el Guadiana (que actualmente forman
el muy próximo Parque Nacional de las Tablas de Daimiel) que
dificultaban cualquier asalto, esta fortificación comenzó a levantarse
poco tiempo después de la invasión musulmana.
Convertida
en una fundamental ciudadela islámica, azote de los reinos cristianos
durante años, en 1147 fue conquistada por Alfonso VII que encomendó su
defensa a los Caballeros de la Orden del Temple. Cuando estos decidieron
abandonar su defensa, Raimundo de Fitero fundó aquí la Orden de
Calatrava y convirtió el castillo en sede de la Orden. Tras la Batalla
de Alarcos, el castillo volvió a manos musulmanas hasta 1212, cuando la
ofensiva que desembocó en la Batalla de las Navas, lo reconquistó
finalmente.
El castillo actualmente es un
inmenso yacimiento arqueológico, donde van surgiendo desde restos de
época íbera a islámicos, de gran importancia. El castillo contaba con
infinidad de torreones que se acercan al medio centenar, junto a un foso
y un sistema revolucionario para la época, que abastecía de agua al
recinto. Las torres proporcionaban una férrea defensa, que protegieron
la medina, los arrabales y el alcázar hasta 1219 cuando los calatravos
abandonaron el castillo, azotados por las enfermedades provocadas por
los insectos de los cercanos humedales y pantanos, trasladando su sede
al llamado Castillo de las Dueñas, rebautizado como Calatrava la Nueva y
condenado a un progresivo abandono del lugar.
El Castillo-Convento de Calatrava la Nueva:
Enclavado
en la cima de un cerro rocoso que acaricia los mil metros de altura,
situado sobre los restos de un antiguo campo de lava, se alza majestuoso
este sagrado e imponente lugar en el término de Aldea del Rey.
Para
acceder a él, debemos ascender un largo y tortuoso camino, construido
para el
Emperador Carlos I de España y V de Alemania, que recorre todo
el cerro que se encuentra tupido de vegetación mediterránea. Enfrentado
directamente con el cercano
Castillo de Salvatierra que durante años
estuvo en manos musulmanas, este importantísimo fortín se erigió como
sede de la
Orden de Calatrava a principios del siglo XIII y así continuó
hasta el siglo XIX.
En su interior, protegido
por sólidas murallas, se encontraba una población amurallada, una
iglesia, un convento, una fortaleza militar, una hospedería,
caballerizas, tahonas, lagares y un extenso etcétera, puesto que solo
quienes hemos visitado este castillo conocemos las colosales dimensiones
del mismo.
Junto a la fortaleza, donde se
conservan las estancias de los freires y maestres calatravos, se pueden
divisar las lejanas formas de
Sierra Morena y Despeñaperros cuyos
caminos vigilaban el castillo, y podemos encontrar el cementerio de los
monjes.
A su lado, se levanta el convento presidido por el
gran rosetón de roca volcánica, que corona esta gigantesca
fortificación, tan tremenda, que es casi imposible de resumir aquí.
El Castillo de Salvatierra:
A
escasos kilómetros de Calatrava La Nueva, en un cerro cercano de
dimensiones mucho más pequeñas, se levanta este castillo musulmán
construido en buena parte con roca volcánica, sobre los cimientos de un
poblado romano, en el término de Calzada de Calatrava.
Fue
vigía durante los siglos de las fronteras entre los reinos cristianos y
musulmanes, aunque en la actualidad, son muchos los interrogantes que
esconde al no haberse podido realizar una excavación arqueológica en él y
encontrarse en ruinas.
Tras la Batalla de
Alarcos y el repliegue de los cristianos en estos territorios, la
conquista de este castillo fue sonada y se le atribuyen tintes
legendarios. La Orden de Calatrava que tras la Batalla de Alarcos se
encontraba al borde de la extinción, se lanzó a finales del siglo XII a
la conquista de este castillo con menos de un millar de hombres entre
calatravos y soldados. Tras la afortunada conquista, se hicieron
fuertes, aún estando rodeados por territorio musulmán, convirtiendo la
hazaña en un referente para el cristianismo, levantando un campanario en
la Torre del Homenaje, frente a los ejércitos musulmanes que los
asediaban. Un asedio que terminó con buena parte de los calatravos y
soldados muertos, haciendo que el castillo volviera a manos musulmanas
por muy poco tiempo, puesto que con la Batalla de las Navas, volvió
definitivamente a manos cristianas.
En la
actualidad, Salvatierra se encuentra en ruinas y parcialmente enterrado,
aunque la majestuosidad de lugar puede apreciarse con solo acercarse al
mismo.
La Torre del Homenaje que aún se alza,
se encuentra protegida por sólidas murallas de piedra rojiza volcánica.
El castillo, que se adapta a la orografía del cerro, sigue conservando
numerosas cámaras, recintos abovedados, aljibes y puertas de gran vía
amaño; aunque la mayoría se encuentran parcialmente enterradas, lo que
no quita que llamen poderosamente la atención puesto que son más los
espacios que se encuentran bajo el suelo, que sobre el mismo. En los
alrededores, también pueden intuirse los restos del antiguo poblado que
rodeaba el lugar. Sin duda, nos encontramos con un lugar con unas
posibilidades tremendas, que sin duda guarda multitud de secretos.
El Castillo de Castro Ferral:
Las
ruinas de este castillo se encuentran enclavadas en pleno
Despeñaperros, en los bosques cercanos al Puerto del Muradal que hasta
la apertura del Paso de Despeñaperros conectaba la Mancha con Andalucía,
en pleno término municipal de Santa Elena.
Cuando
en 1212 el Papa Inocencio III llamó a la Cruzada contra el infiel,
llamando a los reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón,
Sancho VII de Navarra, junto a soldados franceses, portugueses y las
Órdenes Militares de Santiago, Alcántara y Calatrava, esta coalición de
ejércitos avanzó desde la Meseta Castellana conquistando múltiples
fuertes del llamado Campo de Calatrava y llegando a este castillo vigía
islámico que había sido abandonado ante el avance.
Por
aquí se prepararon los ejércitos cristianos para enfrentarse al
ejército musulmán que les esperaba en las inmediaciones de la actual
localidad de
Santa Elena y aquí apareció
Martín Alhaja, pastor mozárabe
que conocía la zona y mostró a los ejércitos el paso hacia el
Puerto del
Rey, desde donde pudieron los cristianos enfrentarse en buena posición a
los musulmanes. Tras el triunfo cristiano en las
Navas, el castillo
quedó abandonado y a finales del siglo XX, quedó en parte destruido al
realizarse un cortafuegos, enterrando parte del castillo, aljibe y
varias estructuras, dejando apenas los restos de la actual torre en pie.
Cuando todo cambió: La Batalla de las Navas de Tolosa:
En
el verano de 1212, (que es cuando se realizaban las maniobras militares
en el medievo, pues en otoño, invierno y primavera lo fundamental eran
los cultivos y las cosechas, fueran cristianos o musulmanes) dos
inmensos ejércitos se prepararon para una gran batalla. Buena seña de
ello, podemos encontrar en el
Museo de la Batalla de las Navas, en las
afueras de
Santa Elena. En él podremos acercarnos con todo lujo de
detalles, a esta histórica gesta:
Por un lado,
los ejércitos del califa almohade Muhammad an-Nasir, llamado Miramamolin
con un ejército que se estimaba entre 120.000 y 150.000 hombres formado
por soldados de Al-Ándalus, bereberes del norte de África y tropas de
élite africanas que cerraban el paso a unos 75.000-90.000 soldados
formados por la alianza de Alfonso VIII de
Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra, las Órdenes
Militares del Temple, Calatrava, Santiago, Alcántara junto
a soldados franceses, portugueses, cuyo objetivo era resarcirse de la
Batalla de Alarcos y desestabilizar a todo el territorio almohade de
Al-Ándalus, (aunque las cifras de soldados después de 800 años, es
normal que bailen de un estudio a otro).
Tras
burlar el cerco que los árabes habían creado y llegar por el Puerto del
Rey, los cristianos se abrieron en tres líneas con nuevas estrategias
gestadas tras la toma de Alarcos meses antes. Los cristianos debieron de
cargar cuesta arriba, enfrentándose a un enemigo que les superaba en
número, sufriendo tremendas bajas que a punto estuvieron de hacerles
sucumbir a los cristianos.
Pero
la batalla acabó con un gran triunfo cuando Alfonso VIII, inició la que
fue conocida como la Carga de los Tres Reyes, que destrozó las
compactas líneas almohades y abrió el camino hacia la tienda de
Miramamolin que aunque fuertemente defendida por suicidas encadenados
entre ellos, acabó sucumbiendo provocando la desbandada de los moros.
Esta
victoria supuso un empuje definitivo para Castilla sobre todo y el
declive de los musulmanes, que al poco entregaron villas claves como
Andújar y Martos, abriéndose el camino para la conquista de Jaén y
Córdoba, al tiempo que Baeza quedaba bajo protección y al servicio de
Castilla.
Castillo de las Navas de Tolosa:
Francamente,
incluyo este castillo en este artículo por pura obligación al estar
incluido en la ruta, pero es el único de todo el itinerario que no he
podido visitar y no será por las más de diez ocasiones que lo he
intentado. Sin embargo, este castillo, incluido en la Ruta de los
Castillos y las Batallas, declarado Bien de Interés Cultural, se
encuentra en una finca privada, abocado al olvido y el abandono; solo se
abre al público para algún que otro ocasional autobús de turistas, y si
un historiador o alguien interesado en darlo a conocer dice de
visitarlo, pasan de una forma vergonzosa de él. Y lo digo, después de
varias semanas constantes de llamar, mandar e-mails, y de visitar el
negocio propietario en cuestión, en la que solo conseguí malas caras y
largas. El hecho de que en internet y redes sociales, apenas si existan
fotos del mismo, lo confirma.
Este castillo, en el término de La Carolina, se estima que es del siglo X y tuvo un papel principal en la Batalla de las Navas. En la actualidad, se conservan las ruinas de una Torre del Homenaje y restos de muralla. Lamentable que lugares con tanta historia se encuentren cerrados al público.
El Castillo de Vilches o del Cerro de la Virgen:
Coronando
el municipio de Vilches, en el llamado Cerro de la Virgen que domina
todo el casco urbano de la localidad y que conecta visualmente con el
Castillo de Giribaile, buena parte de Sierra Morena, los valles de los
ríos Guarrizas y Guadalquivir junto a las estribaciones de
Despeñaperros, se alzan los restos de un antiguo castillo.
El
semidesaparecido castillo, se asienta sobre un antiguo oppidum
íberorromano, que se alzó como un fuerte en época árabe para dar
cobertura y protección a las numerosas alquerías rurales de la zona.
Conquistado pocos días después de la Batalla de las Navas, fue
fortificado para controlar los pasos de Sierra Morena y para hacer
frente al vecino y enemigo Castillo de Giribaile.
Con el
Pacto de las Navas y la entrega a los cristianos de Andújar y Martos, la
frontera se desplazó muchos kilómetros hacia el sur, perdiendo parte de
la importancia este castillo que con el tiempo fue arruinándose hasta
que en el siglo XVIII fue en gran parte demolido y con sus materiales se
levantó el Santuario de la Virgen del Castillo donde se guardan
reliquias de la Batalla de las Navas.
Del
castillo, perviven algunos paños de muralla, torreones, alguna puerta y
sigue siendo una atalaya magnífica para disfrutar de las vistas de todo
el pueblo y muchos kilómetros a la redonda.
Castillo de Giribaile:
En
el término municipal de Vilches, a unos kilómetros de la localidad,
controlando la vega del Guadalimar y el pantano del Giribaile, se alzan
los restos de este castillo.
Construido sobre
un cerro rocoso en el que se encuentran los restos arqueológicos de un
gran oppidum oretano, conectado después por la vía Heraclea con Cástulo
en tiempos de los romanos, continuó existiendo con los visigodos que
descubrieron en los farallones que defienden el lugar, un santuario
ancestral del que quedan muchísimas cueva.
Con
la invasión musulmana, se alzó un castillo refugio que fue reforzándose
con los almohades y que sucumbió pocos años después de la Batalla de
las Navas, convirtiéndose en guarda y custodia de Sierra Morena, hasta
que las fronteras fueron retirándose hacia el sur y quedando
progresivamente abandonado.
Actualmente
en la zona se vienen realizando excavaciones arqueológicas que van
descubriendo la gran ciudad íberorromana que se esconde bajo el suelo y
que se unen al complejo de cuevas que aún conservan parte de su gran
recorrido. El castillo se encuentra en ruinas y sobreviven algunas
torres de tapial de época islámica, junto a algunas murallas, aljibes y
fosos, en los que abundan los materiales de diversas épocas, al estar el
castillo superpuesto por los diferentes pueblos que por él pasaron.
El desaparecido Castillo de Linares:
En
el corazón histórico de Linares, escondido entre edificios que tapan
casi por completo su visión, se levantan los escasos restos del Castillo
de Linares.
Un castillo que fue guarda
de una encrucijada de caminos durante siglos y que acabó en manos
cristianas de forma definitiva en 1227 vinculado a Baeza desde entonces.
Tras participar de forma activa en las guerras civiles de Castilla en
los años finales del siglo XV y ser hospedería de célebres personajes
como los Reyes Católicos, el castillo fue arrasado por el “modernismo”
que trajo la Revolución Industrial a esta ciudad, convirtiéndola en una
potencia minera mundial.
Del castillo apenas quedan unos antiguos dibujos que muestran un fuerte rectangular, con torreones circulares en las esquinas.
El Castillo de Santa Eufemia en Cástulo:
Linares
es una de las dos ciudades de toda la ruta, que tiene tres castillos
incluidos en la misma. El segundo castillo se encuentra en el parque
arqueológico de Cástulo, rodeado de una rica ciudad íberorromana que va
resurgiendo poco a poco de sus cenizas.
Se
cree que tras la invasión árabe, Cástulo estaba prácticamente
abandonada y su estratégica situación hizo que la ciudad volviera a
poblarse en el medievo, construyéndose nuevas defensas como este
castillo para frenar el avance cristiano.
Construido
en uno de los extremos de la ciudad, defendido por las empinadas
laderas que se encuentran muy cerca, este castillo hoy en ruinas contó
con una Torre del Homenaje de varias plantas incluido un aljibe y varias
torres amuralladas de las que hoy solo quedan parte, incluidas en el
gran complejo arqueológico de Cástulo.
El Castillo de Tobaruela:
A unos kilómetros de Linares en dirección a Jabalquinto, se encuentra este castillo en manos privadas.
En
manos siempre de la nobleza y el marquesado, el castillo actual, es un
castillo señorial del siglo XV con una magnífica portada adornada con
los escudos de Carvajal, Guzmán, Portugal y Cueva.
El
castillo, construido al parecer sobre un antiguo fuerte musulmán,
guarda algunos restos y lápidas en sus esquinas, aunque en la actualidad
se encuentra muy transformado por el cortijo actual que existe en su
interior.
El Castillo de Burgalimar:
Presidiendo
Baños de la Encina, surge este inmenso castillo conformado por altas
murallas y 14 torres, más la altanera Torre del Homenaje.
Se
dice que el autor de una de las mayores ampliaciones de la Mezquita de
Córdoba, el califa Alhaken II, mandó construir este castillo junto a la
orilla del Río Rumblar y de todo su valle, para construir a lo largo de
toda Sierra Morena, acuartelamientos para tropas en los últimos años del
siglo X. Tras múltiples intentos de conquista y reconquista por
cristianos y musulmanes durante los siglos XII-XIII, tras la debacle
musulmana en la Batalla de las Navas, el futuro del castillo quedó
escrito pasando definitivamente a manos cristianas en 1225.
La historia y la leyenda de este castillo es extensísima. Se dice que por él pasaron muchísimos reyes, desde Alfonso
VII, Alfonso VIII, Alfonso IX, Fernando el Católico, Pedro II, Sancho
VII, e incluso que Fernando III llegó a nacer en él. También se asegura
que durante la Guerra de la Independencia, los franceses quedaron
prendados del lugar tratando de destruirlo en su retirada y cómo no, que
es el segundo Castillo más Antiguo de Europa.
Adentrarse
en él, es sorprenderse con un inmenso recinto amurallado, cuyas almenas
ofrecen una privilegiada vista de todo Baños y de todos los hermosos
alrededores, bañados por el actual Pantano del Rumblar.
Un entorno, una historia y un castillo, que merecidamente fueron declarados Monumento Nacional en la Segunda República Española.
Batalla de Bailén:
Llegando
a la localidad de Bailén, encontramos en su centro histórico, el Museo
de la Batalla de Bailén. Allí podemos adentrarnos en la histórica
batalla que en el verano de 1808, enfrentó a los españoles y a los
invasores franceses en las afueras de la ciudad.
Podremos
conocer cómo el General Castaños durante días estuvo jugando al gato y
el ratón con el General Reding, hasta presentar batalla con unos 22.000
franceses frente a 30.000 españoles.
En el
enfrentamiento que duró varias horas, los soldados franceses y españoles
se batieron junto a la fusilería, caballeros y la artillería. Tras
horas de lucha, muertes, repliegues y contraataques, los franceses
empezaron a sufrir un severo desgaste, acrecentado por el apoyo de las
gentes de Bailén a los soldados españoles y a los rigores veraniegos.
Finalmente
los franceses totalmente agotados, con la esperanza frustrada de
recibir refuerzos y con miles de muertos entre sus filas, decidieron
rendirse en la primera derrota de los ejércitos napoleónicos en Europa.
Junto
al museo, todos los años la ciudad de Bailén recuerda esta gran gesta,
en una vistosa exhibición de uniformes, recreaciones y ambiente festivo,
que llena las calles.
El desaparecido Castillo de Andújar:
A
los pies de Sierra Morena, poblado desde hace milenios, surge la ciudad
de Andújar a orillas del Guadalquivir. Sobre un antiguo poblado romano,
desde el siglo VIII comenzó a levantarse la ciudad islámica de Anduyar.
Con
una fortísima muralla de casi dos kilómetros de recorrido, con medio
centenar de torres y varias puertas, fueron reforzadas con el alcázar,
varios fosos y antemuros.
En tiempos de Abderramán
III, la ciudad se convirtió en un potente acuartelamiento militar,
haciendo que su riqueza y prosperidad aumentaran y haciendo que las
huestes cristianas trataran de conquistarla ya en el siglo XII. No fue
hasta 1219, cuando tras la Batalla de las Navas, se alcanzase el Pacto
de las Navas, con el que se entregó la ciudad, avanzando posiciones los
cristianos y controlando el paso del Guadalquivir, amenazando Córdoba.
Terminada
la Reconquista, la ciudad comenzó a expandirse y las murallas quedaron
olvidadas, deteriorándose y poco a poco desapareciendo, derrumbadas por
el empuje urbano, por la invasión francesa o por mandato real, como
ocurrió con la visita de Isabel II cuando muchas murallas y puertas
fueron derruidas.
El
castillo, tras la Desamortización de Mendizábal, quedó en manos
privadas, reutilizándose en varios usos hasta quedar destruido en el
siglo XX, quedando en la actualidad algunos paños de murallas, como
muestra de aquel pasado glorioso.
El Castillo de Macías el Enamorado en Arjonilla:
A
medio camino entre Andújar y Arjona, controlando el camino hacia
Porcuna, se encuentra Arjonilla. En él se cree que murió un famoso
trovador, encerrado por los celos de un señor sobre su esposa.
Levantado
sobre el solar de un antiguo recinto islámico, cuyos restos resurgieron
a finales del siglo XX en una excavación arqueológica, tras la
Reconquista fue entregado a la Orden de Calatrava quien lo fortificó y
pobló, dotándolo de una torre donde se supone que estuvo preso el
Trovador Macías y de una capilla en donde reposaron los restos del mismo
durante siglos.
Actualmente,
del castillo perviven los restos de varias murallas y de algunas torres
y de todo el recinto amurallado integrado en el caserío, rodeado de
hermosos monumentos de la localidad como la Iglesia de la Encarnación o
el Refugio Antiaéreo que conecta la ciudad por el subsuelo.
El Castillo de Arjona:
En
mitad de la campiña olivarera, coronando un cerro que hoy ocupa toda la
población, encontramos los restos del que fuera uno de los castillos
más fuertemente defendidos de la provincia.
Levantado
sobre una antigua ciudad fortificada íberorromana,
Arjona alcanzó su
máximo esplendor cuando a finales del siglo XII nace en el pueblo un
personaje llamado
Muhammad ibn Nasr, conocido como el
rey Alhamar. Este
gran señor famoso por sus hazañas militares en un tiempo en que
Al-Ándalus se tambaleaba y fragmentaba en
Taifas, tras la
Batalla de las
Navas, se proclamó
Sultán de Arjona, poniendo la primera piedra del
reino
Nazarí de Granada, cuyo poder fue fraguándose a expensas del
avance cristiano, que le permitió apropiarse de
Málaga, Almería y
Granada.
Tal hecho hizo crecer la ciudad querida de
Alhamar,
construyéndose en ella fuertes murallas y todo un complejo defensivo que
fue modificándose en el siglo XVI, tras el hallazgo de un antiguo
cementerio, identificado en aquel tiempo como un camposanto de
cristianos perseguidos por
Diocleciano, de donde surgieron los restos de
San Bonoso y Maximiano, santos patrones de la villa.
Actualmente,
buena parte del castillo se encuentra derruido. Sobreviven varios paños
de muralla junto al paseo de los mártires, junto a algunas torres
escondidas en patios y viviendas particulares. Sobresale el aljibe,
posiblemente almohade, musealizado, en el que se cuentan las
particularidades del pueblo y su historia.
El Castillo de Lopera:
El
Castillo de Lopera y su encomienda aseguraron la Marca Calatrava de
Martos en su salida hacia el Guadalquivir durante siglos y hoy siguen
guardando la frontera entre Córdoba y Jaén.
Levantado
sobre un antiguo oppidum íberorromano, este castillo llegó a
convertirse en un castillo-oratorio que aseguraba la vida y el espíritu
de cuantos vivían en torno a él. Este castillo, hace siglos estuvo
fortificado por una fuerte muralla que protegía la población hoy
prácticamente desaparecida, lo cual explica la estratégica situación del
castillo en el centro del pueblo. Testigo de la conquista de Fernando
III el Santo, de las intrigas y guerras civiles entre Castilla y de la
más moderna Batalla de Lopera que causó daños en el castillo, hoy se
encuentra reformado y abierto al público.
De
forma pentagonal, las esquinas están reforzadas por torres circulares y
las murallas almenadas tienen un adarve para circular sobre ellas.
Actualmente, tras varias restauraciones y excavaciones arqueológicas, es
lugar de todo tipo de celebraciones, eventos culturales e históricos y
en su interior nos cuentan tanto las particularidades de su historia
como su implicación en la Batalla de Lopera, que llegó a dañar este
histórico castillo.
La Batalla de Lopera:
En
las navidades de 1936, en plena Guerra civil española, el ejército
rebelde capitaneado por el general faccioso Queipo de Llano ordenó la
llamada “Campaña de la Aceituna” con el objetivo de asaltar el
territorio leal a la República Española de la Subbética Cordobesa y
desde allí llegar a Jaén para liberar a los asediados en el Santuario de
la Virgen de la Cabeza y sobre todo, para hacerse con el control de la
cosecha de aceituna de aquel año.
En las
Navidades sangrientas de aquel año, unos 3.000 soldados facciosos, junto
a caballería, artillería y apoyo aéreo italoalemán avanzaron sobre
Lopera siendo una de las primeras poblaciones atacadas en la provincia
de Jaén durante la guerra.
Para hacerles
frente, llegaron a la localidad varias columnas republicanas de unos
2.700 soldados que tras varios días de intensos combates que generaron
cientos de muertos, acabaron con la toma de la localidad y de la vecina
Porcuna por parte de los sublevados y dando por finalizada la “Campaña”
con el fracaso del asalto a la provincia.
Torre de Boabdil y Castillo de Porcuna:
En
el corazón de la
Villa histórica de Porcuna que se encuentra enclavada
sobre un cerro que domina una amplia panorámica, se encuentra parte del
antiguo castillo.
En el solar de la histórica ciudad íberorromana de Obulco, se levantó en época musulmana la ciudad de Bulkuna un Iqlim, cuya importancia llegó a ser tal, que se convirtió en centro administrativo de la zona.
Como muestra de aquel poder, se levantaron un alcázar y se reforzó con un recinto amurallado. El gran rey Ibn
al-Ahmar, fundador de la dinastía Nazarí, dueño y señor de Arjona,
Córdoba y Granada, también tomó esta población, hasta que en 1240,
Fernando III el Santo la conquistó finalmente entregándola a la Orden de
Calatrava. Aunque los calatravos demoraron la repoblación y
fortificación de la villa en favor de Martos y Víboras, que guardaban la
frontera en aquellos años y eran castillos capitales para la Orden,
finalmente el castillo de Porcuna se alzó como Encomienda, teniendo
además los Prioritarios de San Benito y Santa María Coronada.
En
la actualidad, buena parte de las antiguas murallas del pueblo han
desaparecido arrasadas con el paso de los siglos y los restos más
importantes se encuentran junto a la Torre de Boabdil, donde se
conservan paños de murallas y algunas torres macizas de época calatrava.
Prevaleciendo sobre todo se levanta la torre, en la que según la
leyenda estuvo cautivo el último rey de Granada al ser capturado en
Lucena. La torre de tres plantas es actualmente el museo arqueológico
municipal y desde su terraza, se otea la totalidad del municipio y tiene
contacto visual con muchos pueblos cercanos.
Castillo del Berrueco, Torredelcampo:
En
un nudo de caminos entre Martos, Arjona y Jaén, se levantan las ruinas
del Castillo del Berrueco, uno de los muchos castillos rurales que se
encuentran en el término de Torredelcampo, siendo también uno de los más
impresionantes.
Construido sobre un cerro
rocoso, pudo construirse en el siglo XII, sobre el solar de una ciudad
romana. Fue conquistado en 1465 por el poderoso maestre calatravo Pedro
Girón, famoso por la leyenda que cuenta que el Maestre Girón, cabecilla
rebelde en las guerras civiles de Castilla, ofreció al rey Enrique IV el
fin de los enfrentamientos a condición de que el rey le permitiera
casarse con su hermana, la futura Isabel la Católica. Aceptada la
petición, partió el maestre hacia Segovia pasando por el Berrueco donde
pernoctó, coincidiendo con una bandada de cigüeñas que sobrevoló en
círculo el castillo. Aquello, que era una señal de mal agüero, terminó
pocos días después con la muerte de Girón a mitad de camino de su
destino.
En la actualidad, este castillo se
encuentra en ruinas tras el progresivo abandono que sufre desde el siglo
XVI. Varias torres aún se alzan, junto a varias murallas almenadas que
se adaptan al difícil terreno en el que se asientan. Como tantos
castillos de la zona, merecería una especial atención y una más que
necesaria restauración.
Castillo de Santa Catalina, Jaén:
Uno de
los símbolos de la capital jiennense, es este castillo y los restos de
murallas que se derraman desde el cerro del mismo nombre a unos 840
metros de altura hacia la ciudad.
Este
cerro, ocupado por el hombre desde la prehistoria, se levantó como un
gran castillo progresivamente ampliado desde el siglo VIII hasta la toma
de la ciudad por los cristianos. En aquel entonces, existía un
Alcázar
Viejo y otro nuevo y tras la conquista de
Fernando III en 1246, se
realizaron importantes reformas que terminaron unificando el recinto.
Con la invasión napoleónica, el castillo sufrió grandes reformas que
desdibujaron la fortificación histórica y el proceso se empeoró cuando
los franceses huyeron destruyendo parte del mismo.
Actualmente,
solo pervive el Alcázar Nuevo y ocupando el solar del viejo, se
encuentra el Parador Nacional de Turismo. En el Alcázar Nuevo, podemos
adentrarnos en las estancias de la Torre del Homenaje o recorrer las
antiguas letrinas, mazmorras, torres y capillas, mientras disfrutamos de
las grandiosas vistas panorámicas que ofrecen estas murallas de toda la
ciudad, su entorno y las sierras que rodean Jaén.
Castillo de Villardompardo:
La
última incorporación a esta ruta, se encuentra enclavada en la campiña,
vigilante desde la distancia, con sus dos torres, la del castillo y la
de la iglesia.
Villardompardo, conocido hace
siglos y aún hoy familiarmente como el Villar, ya en época árabe era una
pequeña alquería rural socorrida por un pequeño fortín. Tras la
conquista de Fernando III en 1245, fue entregada la defensa a Pedro
Pardo, de quien heredó el nombre del Villar de Don Pardo, quien comenzó
su defensa y reorganización poblacional, amenazada por la vecina Arjona.
La pequeña población civil, escasa entidad de sus defensas, llevó a que
fuera constantemente hostigado y cambiado de manos durante décadas,
hasta bien entrado el siglo XIV. Convertido en Villa señorial, su
castillo y el prestigio mismo del pueblo crecieron tras la boda del
Condestable Miguel Lucas de Iranzo con Teresa de Torres, señora del
lugar, quedando ligado el castillo al Condestable en las Guerras Civiles
de Castilla, resistiendo los ataques del Calatravo Pedro Girón. Por
ello, Enrique IV, los Reyes Católicos y Carlos I, concedieron
importantes privilegios al pueblo, que llegó a ser condado, convirtiendo
en conde a Fernando de Torres y Portugal, quien transformó el castillo
en palacio.
Con el paso de los siglos, el
castillo quedó abandonado, sufriendo varias restauraciones a finales del
siglo XX y en los últimos años. La portada del antiguo palacio aún se
conserva junto a las murallas perimetrales reforzadas por uno de los
lados, por un gran barranco. La Torre del Homenaje de gran altura y
cuatro pisos, se mantiene altanera mientras que del patio de armas han
ido surgiendo estructuras de épocas anteriores, que prometen más de una
sorpresa y van a poner al pueblo en el lugar histórico y turístico que
le corresponde.
Castillo de Torredonjimeno:
En
el casco antiguo de Torredonjimeno, cuyo nombre se duda si puede tener
origen en un maestre calatravo o en don Jimeno de la Raya, conquistador
del lugar, se levanta el Castillo de Torredonjimeno.
Levantado
sobre restos de época islámica, este castillo tuvo desde el principio
una vocación protectora de la población de la zona y de control del paso
entre Jaén y Martos. Por ello estuvo reforzado por unas murallas y el
castillo fue reforzado tras la conquista del pueblo y su entrega a la
Orden de Calatrava, quedando dentro de la Encomienda Calatrava de
Martos.
Con el final de la Reconquista, las
murallas acabaron desapareciendo con el permiso del emperador Carlos I
de España y V de Alemania y sus materiales fueron reutilizados para la
construcción de la Iglesia de la Inmaculada.
Con
forma rectangular, dispone de dos recintos concéntricos que
dificultaban el asalto y que se acompañaban con el desnivel que creaba
el cercano Arroyo Salado, que al parecer comunicaba con el castillo
mediante un pasadizo subterráneo. Con el tiempo, pasó a varias familias
acaudaladas que fueron modificándolo hasta que en el siglo XX fue cedido
al ayuntamiento para su restauración, la cual continúa. Actualmente
guarda en su interior varias exposiciones permanentes y un cuidado
jardín.
Castillo de la Peña de Martos:
Martos
es la única ciudad junto a
Linares que tiene tres castillos incluidos
en esta ruta, y al igual que le ocurre a la ciudad minera, tiene mucho
por hacer para recuperar y engrandecer un riquísimo pasado, que por
olvido y/o dejadez, languidece haciendo que otros se apropien de su
extensa historia.
El Castillo de la Peña se
levanta sobre la montaña símbolo de la ciudad a 1003 metros de altura.
En el mismo solar donde existió un oppidum íbero, fortificado por
romanos y visigodos, los musulmanes levantaron el Hins de Tuss, como
fuerte acuartelamiento de tropas, que fue protagonista en no pocas
guerras internas como la rebelión de los encastillados, en la que el
castillo y la ciudad llegaron a independizarse del Califato de Córdoba.
Tras la Batalla de las Navas, la ciudad fue entregada en el Pacto de las
Navas junto a Andújar, convirtiéndose esta en una auténtica puñalada en
territorio islámico, el cual se adentraba en forma de cuña muchos
kilómetros hacia el sur, haciendo que fuera atacada en numerosas
ocasiones e intentando evitar lo que finalmente ocurrió; que desde la
ciudad partieran ataques como los que acabaron conquistando Jaén,
Córdoba y muchas otras poblaciones. Fue entregado a la Orden de
Calatrava en 1228, levantando el actual castillo.
Con
unas sólidas murallas que se adaptan a la forma de la Peña, fue dotado
con caballerizas, tahonas, iglesia, almazara, lagar, aljibes y albercas,
en torno a las que fue surgiendo una población amurallada cercana al
millar de habitantes. Separados se encuentran el Alcázar y Torre del
Homenaje por un foso, haciendo que sus fuertes defensas reforzadas por
varias torres circulares y cuadradas, llevaran a este castillo a ser el
más importante de todo el Alto Guadalquivir y de los principales de la
Orden de Calatrava a la que perteneció durante 700 años, hasta finales
del siglo XIX, siendo célebre la leyenda que lo envuelve en la muerte de
los Carvajales y el emplazamiento de Fernando IV.
Desde
la cima se pueden contemplar muchísimos kilómetros de distancia hasta
el punto que la Peña es visible desde Vilches, a 100 kilómetros de
distancia.
Castillo de la Villa de Martos:
El segundo Castillo de Martos, se encuentra integrado en el caserío, coronando el Cerro de la Villa, en pleno centro histórico.
Levantado
sobre fortificaciones de época íbera y posteriormente romana, desde
época islámica fue utilizado para la defensa más próxima a la ciudad.
Tras la conquista cristiana y la entrega a la
Orden de Calatrava en
1228, la ciudad extendió un amplio conjunto amurallado que aún hoy
envuelve el casco antiguo, aunque sus murallas, la mayoría están
integradas en el caserío. Con el progresivo abandono del
Castillo de la
Peña, los calatravos trasladaron la administración de la
Encomienda
Calatrava de Martos a la fortaleza baja que fue ampliada en varias
ocasiones, levantándose la
Torre del Homenaje, la Torre Almedina, la
iglesia de Santa Catalina hoy desaparecida y una
gran
hospedería-convento Calatrava por la que pasaron desde los
Reyes
Católicos al Emperador Carlos I.
En torno a la ciudad, existían multitud
de torres y torreones vigías que guardaban el territorio y avisaban de
peligros, algunos hoy desaparecidos y otros ya en los términos
municipales de los municipios vecinos que fueron independizándose de la
Marca Calatrava Marteña con el paso de los siglos tras el fin de la
Reconquista.
A finales del siglo XIX, la Orden
de Calatrava cedió este castillo a la ciudad, manteniéndose intacto
hasta la Guerra civil española, y sus estancias militares que eran
utilizadas como cine, teatro o frontón, comenzaron a ser urbanizadas,
quedando el castillo ocupado por el actual barrio de la villa.
Castillo de Víboras, Martos:
En
la pedanía de Las Casillas, a unos 12 kilómetros de Martos y a un par
de Las Casillas de Martos misma, se alza sobre un espolón rocoso de
origen volcánico el Castillo de Víboras, muy cerca del cauce del río del
mismo nombre.
Su nombre al parecer,
proviene de la antigua
ciudad íberorromana de Bora, cuyos restos
arqueológicos se encuentran muy cerca del castillo, fortificado en época
árabe para el control del territorio y como refugio para la población
de la zona. Este castillo formó parte de la
frontera calatrava de
Martos, cuya oposición era la frontera nazarí formada por
Alcaudete,
Alcalá la Real y Castillo de Locubín. Protegido por el gran foso que
forma el cauce del
Río Víboras, que regaba y alimentaba las huertas
cercanas, el castillo siguió en manos musulmanas tras la entrega de
Martos, hasta la “
Campaña de Quesada” en que fue entregado a la
Orden de
Calatrava en 1228 junto a
Porcuna y Martos.
Concedida
la Encomienda Calatrava de Víboras, se levantó en la Calle Dolores
Torres de Martos, el Palacio Hospedería de la Encomienda del Víboras, en
el que vivieron tanto el comendador, como los freires calatravos,
haciendo que la ciudad fuera sede de tresEncomiendas (de Martos, del Castillo de la Peña y de Víboras). El rey Carlos IV
nombró al todopoderoso Conde Duque de Olivares comendador de Víboras,
haciendo que la Orden Calatrava cobrara nuevos bríos en toda la Marca
Calatrava Marteña a finales del siglo XVIII y principios del XIX.
En
la actualidad, el castillo se encuentra en ruinas, levantándose aún
airosa y bastante bien conservada la
Torre del Homenaje, a la que se
accedía por la segunda planta y que se dividía en tres pisos. Desde su
terraza puede divisarse una soberbia vista de todo el entorno, de la
cercana
Sierra de la Caracolera y de varias poblaciones vecinas.
En
el exterior del castillo se conservan dos aljibes, junto a un gran silo
para almacenar víveres. Al tiempo, las murallas que cerraban el
castillo se conservan en parte, adaptándose perfectamente al terreno,
conservando además los restos del antiguo poblado que existió a los pies
de esta fortificación.
Castillo de Alcaudete:
El
Castillo de Alcaudete, a día de hoy renombrado por instituciones y
entidades turísticas desde Ayuntamiento, empresas y Diputación como el
Castillo Calatravo de Alcaudete, realmente tiene escasa relación con la
Orden Calatrava, siendo mayormente un castillo señorial y palaciego,
pese a que sea esa la idea que se intenta potenciar constantemente.
El
Hins Alqabdaq, o lugar de los manantiales, fue levantado sobre restos
íberorromanos. Ubicado en el cerro que preside el pueblo a 713 metros de
altura, está en el camino que controla el camino del
Guadalquivir hacia
Córdoba y Granada. Fue lugar de luchas intestinas entre los árabes
durante décadas y tras la conquista de
Martos y la posterior de
Víboras,
el castillo queda bajo la influencia de
Baeza siendo desde 1240, moneda
de cambio entre
señores, reyes, la Orden de Calatrava y los musulmanes.
Fernando III, el reyezuelo de Baeza Al-Bayyasi, Alfonso X, Muhammad II y
Fernando IV, prometieron y perdieron el castillo, que quedó en manos
granadinas hasta 1312 cuando
Fernando IV lo asedió y rindió. Décadas más
tarde, en 1352 es entregado a la
Orden de Calatrava, dueña por entonces
de todo el entorno, desde
Lopera a Martos hasta Priego de Córdoba.
En
1408 volvió a ser atacado por los granadinos, siendo auxiliado por el
Comendador Calatravo de Martos y por la familia Montemayor a cuyas manos
pasó el castillo nada más finalizar la Reconquista, convirtiéndolo en
un castillo palaciego.
El castillo contaba con
un recinto amurallado del que quedan algunos restos, mientras que el
castillo mismo fue ampliamente restaurado a comienzos del siglo XXI. La
entrada al castillo, guardada por dos torres da paso a un edificio que
fue aljibe y cuerpo de guardia y que conduce hacia la Torre del
Homenaje, de tres plantas, a la que se accedía por la segunda planta,
siendo la primera un aljibe. Para llegar a la torre, debe recorrerse un
pasillo rodeado de murallas que dificultaba los ataques y los dirigía
bajo la visión de 6 torres, cuadradas y circulares.
Volviendo
a la Torre del Homenaje, desde ella puede contemplarse todo el recinto
fortificado en el que se encuentran las caballerizas y las murallas con
sus adarves, junto a una panorámica de todo el pueblo y su entorno.
Castillo de la Mota, Alcalá la Real:
Al
sur de Jaén rozando la provincia de Granada, se alza la imponente
fortaleza de la Mota, que oculta a todo el cerro que corona y preside la
ciudad. Levantada en el siglo VII para
defensa de Granada de incursiones y ataques cristianos, realmente tuvo
que hacer frente en sus principios de los propios enfrentamientos entre
musulmanes en la rebelión de los muladíes y posteriormente por bereberes
norteafricanos. Durante décadas, cambió constantemente de manos hasta el año 1246, cuando se firmó en él Pacto de Jaén entre Fernando III y Alhamar que dividía y fijaba la
frontera entre cristianos y musulmanes, situándola entre la Marca
Calatrava de Martos, frente a los musulmanes Alcalá (y Alcaudete,
vinculado a la propia Alcalá), entre la Sierra de la Pandera separando
Pegalajar (cristiano) y Cambil (musulman), Sierra Mágina separando las
cristianas Úbeda y Baeza de la árabe Huelma y así hasta llegar a
Cazorla, surgiendo una frontera que con escasas variaciones como la
conquista de Alcalá y Alcaudete se mantuvo hasta el final de la guerra.
En 1340,
Alfonso XI la sitió, conquistándola y convirtiendo el castillo
en una gran amenaza para
Granada. Con el final de la
Reconquista, la
fortaleza comenzó a ser abandonada, quedando muy dañada con la invasión
francesa y un siglo más tarde, esos daños se acrecentaron durante la
Guerra civil española.
Es muy difícil resumir
en poco espacio tanto como esconde esta fortaleza. A las muchas puertas
que guardaban el castillo y que aún hoy dan acceso al mismo, se sumó
hace unos años el descubrimiento de la
Ciudad Oculta, que es una red de
pasadizos subterráneos que conducen hasta el castillo mismo bajo su
suelo. Las continuas excavaciones arqueológicas han destapado toda la
antigua ciudad que ocupaba gran parte del
Cerro de la Mota, junto a
varios y profundos neveros.
El
Alcázar, dominado por la
Torre del
Homenaje, guarda toda la esencia defensiva del lugar y ofrece unas
impresionantes vistas de la ciudad y todo su entorno. Junto a él, la
iglesia abacial transformada a lo largo de la historia y convertida por
último, en un camposanto. Por el camino, podemos caminar entre los
adarves, aljibes, lagares y bodegas, hoy musealizados mientras
disfrutamos de las vistas de
Alcalá, de la cercana
Sierra Nevada y de
toda la red de torres ópticas que abundan en torno a la ciudad y que la
defendían de ataques.
Todo un
extraordinario conjunto monumental que no para de crecer en riqueza,
conforme se sigue trabajando en él y en importancia, puesto que el
número de visitantes que recibe va constantemente en aumento.
Castillo de Moclín:
Entrando en
la provincia de Granada, llegamos a Moclín, coronado por un castillo
rodeado de una muralla exterior cuya panorámica, atrapa con su belleza a
todo aquel que alcanza a disfrutarla.
Fortificado
en el siglo XIII para guardar la frontera entre Castilla y Granada, fue
constantemente asediado hasta la conquista por los Reyes Católicos en
1486, cayendo con él parte del llamado Escudo de Granada.
El
castillo se divide en dos zonas. La primera, con sus murallas
exteriores asentadas en una ya de por sí difícil orografía, que ofrecen
una comunicación visual con varios castillos de la zona y dominan buena
parte del territorio. Por otra, la Alcazaba que domina el cerro, en el
que destaca la Torre del Homenaje, un aljibe y varias construcciones que
en la actualidad se encuentran en restauración, ya que el tiempo y los
bombardeos que sufrió el castillo durante la Guerra civil, lo han sumido
durante mucho tiempo en un grave estado de abandono. Acompañando al
castillo se encuentra toda una red de torres ópticas que vigilaban todos
los contornos de este bello conjunto declarado Conjunto Histórico y
Bien de Interés Cultural durante la Segunda República Española.
Castillo de Montefrío:
Coronando
uno de los pueblos más bellos de Andalucía y guardando la última
frontera de Granada, se alzan los restos de este castillo que fue
inexpugnable.
Alzado en el siglo XIV por el que
fuera arquitecto de la Alhambra, formaba parte del escudo de Granada y
vigilaba los caminos entre la vega granadina y Alcalá la Real. A
mediados del siglo XIV, con el avance cristiano cada vez más cerca, este
castillo comenzó a sufrir ataques, tratando de someter a la población
local al arruinar sus cosechas. Tras la caída de las poblaciones
cercanas como Íllora o Moclín, sucumbió también Montefrío. Con su
conquista, su fuerte castillo comenzó a ser modificado y al poco, ya se
alzaba sobre el castillo la Iglesia de la Villa.
Actualmente,
la Iglesia se encuentra transformada en un centro de interpretación y
su campanario es un mirador impresionante del pueblo y todos sus
contornos. Se conservan además varios paños de muralla, junto a unos
aljibes y varios restos de estructuras de épocas anteriores hoy
disimuladas entre el bloque que rodea el cerro.
Castillo de Íllora:
Camino
de Granada, en pleno poniente granadino, encontramos Íllora presidida
por su castillo, que hace varios años que se encuentra en restauración.
Construido
en el siglo XI, fue fortificado en el XIV al acercarse los cristianos
desde la frontera jiennense, viéndose asediado por los Reyes Cristianos
como un medio para rendir el Reino de Granada. En su interior, fue
formándose toda una villa fortificada que poco a poco va excavándose,
surgiendo un aljibe, los arrabales, junto al triple conjunto de murallas
que cerraba el conjunto, construidas con tapial y mampostería, donde se
alzan varias torres comunicadas con torres ópticas que se encuentran en
los alrededores del pueblo. Las murallas formaban además un paso
amurallado que dificultaba la entrada y ataque a este fortín.
Actualmente,
toda esta fortificación se encuentra abierta, aunque queda mucho por
excavar y recuperar, y la importancia de los restos que van surgiendo,
depara un futuro muy prometedor turística, cultural e históricamente
hablando a este castillo y su pueblo.
Alhambra de Granada:
El final de esta aventura de kilómetros, siglos y provincias, llega en Granada.
El
2 de enero de 1492, finalizaba una guerra de casi ocho siglos. Ese día,
el gran símbolo nazarí y uno de los monumentos más bellos de la
historia de la península, cambiaba de manos y era entregado junto a la
ciudad a los
Reyes Católicos.
En un cerro
elevado, elegido para ser seña del lugar, fue surgiendo durante siglos
este tremendo palacio-fortaleza, plagado de puertas, murallas, palacios,
jardines monumentales y muchísimo arte que convierten este lugar en uno
de los monumentos más visitados de nuestro país año tras año.
Y
aquí, finaliza este viaje. Tal vez largo...tal vez corto. Pero si has
llegado hasta aquí amiga, amigo, espero que lo hayas disfrutado, tanto
como yo.
Nos vemos en la historia.