Saludos, amigas y amigos.
Una terraza, buena compañia y una cerveza bien fría.
Con estos tres ingredientes muchas y muchos somos felices, y tenemos
para largos ratos de conversación en cualquier lugar, disfrutando o
resistiendo el calor implacable. Cualquiera diría que no existe costumbre más española que esta...y cualquiera que lo dijera se equivocaría.
Y es que el beber cerveza y en las cantidades que lo hacemos hoy día, es
algo que se puede considerar muy moderno, puesto que es algo que se
arraigó en España hace 4 días como quien dice.
Comenzando por el principio, podemos decir que íberos y sobre todo
celtas, fueron consumidores de una bebida muy similar a la cerveza, que
se obtenía de la fermentación del trigo o la cebada y que se expandió
por la Península Ibérica, gracias al mercadeo fenicio. No obstante, con la llegada de los romanos y el surgimiento de Hispania,
esta bebida queda relegada completamente ya que los romanos la
consideraban muy inferior al vino, consumido a torrentes en todo el
Imperio.
Los romanos y después los visigodos, hicieron del vino una bebida
exclusiva que llevó casi al olvido a la cerveza, que se apreciaba en
pueblos al norte de Europa. La facilidad del clima ibérico para el cultivo de la vid hizo que el monopolio vinícola se extendiera por siglos. Con el final de la Reconquista y la llegada de los Austrias al trono
de España, la situación pudo cambiar a la llegada de Carlos I, que con
su corte llegada de Europa, trajo el consumo cervecero que finalmente
quedó limitado a la Corte y a escasos círculos de Madrid de nuevo, por
siglos; puesto que el vino español y su consumo, estaba demasiado
arraigado a España.
Cuando a mediados del siglo XIX comienza la producción industrial de
cerveza, su consumo seguía siendo cosa de ricos en España y se limitaba
mayormente al verano y en zonas urbanas. A principios del siglo XX, el encarecimiento del vino por la destrucción
de buena parte de las viñas por la Plaga de Filoxera que las exterminó
en buena parte del país, hace que vayan surgiendo o aumentando su
consumo otra serie de bebidas como la zarzaparrilla, el anís, el
chocolate o el café. Pero por muchos esfuerzos, la cerveza no arraigaba.
Aún así, a comienzos del siglo XX comienzan a surgir marcas conocidas
como Mahou, La Cruz del Campo (Cruzcampo) o San Miguel, esta última
curiosamente fundada en Filipinas cuando aún era una colonia española. La guerra civil y la posterior dictadura fascista detuvieron por
completo cualquier intento de producir cerveza por la escasez de materia
prima hasta bien entrados los años 50... La situación comenzó a cambiar cuando a principios de los 60, la
irrupción del turismo comenzó a hacer crecer la demanda cervecera y a
expandir el consumo que continuó en las siguientes décadas, surgiendo en
la década de los 80 la llamada “cultura” de la litrona.
La entrada en la Unión Europea de España abrió las puertas a la llegada
de nuevas marcas extranjeras y en la actualidad, están surgiendo gran
cantidad de cervezas artesanales de forma local. Pareciera que la cerveza vive hoy su época dorada...¿se quedará para siempre lo que comenzó como una moda?
¿O regresaremos a las viejas costumbres de vino, risol, aguardiente o anís?
La historia lo dirá.
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