La cuestión es que este riquísimo espacio medioambiental no puede seguir desprotegido, aguantando todo tipo de atentados ecológicos que vienen produciéndose cíclicamente.
Y para muestra un botón: hace unos días en la misma entrada de Valdepeñas de Jaén, sucumbieron varias nogueras centenarias, que eran una muestra de identidad para el municipio y un refugio para todo tipo de fauna. Muchas voces se han alzado después contra esta tala indiscriminada y se anuncian acciones legales al respecto...pero el daño ya esta hecho.Y lo mas grave, es que al no estar aun la Sierra Sur protegida este tipo de acontecimientos pueden volver a producirse.
Así que una vez mas, tendremos que unirnos y pedir que se actué en este entorno.
Quejigo tragandose una roca |
Cerro del Pitillos |
Para llegar a este Monumento Natural, nos dirigimos hacia Valdepeñas, tomando un desvío que encontramos unos dos kilómetros antes de llegar al pueblo. Desde alli, rodeando la faldas de la sierra de la Pandera, iremos tomando altura llegando al puerto de las Corberteras. Desde este punto, avistaremos en la distancia el pantano del Quiebrajano y nos adentraremos en la serranía por el camino del Parrizoso.
Kilómetros después nos toparemos con una barrera que impide el paso de vehículos cerca del cerro Pitillos y desde esta ya podremos descubrir en la lejanía las hermosas figuras del ajedrez y la piedra del palo que nos anuncian que allí continúan vigilando el Cañón de Pitillos del que ya os hable en otra ocasión: http://mangelcaballero.blogspot.com.es/2012/10/el-canon-de-pitillos-en-la-sierra-sur.html
Pero esta vez en vez de escoger el carril que desciende hacia el cauce del río, tomaremos otro que surge a la derecha en sentido ascendente.
Al poco de tomarlo, podremos ya admirar el bosque de encinas que apenas si a sido modificado por la acción del hombre, salpicado por bosquetes de quejigos o algunos pinares rodeados de matorral.
Conforme avancemos los arboles que nos asalten en el camino serán mas imponentes, de mayor talla y edad, que nos irán avisando del gran señor del tiempo que nos aguarda después.
Sin darnos cuenta, nos toparemos de bruces ante el gran Quejigo del Carbón.
Si la visita es en invierno, quizás la vista sea menos imponente, al estar sus ramas parcialmente desnudas, ya que aunque forma parte de la familia de los Quercus, plantas de hoja perenne, este árbol tiene hojas semicaducas.
Su forma nos llamara la atención. Un tronco imponente, pero unas ramas mucho menos desarrolladas, al haber sido utilizadas durante mucho tiempo estas para el carboneo (por eso lo llaman "Del Carbón").
Nuestra primer instinto, nos empujara irremediablemente a abrazar a este gigante, en esa costumbre ancestral de empaparnos de energía positiva y al hacerlo nos daremos cuenta, de que serán necesarias otras ¡ doce personas ! para rodearlo completamente (yo mismo lo comprobé).
Allí bajo la protección de sus ramas (y la protección que le brinda la figura de Monumento Natural ) tendremos ganas de tumbarnos a escuchar las miles de historias que sin duda este gigante tiene guardadas, ya que se le data una horquilla de edad de entre 500 y 1000 años.
Ardilla juguetona cerca del Quejigo |
Y probablemente allí, nos cuente y advierta también de los peligros que aun acechan su preciado entorno, para que aprendamos de una vez a valorar lo que es nuestro y comencemos a protegerlo.
Los cambios comienzan por uno mismo.
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